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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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¿Para cuándo la cultura ?

Resulta que sin temor a la confusión en torno al puro concepto de la palabra y al rechazo marginación o desconocimiento de que ha sido objeto en los últimos cuarenta años, la cultura ha recibido en la creación del último Gobierno nada menos que un Ministerio, a ella dedicado.Antes, entre el de Educación y Ciencia y el de Información y Turismo se iba rigiendo la cultura española; la consabida, la oficial, la museal. La otra se las apañaba como podía entre persecuciones, emigración, mezcolanza con la política y underground.

El desafío para el Ministerio y el ministro de la Cultura es lograr que el Estado (que no crea cultura, sino propaganda en todo caso) logre ensamblar con la cultura viva para, que ésta, sin tutelas, se expanda, se democratice, se plasme como expresión del sentir y de la vida de un pueblo.

Si hace un siglo Menéndez y Pelayo tenía que defender en un libro primerizo y apasionado la propia existencia de una cultura española puesta en duda por autores europeos, hoy día los datos, los problemas son otros.

Lo que se entiende por creadores o propagadores de la cultura, pintores, novelistas recibieron, como todos o como ninguno de los grupos sociales españoles, la trágica embestida de la guerra civil.

Los artistas, escritores, profesores españoles que habían alcanzado en ese momento cumbre de los años treinta, que llegó a serllamado «edad de plata» en cuanto a nuestra literatura y probablemente fue edad de oro en nuestra plástica, desaparecieron borrados por la muerte física o síquica o pasaron a la diáspora.

Los unos, los que se fueron, los que han estado desapareciendo y envejeciendo estos cuarenta años, dieron una determinada imagen, a veces fulgurante, de una España en que el dolor, la distancia, el, resentimiento lo hacían aparecer cada vez más irreal y a ellos cada vez más desgraciados.

Muchos de sus hombres más importantes, pese a sus esfuerzos de españolismo y a veces a causa de ellos, tendían a mantener estática, fija, una misión de una cultura española que no se nutría del propio país, del pueblo y de su realidad.

En otros casos han sido poetas novelistas que reconstruyen, inventan su recuerdo fijando en el último momento, de la trágica despedida, sin que la España que se hace día a día quede recogida, plasmada, vivida.

Cuando en los últimos años, en los últimos meses, algunos de los supervivientes, algunos de los grandes ancianos, volvieron a España, han visto el país extranjero, desconocido.

No es casualidad que Alberti, tras muy pocos meses de ver y vivir la nueva España, y a pesar dequerer ser y haber sido el poeta del pueblo, retorne a Roma, «donde tiene sus libros» y donde, por mucho que nos duela, tiene sus vivencias y su España imaginada. La visión del pueblo en Alberti es ya universal. No es el pueblo con la connotación de lo español. No es cuestión de atacar o ensalzar a todos estos esforzados, obligados, gloriosos o humildes emigrantes de nuestra cultura; es que en España hancambiado los pueblos, las ciudades, los gustos y los paisajes: nuestro profundo panorama interno y externo.

El franquismo no fue un sisteina que favoreciera especialmente la cultura elitista de la minoría ni la cultura popular, pero Buero ha producido su teatro en esta España, Cela ha publicado sus novelas y.sus relatos viajeros con más o menos problemas que superar y Raimon o Paco Ibáñez han cantado, entre miles de dificultades, sus canciones en su idioma y ante su gente.

Para los franceses o belgas sólo aparecen como españoles Conocidos en el campo artístico Gácía Lorca, Picasso, Buñuel, quizá Arrabal; es decir, muertos, exiliados, diferentes.

Creo que el delicado menester del ministro de la Cultura es precisamente dar a conocer la obra de los exiliados en el interior, ya que aparte de media docena de grandes hombres, el reito son desconocidos, pero también hacer constar ante el mundo, exhibir, mostrar lo que son las nuevasgeneraciones, lo que es la realidad viva de la cultura española actual, real.

Hay que explicar, por ejemplo, lo que hay de revuelta, de no conformismo en toda la historia de nuestra pintura desde los sagrados nombres de Velázquez y Goya., pero también lo que representa de refugio, de ese no conformismo, nombres como los de Tápies, Genovés, o los colectivos de los últimos años.

Hacer constar que nuestros dibujantes, nuestros autores de chistes gráficos son elemento vivo, espléndido, cultural de la España democrática de hoy: sin Mingote, Cesc, Máximo, Chuiny-Chúmez o Forges no se entendería nada de estos años.

Que hay una canción catalana, valenciana, vasca y andaluza, con una personalidad-y riqueza tales como no existe parangón en toda Europa occidental, dominada en exceso por eljazz, el rock, el fallecido Presley y los Beatles.

Eso que se llama animación cultural, ese enseñar las entrañas del pueblo y mostrar sus productos creativos, no es sólo obra de una concepción burocrática de exportación de productos de qualité, sino una simbiosis de administración, racionalizadora y abierta y de unos productos vivos creados por los artistas y el pueblo, que permita conocer a los demás, Iberoamérica, Europa, que España padeció una siesta, pero no se murió, que su cultura, su riqueza y su variedad están ahí, de nuevo.

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