Carter recibe al disidente Bukovski
En un gesto que refuerza su política de decidido apoyo a los disidentes soviéticos, el presidente Carter recibió ayer, en la Casa Blanca, a Viadimir Bukovski, a quien la agencia oficial rusa Tass calificó recientemente de «criminal».
Bukovski fue canjeado a finales de diciembre del año pasado por el dirigente comunista chileno Luis Corvalán, en una insólita decisión que fue ampliamente criticada en los medios internacionales. Desde entonces, el disidente soviético, de 34 años, ha residido en Europa occidental, y se trasladó hace unos días a Norteamérica, donde mantuvo entrevistas con miembros del Congreso. Antes de ser recibido por el presidente Carter, Bukovski conversó con el vicepresidente, Walter Mondale.La decisión del presidente norteamericano de entrevistarse con un destacado disidente del régimen soviético adquiere especial importancia habida cuenta de que su antecesor en el cargo, Gerald Ford, se negó el año pasado, al parecer por consejo expreso de Kissinger, a recibir en la Casa Blanca al premio nobel soviético Alexander Soljenitsin, que fijó su residencia en el norte de Estados Unidos.
La inminencia de las negociaciones de un nuevo acuerdo sobre limitación de armas estratégicas, que podría verse dificultado por un, deterioro de las relaciones entre Norteamérica y la URSS, hicieron que el Departamento de Estado considerara entonces inadecuada la entrevista entre el disidente soviético y el presidente Ford.
El cambio de actitud de la nueva Administración, que ya se ha visto enfrentada a la URSS por sus comentarios sobre Sajarov y Ginzburg, posee también una especial significación por el hecho de que la semana pasada dos líderes políticos europeos, el presidente francés, Giscard d'Estaing, y el canciller alemán, Helmut Schinidt, se negaran a recibir a otro disidente soviético, Andrei Amalrik.
Bukovski, que pasó niás de diez años en cárceles y hospitales psiquiátricos de la Unión Soviética, fue tachado de «criminal» en una reciente información transmitida por la agencia oficial Tass, que fue interpretada en Washington como un aviso de los soviéticos para que Carter suspendiera la entrevista de ayer. «Esta información -decía el telegrama de Tass- puede ser de interés para aquellos que desean conversar con este renegado.»
Los soviéticos acusan a Bukovski de formar un «grupo de asalto» destinado a cometer actos de terrorismo y de estar en contacto con organizaciones de exiliados anticomunistas. Pese a ello, accedieron a canjearlo por el dirigente comunista Luis Corvalán, encarcelado por el régimen militar chileno, que fue quien propuso el intercambio.
Una nueva acción que puede contribuir al enrarecimiento de las relaciones entre Washington y Moscú fue emprendida ayer por el exiliado soviético Alexander Soljenitsin, que anunció había contratado a un prestigioso abogado norteamericano, Edward Bennet Williams, para defender al disidente Alexander Girizburg, recientemente detenido por la policía soviética.Aunque Williams está seguro de que las autoridades rusas no le permitirán defender a Ginzburg en un tribunal, piensa que los acuerdos de Helsinki de 1975 podrían facilitarle alguna base legal de actuación. Poco después de la detención de Alexander Ginzburg, el Departamento de Estado norteamericano hizo pública su «preocupación» por este hecho, asi como por sus noticias de que el detenido estaba siendo sometido a un «tratamiento especialmente duro ».
Mientras el presidente Carter recibía a Bukovski, el delegado de Amnesty International en Moscú, Valentin Turchin, recientemente puesto en libertad, declaró que esperaba que la entrevista llegase a «ser histórica» porque Bukovski es un símbolo de la lucha existente en la URSS por los más elementales derechos humanos».
En la misma reunión, a la que asistieron el general Piotr Grigorenko y Anatoli Shcharanski, como representantes del «Grupo de iniciativa para la aplicación de los acuerdos de Helsinki» hicieron pública una carta, firmada por 54 contestatarios, entre ellos el premio Nobel Andrei Sajarov, en la que por primera vez los disidentes de la URSS se solidarizan con la Carta 77.
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