_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La distensión goza todavía de buena salud

La reciente respuesta soviética -en un artículo de Pravda, el pasado sábado- al amenazante discurso de Annapolis de Jimmy Carter y dos sucesivas intervenciones del secretario de Estado esta semana -una ante el Congreso y ante una reunión juvenil en Atlantic City-, parecen confirmar que los primeros presagios de un eventual «funeral de la detente» no sólo son aventurados, sino que están probados ser equivocados. Lejos de tomar el camino del obsoleto enfrentamiento de la guerra fría, Washington y Moscú parecen haber superado, según los indicios que se filtran del análisis de estos textos, el obligado proceso de examen y cálculo de las intenciones y fuerzas del otro lado, del que debe surgir ahora el acoplamiento de una política anterior a las innovaciones de la todavía joven, y hasta cierto punto inexperta, Administración Carter.El discurso del presidente norteamericano en la Academia Naval de Annapolis fue un reflejo de las dos posiciones enfrentadas que, en el tema de la política de distensión, existen en su Administración: por un lado la del consejero para Asuntos de Seguridad Nacional, Zbigniew Brzezinski y, por otro, la del secretario de Estado, Cyrus Vance.

Conocedores de esta batalla interna, la respuesta soviética en Pravda no ha sido, como en un principio se temía, una respuesta definitiva, sino una invitación abierta a que Carter elija la posiciones más abiertas de Vance Repleto de advertencias por si la invitación no era bien recibida, el Kremlin calificaba la vertiente Brzezinski de exclusivamente «táctica» y advertía que el antisovietismo del profesor de ascendencia polaca «contenía un curso político incontrolable y lleno de peligros». «No aceptamos la invitación para el funeral de la detente» escribía Pravda, y reafirmaba: «Moscú ha escogido hace tiempo la vía de la paz, de la que no permitiremos que nadie nos saque.»

La respuesta de Moscú está todavía sometida a un largo proceso de análisis en Washington, pero incluso antes de que haya oficialmente concluido, la Casa Blanca ha dado luz verde a Cyrus Vance para presentar, en su nombre, ante el legislativo, su visión de las r¿la ciones entre las dos superpotencias y, un día más tarde, para anunciar «una nueva política africana» de la Administración Carter en la ciudad veraniega de New Jersey.

Al haber escogido el tema africano -donde, precisamente, se basa el principal argumento de Brzezinski a la hora de,atacar la política exterior soviética-, Carter ha señalado implícitamente que prefiere el curso moderado del Departamento de Estado. Pero la cuestión no es si ha ganado, uno u otro, sino más, bien qué indicios externos está dispuesto a ofrecer Washington a la Unión Soviética y al mundo para enterrar definitivamente viejos fantasmas ahora rememorados, como el célebre discurso del que ,surgió la política de guerra fría de Winston Churchill, en Fulton.

A la luz de las dos intervenciones de Vance, las señales adelantadas por Washington son meridianamente claras. En primer lugar, existe un reproche obvio a Moscú porque. se ha negado, incluso en el comentario prometedor de Pravda, a referirse a la principal preocupación norteamericana: Africa. Pero, y en segundo lugar, se ha establecido abiertamente que Washington no está dispuesto a condicionar su política global en favor de la distensión según le vaya en el continente africano.

«Nuestra política -dijo Vance, en Atlantic City- no consistirá en vigilar las actividades cubanas y soviéticas en Africa, porque creemos que este cambio no será efectivo y sólo provocará una escalada de conflictos militares con graves daños y sufrimientos humanos.» Por el contrario, y sin renunciar a jugar un papel importante en dicho continente, «nuestra política consistirá en ayudar a resolver los problemas que justifican la intervención exterior y ayudar a fortalecer la capacidad de los africanos a defenderse por sí solos».

Para ver si estas palabras de Vance son suficientes para tranquilizar los lógicos temores que existen en Moscú sobre el presunto fin de la política de distensión, habrá que esperar algo más que cualquier respuesta verbal del Kremlin. Pero una cosa parece clara: la exposición del secretario de Estado y su aparente papel preponderante en la elaboración de la política exterior norteamericana, parece concluir el debate interno sobre las ventajas de la distensión y al tiempo que abre la puerta a una, quizá más modesta, pero no por eso conveniente, política de entendimiento entre las dos capitales mundiales.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_