Desafío a la democracia

«Primero fue una decisión unilateral e ilegal que perjudicaba, sencillamente, a toda la nación, de reducir, por Ias buenas, el peso del pan. Hoy, el desafío se ha agravado, dejando al ciudadano sin un alimento de primera necesidad. Afectando a las clases peor dotadas económicamente y a las más débiles físicamente. Y, peor todavía, colocando los intereses de un grupo empresarial, al que no se han sumado los trabajadores, por en cima de la ley previamente violada (...)El Gobierno debe actuar con toda la fuerza de la ley y con todo, el apoyo que en esta cuestión le presta una ciudadanía cuyos intereses más inmediatos, los de la alimentación básica y barata, están siendo pisoteados. Este Gobierno, que ha instalado la democracia, ha sido acusado con cierta frecuencia de blando en su actitud. Habría que aclarar que operaba sobre una nación tan contenta con sus derechos recién adquiridos como un niño con juguete nuevo y sumamente suspicaz sobre esos derechos. Bien está eso en las primaveras democráticas.

Pero hemos pasado la primavera y estamos, en agosto, en el «invierno» de la crisis que nos afecta a todos. En ese invierno una serie de conflictos cuanto menos sospechosos, ayer de hostelería, anteayer de camioneros, hoy de panaderos, están alterando nuestra difícil marcha nacional en operaciones acaso no conectadas, pero claramente desestabilizadoras, con o sin intención. Porque es demasiado obvio que golpeando a un turismo que venía a manadas, y forzando al turista a comerse bocadillos en los parques públicos no se ayuda a la reserva de divisas.Ya está demasiado claro que una huelga de transportistas, que mucha gente comparó con la que estranguló económicamente un día a Chile, encarece todo. Y más claro todavía que con el asunto del pan se ha avanzado un paso más en la ruta de la molestia directa al ciudadano y en la consiguiente creación de intranquilidad y desasosiego.»

18 agosto