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Biólogos norteamericanos utilizan bacterias para la producción masiva de insulina

Un equipo de biólogos norteamericanos de la Universidad de Harvard ha conseguido utilizar bacterias para la producción masiva de insulina, una hormona esencial en el metabolismo del azúcar. El descubrimiento, realizado en un laboratorio del Instituto Tecnológico de Massachusetts por un equipo de investigadores encabezado por el profesor Walter Gilbert, parece abrir el camino hacia la producción de insulina humana, y también hacia la utilización de cepas de bacterias comunes como «factorías» de proteínas y hormonas.

Mediante técnicas de «ingeniería genética», los científicos de Harvard lograron «inducir» a una cepa de la bacteria conocida como Escherischia coli a que segregara preinsulina de rata, que posteriormente puede ser convertida en insulina. Cada bacteria produjo unas cien moléculas de esta preinsulina, lo que multiplicado por los miles de millones de bacterias contenidos en la cepa supone una gran cantidad de la hormona.Los investigadores piensan que será sólo cuestión de meses, y mediante el mismo sistema, conseguir que la bacteria segregue insulina de tipo humano. Hasta el momento, la insulina, que es vital para millones de enfermos de diabetes en el mundo, se obtiene del páncreas de cerdos y vacas.

Según el diario The Boston Globe, que anunció el descubrimiento, se cree que un aumento del 6% en el número de diabéticos podría provocar cortes en el suministro de insulina. De ahí la importancia de esta posibilidad de utilizar «factorías» de bacterias a voluntad para producir la hormona que, además, tendría la ventaja de ser idéntica en su estructura a la insulina humana y no ligeramente diferente, como es la animal, lo que provoca problemas a algunos enfermos.

La compleja técnica utilizada en el laboratorio de Harvard consiste en hacer una copia artificial del gene que posee la rata para producir insulina. Este gen, donde se contienen los códigos para la fabricación de la hormona, fue insertado en la bacteria, junto a los que este organismo emplea para la producción de penicilinas, un enzima destinado a resistir los efectos de los antibióticos.

Respondiendo a las órdenes incluidas en el código del gene artificial, las bacterias comenzaron obedientemente a segregar preinsulina de rata, una hormona que carece de toda utilidad para ellas.

Los científicos no ocultan su optimismo ante el éxito de esta técnica, que puede ampliar enormemente los horizontes de la biología y la medicina. Mediante estas «fábricas» bacterinas, podrían obtenerse proteínas y hormonas humanas. La importancia del descubrimiento radica en la demostración de que microorganismos de estructura simple pueden ser «inducidos» a producir las complejas cadenas proteínicas humanas.

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