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XXVI FESTIVAL DE CINE DE SAN SEBASTIAN

Entre crímenes y bodas

ENVIADO ESPECIAL, La boda como rito social eterno y hasta hoy inmutable, como momento culminante de la vida y nuestro devenir social, sirve de pretexto a Altman para hacer un análisis de la actual sociedad americana. No es el suyo, en esta ocasión, un humor ácido, o si se quiere amargo, sino una anotación más bien risueña y cauta, aunque directa, rozando en ocasiones lo macabro y tópico, para salir a flote gracias a divertidos gags y a casi cincuenta personajes que se critican, observan o desdeñan.Como un mecanismo perfectamente calculado, esta historia de Altman y Causidine se pone en marcha desde el primer fotograma y no se detendrá hasta que, una vez la fiesta concluida, cada cual quede en su lugar real, bien distinto del asignado en un principio. Las intrigas inocentes, los pueriles rencores, la ilusión y los sueños que nunca llegarán a concretarse se suceden en un ambiente burgués y puritano liberado por un día, enfrentado por igual a sus propias mentiras y al mundo desdeñoso, cuando no ajeno, de los jóvenes.

Si alguno de los tipos, situaciones y gags recuerdan otros filmes tradicionales en los que se tomó como pretexto también otro acontecimiento o ceremonia para encerrar en un solo lugar, en unas pocas horas, tantos risueños egoísmos en torno de una anciana muerta, otros, en cambio, nacidos al amparo de los tiempos actuales, suponen una aportación a ceremonia tan tradicional, a esta radiografía a un tiempo divertida y reveladora. Así la organizadora, interpretada con acierto y humor por Geraldine Chaplin, o los encargados de la seguridad de la casa, a medias empleados y a medias policías, o la moral particular de los más jóvenes en conflicto con la, al parecer, más sólida de los mayores.

Se dirá que Altman en esta comedia sólo divierte, que apenas profundiza y, sin embargo, el balance Final de este singular enfrentamiento entre dos típicas familias americanas, por encima de máscaras y tópicos, resulta positivo en un saber contar brillante que evidencia un oficio excelente.

Gonzalo Herralde trajo el año pasado a este festival un filme-encuesta en el que Pilar Franco, Alfredo Mayo y la película Raza servían para analizar una época fundamental de España.

Este. año vuelve con otro ensayo parecido, cuyo protagonista es el autor de un doble asesinato que salvó la vida tras el juicio al ser amnistiado. Este asesino de un rico matrimonio de Pedralbes nos explica a su modo los Motivos de su crimen, su inclinación aberrante por los niños, su infancia dura, su vida en la miseria.

Si en su anterior filme Herralde escogió tema y personajes de indudable interés, en este caso, en cambio, la importancia está en un crimen que, como es lógico, no llegamos a ver y una pena de muerte que ya sabemos no llegará a cumplirse. Las opiniones del protagonista sobre la sociedad, los médicos, su megalomanía cuando no su afán perpetuo de protagonismo, su pasión por los niños repetida hasta la saciedad, su declararse más listo, sincero y bueno que el resto de los mortales, es posible que llegue a interesar a psiquiatras y jurados, pero no al espectador un poco porque el personaje, a pesar de su propia opinión, no da mucho de sí, y en parte también porque, desde el punto de vista cinematográfico, este filme viene a ser como un espacio más de televisión, allí donde este medio de comunicación realiza tal tipo de encuestas.

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