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Próxima "cumbre" occidental para examinar las relaciones con la URSS

Por inicíativa del presidente francés Valery Giscard d'Estaing, y con el propósito de examinar la situación de las relaciones entre el Este y el Oeste tras el proceso de «desestabilización » política de Irán, los jefes de Estado de las cuatro principales potencias de Occidente se reunirán el 5 y el 6 de enero en la isla francesa de Guadalupe, en el Caribe.De esta nueva cumbre occidental, casi sin precedentes desde el final de la guerra fría, en 1957, participarán los presidente de Estados Unidos y de Francia, Jimmy Carter y Valery Giscard d'Estaing, respectivamente; el canciller alemán, Helmut Schmidt, y el primer ministro británico, James Callaghan. Según Pierre Hunt, portavoz del Elíseo, la realización de la conferencia fue decidida, tras una propuesta de Giscard d'Estaing, poco después de la cumbre efectuada en Bonn por las potencias industrializadas del bloque occidental el pasado julio. Hunt añadió que en la conferencia de Guadalupe, que tendrá un «carácter informal», «no se tomarán decisiones» ni se dará a conocer declaración alguna.

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Los líderes occidentales examinarán "el estado del mundo"

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Ayer por la tarde, el propio presidente francés, que en la isla de Guadalupe actuará como dueño de casa, precisó con cierta insistencia que esta cumbre no será una verdadera cumbre debido a su naturaleza «personal e informal» (los cuatro dirigentes sólo serán acompañados por sus esposas y un «Colaborador íntimo»), y que, en todo caso, la reunión no se institucionalizará.

No obstante, esta nueva «banda de los cuatro» -expresión humorística utilizada ayer por un experto francés para designar a los jefes de Estado o de Gobierno de las cuatro potencias- discutirán, según reconoció el Elíseo, «el estado del mundo». Su naturaleza restringida se debe, aparentemente -explican medios oficiosos del Gobierno francés-, a que las anteriores cumbres occidentales de siete países, incluidos Italia y Japón, realizadas durante los últimos tres años en Puerto Rico, Londres, Rambouillet y Bonn, sólo permitieron abordar cuestiones económicas coyunturales.

Esos problemas financieros estarán presentes, sin duda, en la isla de Guadalupe, sobre todo el incierto futuro del dólar y el sistema monetario europeo; pero los asuntos políticos internacionales, centrados en el proceso de «detente» con la Unión Soviética y su aparente deterioro desde mediados de 1977, conformarán, a criterio de los analistas franceses y norteamericanos, el «plato fuerte» de Guadalupe.

En ese aspecto, se señalan en Francia y en Alemania las dificultades que parecen haber surgido entre Estados Unidos y la URSS para la firma dé los acuerdos SALT II (nueva fase de la reducción de armas estratégicas), y la grave situación en Irán. Tanto en Estados Unidos como en Europa se han registrado, oficial u oficiosamente, numerosas manifestaciones de inquietud ante la posible caída del régimen prooccidental del sha Reza Palhevi y las graves repercusiones que ese hecho tendría para el Oeste en materia de suministro de petróleo. Muchos consideran también que la URSS podría valerse de la « desestabilización» iraní para adquirir mayor influencia en nuevas áreas de Oriente Próximo y de Africa, hasta ahora bajo el influjo exclusivamente occidental.

En el plano doméstico francés, la cumbre, en la que según portavoces del Gobierno norteamericano prevalecerá el «mayor secreto», le ha servido a Giscard d'Estaing, organizador oficial de la reunión, para intentar contrarrestar el llamamiento hecho anoche por el jefe gaullista Jacques Chirac contra la política del presidente y lo que ha calificado de "desaparición» del papel de Francia en el mundo.

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