Cautela en el Este
La agencia soviética de noticias Tass considera que la visita del ministro norteamericano de Relaciones Exteriores, Cyrus Vance, a Moscú persigue objetivos «trascendentales y complejos, pero alcanzables». La cautela de la agencia al anticipar una valoración de esta visita parece ir unida a la impresión de que Vance insistirá en vincular un acuerdo en materia de desarme a una actitud más condescendiente del Kremlin respecto de los disidentes. Tras el discurso de Brejnev ante el XVI Congreso de los Sindicatos soviéticos se ha observado un recrudecimiento verbal por parte de algún Gobierno socialista para con los contestatarios, pero, en general, la situación parece estabilizada.
Los intereses de clase han dejado paso a los intereses de bloque, o de potencia mundial, en la asamblea extraordinaria celebrada por la mayor organización de masas de la URSS, con un total de 113 millones de afiliados. El Congreso, que no se celebraba desde hacía cinco años, ha concluido, en la misma víspera de la llegada de Vance a Moscú, con una enérgica condena de quienes desean el regreso a la guerra fría y un pálido compromiso de solidaridad con los que «luchan en los países capitalistas contra el predominio de los monopolios y e favor de los derechos democráticos del trabajador».Lo que ha quedado de este congreso es, en definitiva, el discurso del secretario general Brejnev, en el que han dominado los temas internacionales, por encima de u llamamiento a una mayor disciplina productiva y la valoración de los sindicatos como «escuelas de comunismo».
Los medios de información soviéticos, al igual que el secretario general, subrayan que no es tolerable cualquier «política de injerencia en cuestiones peculiares de la URSS». Esto quiere decir que Moscú no está dispuesta a soportar sin más una actitud como la del presidente Carter respecto de los grupos disidentes, aunque considere en lo que vale el propósito de Washington de mejorar el clima de entendimiento entre los países. Una cosa es la corriente crítica, fenómeno que se analiza en el Este cada vez con mayor serenidad, y otra la vinculación con disidentes concretos. La posición antiintervencionista de Brejnev, en el congreso sindical ha provocado en Checoslovaquia una vuelta a la campaña de prensa contra los sectores contestatarios. En el resto del bloque se registran más bien signos distintos. Esto parece indicar que los Gobiernos socialistas hacen progresos en la difícil tarea de identificar a los elementos verdaderamente contrarrevolucionarios dentro de una corriente que parece querer el progreso dentro del socialismo. En algunos casos se han producido concesiones sensibles: la mujer del cantante Bierman ha recibido un visado para trasladarse a Alemania Federal; el Gobierno de la República Democrática Alemana (RDA) ha hecho público un comunicado, al final de la visita de Janos Kadar, de Hungría, sin sombra de confrontación con Bonn; y, en Rumania, Paul Goma vuelve a ver sus obras en los escaparates. Sólo en Checoslovaquia se registran nuevas detenciónes y advertencias desde el Poder: el secretario del comité central del PC checo, Havlin, ha recalcado que su partido «hace suyo el punto de vista del camarada Brejnev, y por ello irá a la lucha contra los enemigos del socialismo».
Con esta perspectiva más abierta a una diferencia de criterios dentro de la corriente socialista, parece que la actitud moralizante del presidente Carter y de su ministro Vance quedará en pura negociación sobre un acuerdo para el desarme. En Moscú se juega con la incógnita de si Vance propondrá un «gran desarme» o, más bien, una solución menor. Los medios soviéticos se inclinan a pensar en el segundo término de la opción.
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