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Leopoldo Matos y la subasta varada

Por causa de la impugnación de José Luis Martín Berrocal, la subasta de la plaza de Las Ventas está varada. El jueves próximo la Diputación Provincial celebra pleno y es de suponer que allí tratará el asunto. Lo que resuelva será publicado en el Boletín Oficial del Estado (lo normal es que transcurran varios días) y de nuevo tendrán que cumplirse los plazos reglamentarios.

Lo cierto es que Martín Berrocal -entendemos, y con nosotros muchas gentes del mundo del toro- tiene toda la razón. En una estipulación del pliego de condiciones se habla de que habrá una comisión que estudiará, y seleccionará en consecuencia, los antecedentes de los candidatos a la subasta. Pero no concreta cuáles han de ser esos antecedentes para admitirlos a la misma. Precisamente por esta estipulación, la mayor parte de los empresarios que iban a presentar ofertas no las tenían todas consigo, entre ellos, está visto, Martín Berrocal.Y más cierto es aún que al pliego, en su conjunto, le impugnaba el sentido común. En unos momentos delicadísimos de la fiesta en Madrid, cuando con absoluta mayoría (si no unanimidad) los distintos estamentos del espectáculo, entre ellos los aficionados, se quejan (lo vienen haciendo desde hace años) de que, la plaza de Las Ventas está infrautilizada; de que apenas hay contenido en las sucesivas temporadas excepto por San Isidro; de que esta feria es excesívamente larga; de que la empresa arrendataria del coso y la Diputación no han promocionado el espectáculo, o quizá lo han deteriorado, aparece un pliego de condiciones en el que nada hay en respuesta a estos argumentos, es capcioso por añadidura en algunos de sus puntos, y además establece una fuerte cifra de partida, que puede convertirse en astronómica como consecuencia de la licitación.

El caballero Leopoldo Matos

Todo hace pensar que es esta una obra del vicepresidente de la Diputación y visitador de la plaza, Leopoldo Matos. Matos es un personaje clave en la historia madrileña de la fiesta, durante las últimas décadas. Su gran puesta en escena ha sido siempre la corrida de Beneficiencia, la cual, con una regularidad rara vez rota, tiene una dilatada andadura jalonada de fracasos. No queremos decir ahora que estas corridas se hayan resuelto sin triunfos o que hayan sido montadas con toreros sin interés específico. Queremos decir que, como todo aficionado sabe, han sido, normalmente, las de los grandes escándalos, a pesar de que buena parte de las localidades estaban ocupadas por público sin especiales exigencias, porque habían acudido con entradas de regalo.

La corrida de Beneficencia, de añeja tradición, se habría tomado, sin embargo, como un mal necesario, y ni siquiera la habríamos sacado a relucir aquí, si no fuera porque este cometido principal de Leopoldo Matos tiene algunas prolongaciones discutibles, que culminan con el famoso pliego. Ahí está, por ejemplo, esa corrida que «organiza la empresa de Las Ventas, en colaboración con la comisión de fiestas del distrito de Salamanca y la Diputación Provincial, según eufemismo (por decirlo de alguna forma) que hemos visto en los carteles y sobre el que no hemos encontrado una explicación válida. Resulta que en esta corrida no hay nada de singular salvo la advertencia dicha: se monta con toreros y ganadería sin especial relieve, y en fecha en la que tiene la empresa obligación (por contrato) de organizar un festejo. Hay quien sospecha que esta es una feria de las vanidades en la que sale a relucir una vez más el nombre de Ezequiel Puig Maestro-Amado (puesto que es el que organiza los aludidos festejos), y la caballerosidad de Leopoldo Matos al colaborar en tan altruista acontecimiento; pero también hay quien piensa que se trata de una figura relativamente ingeniosa inventada para liberar a la empresa del sobrecanon que figura en el contrato de arrendamiento que suscribió en 1968.

La feria que no existe

Este sobrecanon no se menciona en el actual pliego y eso es quizá algo de lo muy poco que tiene de positivo. Resulta, sin embargo, chocante, que cuando Leopoldo Matos comentó a la prensa el contenido del mismo, hiciera hincapié en unos puntos inconcretos, para resaltar cómo al elaborar el pliego se habían tenido en cuenta los intereses de la fiesta y de la afición de Madrid. Por ejemplo, hablaba de que se resucita la feria de otoño, y no es cierto, puesto que el pliego exige que la empresa adjudicataria dé tres corridas de toros en otoño (sin más matizaciones), cuando es sabido que otoño es desde el 21 de septiembre hasta el 21 de diciembre. Por ejemplo, de que se promocionan novilladas, cuando el pliego sólo exige dar dos en la feria de San Isidro y todos saben cómo la empresa no tiene reparos en anunciar un abono en el que habitualmente hay alguna corrida descolgada, de forma que esas novilladas pueden ser las mismas que da en fechas anteriores al serial de la feria en mayo, e incluirlas en el precio del abono, remedio que sería aún peor que la enfermedad.

El pliego es una amenaza seria para el buen fin del espectáculo, pero aún resultan más llamativas las versiones deformadas que del mismo dio Matos para la galería. Quizá no tanto otra empresa como otro visitador de la plaza es lo que necesite la fiesta para Las Ventas.

Leopoldo Matos: en sus manos ha estado, una vez más, promocionar la fiesta de todos en Madrid, pero ha elaborado un pliego de condiciones que impugnaría el mismísimo sentido común.

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