Primer paso hacia la devolución a Panamá de la soberanía sobre el canal
A la una de la madrugada, hora española, el presidente Carter, de Estados Unidos, y el primer ministro panameño, general Omar Torrijos, han firmado el nuevo tratado del canal de Panamá, bajo soberanía estadounidense desde 1903. Representantes de alto nivel de veinticuatro naciones del hemisferio han asistido a la ceremonia, realizada en la sede washingtoniana de la Organización de Estados Americanos.
Los grandes ausentes de la «cumbre de los dictadores», como inmediatamente ha sido denominada la reunión, son el presidente mexicano, López Portillo, y el jefe del Estado cubano, Fidel Castro.La Casa Blanca quiere aprovechar la presencia en la capital USA de los dirigentes latinoamericanos para que éstos firmen lo que se denomina «Declaración de Washington», documento que se incluiría en el tratado y en el cual todos los signatarios aceptarían la neutralidad perpetua de la vía de agua, exigida por Estados Unidos y aceptada por Panamá. La «Declaración de Washington» se enfrenta con las reticencias de numerosas delegaciones, que no consideran necesario un compromiso adicional que viene a significar una carta blanca a los norteamericanos para la defensa del canal.
Para contrarrestar la mala prensa de este areópago político, los servicios de prensa presidenciales, han montado una campaña en la que se explican los motivos de Carter para ser el anfitrión de numerosos responsables de regímenes dictatoriales. «Las diferencias de naciones o individuos no deben impedir contactos y conversaciones.» Ayer mismo, el Consejo de Asuntos Hemisféricos, una poderosa organización político-económica, condenó la presencia en Washington de varios jefes de Estado suramericanos, «muchos de los cuales utilizarán su presencia aquí para legitimarse ante sus respectivos pueblos». Carter ha manifestado repetidamente que la ceremonia de ayer iba a servir para que él tuviera oportunidad de hablar con sus huéspedes sobre temas como el respeto de los derechos humanos en sus respectivos países, la proliferación nuclear, la reducción de los presupuestos militares y el desarrollo económico, temas todos ellos de claro signo democrático.
Independientemente de la firma del tratado, la «cumbre» washingtoniana sirve para buscar el entendimiento en los numerosos conflictos bilaterales que oponen a países latinoamericanos. Así, el grupo andino intentará una vez más limar sus diferencias económicas y estudiar la salida al mar para Bolivia. Panamá y Guatemala discutirán sobre el contencioso de Belice, y Honduras y El Salvador, en un estado casi prebélico, se reúnen hoy en la sede de la OEA para intentar arreglar sus diferencias fronterizas.
Una vez firmado el tratado por los Gobiernos panameño y norteamericano, espera la ratificación, que, si parece segura en Panamá a pesar de las numerosas críticas izquierdistas, tropieza con dificultades en Estados Unidos, para muchos de cuyos ciudadanos, los más conservadores, la negociación de ayer es pura y simplemente un gesto de abandonismo por parte de la Casa Blanca y un signo de la debilidad de su país, que no puede seguir manteniendo por la fuerza la situación colonial panameña. Carter, sin embargo, ha puesto personalmente toda la carne sobre el asador en el tema y, una vez convencidos, entre otros, Ford y Kissinger, se está dirigiendo a todos los senadores para que ratifiquen en su momento el tratado firmado esta madrugada. Se trata ahora en Estados Unidos de refrendar lo decidido por la Presidencia, el Pentágono y la Secretaría de Estado.
Mensajes del Rey
Con motivo de la firma del tratado del canal de Panamá, el rey don Juan Carlos ha enviado a los presidentes de la República de Panamá y de Estados Unidos de América, así como al jefe del Gobierno de Panamá, mensajes de felicitación.
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