El presidente de Brasil inicia hoy su visita a Gran Bretaña
El presidente de Brasil, general Geisel, llega hoy a Gran Bretaña como invitado de la reina Isabel. Un gran número de policías le protegerá durante su estancia en Inglaterra de las diversas manifestaciones que se preparan en contra de su régimen.Más de cien parlamentarios británicos han condenado la visita de Geisel, acusando a su Gobierno de violar los derechos humanos. Un grupo de parlamentarios laboristas ha anunciado que boicoteará los actos oficiales en los que intervenga Geisel. Se prepara para mañana una manifestación frente al domicilio oficial del primer ministro, James Callaghan, donde irá a almorzar el político brasileño.
Realmente, la visita de Geisel tiene, sobre todo para Gran Bretaña, un significado económico. El Gobierno inglés quiere conseguir acuerdos para intervenir en los beneficios que pueda dar el desarrollo de la economía brasileña, especialmente en las áreas del transporte, el acero y la industria del petróleo.
Un hombre muerto; dos heridos, entre ellos un oficial de prisiones de Belfast; varios incendios y otros atentados son el resumen de las últimas 48 horas en el Ulster.
Los efectos de esta violencia le han costado al Gobierno británico, desde que se intensificó, en 1969, hasta marzo de este año, cerca de 200 millones de libras. En esa cifra no se incluye lo que cuesta el mantenimiento de los 15.000 militares británicos que permanecen en el Ulster desde aquella fecha.
La citada cifra refleja solamente lo que el Gobierno ha tenido que pagar como indemnización por los daños personales y por los perjuicios que la violencia ha causado en propiedades privadas.
Si se dividen los 200 millones de libras por el número de habitantes que tiene el Reino Unido, resulta que cada ciudadano británico, de cualquier edad y condición, ha pagado hasta ahora tres libras para sufragar los efectos de la situación que vive Irlanda del Norte.
Se considera que la publicidad que se le ha dado a estas cifras puede servir de apoyo para los que proclaman que la solución al conflicto que enfrenta a católicos y protestantes en el Ulster podría comenzar con la retirada británica del territorio.
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