Borges y Graham Greene, finalistas
En el tricentenario edificio de la Bolsa, que da la plaza Mayor de la Gamla Stan (Ciudad Vieja), donde tiene su sede la Academia Sueca, periodistas y críticos se apiñaron ayer a mediodía en el Salón Blanco, para enterarse de que el Premio Nobel de Literatura para 1978 había sido otorgado al novelista polaco Isaac Bashevis Singer.Como todos los años, cuando el reloj de péndulo, regalado en 1876 a la Academia por su fundador, Gustavo II, dio la una de la tarde, por la puerta contigua apareció puntualmente -como un cucú inexpresivo y atildado- el secretario perpetuo de la corporación, Lars Gyllensten, para leer el veredicto ante una batería de fotógrafos y de televisión.
El importe del premio subió este año de 700.000 a 725.000 coronas (unos 161.000 dólares, doce millones de pesetas), y los diarios explican que, pese a la baja de la moneda sueca, la Fundación Nobel pudo aumentar la recompensa porque sus negocios van bien. Entre la cartera de la fundación están los negocios inmobiliarios y vínculos con Bofors, la principal firma de Suecia en el mercado internacional de armamentos.
Enfrentados finalmente a la alternativa entre el argentino Jorge Luis Borges (inveteradamente rechazado por los académicos progresistas) y el más potable Graham Greene, se decidíeron por Singer, un novelista menor que estaba en la lista de reserva.
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