Los españoles culpan a las empresas tecnológicas de devaluar la cultura escrita
El Cedro presenta un informe que revela que el 73% de los encuestados opina que las administraciones públicas priorizan los intereses tecnológicos sobre los culturales


Lo que hace la inteligencia artificial parece magia, pero en realidad es el resultado de una recopilación de datos que las empresas tecnológicas han utilizado durante años para alimentar sus sistemas. Los españoles culpan a este modelo de contribuir a la devaluación creativa editorial, al democratizar el uso no autorizado de contenidos protegidos, según el informe del Tercer Observatorio de Sostenibilidad de la Cultura Escrita. El estudio, presentado este jueves por el Centro Español de Derechos Reprográficos (Cedro) —la principal asociación española que gestiona los derechos de autor del sector editorial—, revela que el 72,7% de los encuestados opina que las administraciones públicas priorizan los intereses tecnológicos sobre los culturales.
“La IA no crea” dice Carme Riera, presidenta de Cedro, “se entrena con textos sin permiso de quienes los escriben o los difunden”. Riera ha asegurado que la situación se ha agravado, no porque la inteligencia artificial sea mala, sino porque “produce contenidos bajo la apariencia de ser originales cuando no lo son”. “Esto atenta a la sostenibilidad”, ha sentenciado. El informe demuestra que el 73% de los usuarios utiliza contenidos preexistentes en sus prompts, lo que implica que gran parte de los materiales empleados para entrenar IA tienen derechos de autor.
El estudio también revela un importante déficit de información sobre los derechos de autor. Héctor Jiménez, director ejecutivo de Qbo —la consultora encargada de la realización del informe— asegura que el conflicto está en el uso y que un 67,6% de los participantes considera que falta información en esta materia. Mientras que un 89% demanda con urgencia explicar mejor tanto los factores positivos asociados a la protección de la propiedad intelectual como los efectos negativos que la tecnología puede provocar sobre la creación cultural. Jiménez ha lanzado otro dardo al público de la Fundación Ortega-Marañón en Madrid: “Si no se actúa, ¿cómo se puede proteger?”.
Los ciudadanos consideran que la ejemplaridad institucional es clave. Casi la mayoría (96%) manifiesta que el cumplimiento de los derechos de autor por parte de las Administraciones es más importante que el de las empresas tecnológicas. Entre las prácticas que afectan a la sostenibilidad de la cultura escrita están el plagio o la reutilización de contenidos editoriales sin autorización ni remuneración, como las copias en instituciones; la distribución del clipping de prensa o el uso de obras para entrenar inteligencia artificial, señaladas por más del 75% de los encuestados. Estas prácticas reducen el valor de las obras y generan incertidumbre sobre el futuro del sector editorial. El impacto hacia los autores, explica el director de Qbo, está en generar pobreza creativa, ausencia de innovación y originalidad ante la falta de protección.

Uno de los problemas es que “se ha humanizado a la IA para generar confianza o empatía”, ha señalado Jorge Corrales, director general de Cedro: “No es inocente, al atribuirle rasgos humanos como voz y tono, se incrementa el sesgo positivo”. Apenas la mitad de la población piensa que representa un riesgo alto para la sociedad, especialmente por la manipulación informativa y la pérdida de pensamiento crítico. “No se trata de frenar la innovación, sino de darle dirección, y de garantizar que el progreso tecnológico no se construya a costa de la precariedad de quienes crean”, ha concluido Corrales.
El evento concluyó con un debate, entre las escritoras Carmen Posadas y Najat El Hachmi junto a Jesús Badenes, director general de la División Editorial del Grupo Planeta. Badenes defendió que la cultura escrita es un pilar de la democracia y que “las leyes deben proteger los derechos de los creadores”: “La IA no sustituirá el talento. Aunque le digamos que escriba una novela con el estilo de Borges, no podrá igualarlo. La inteligencia artificial tiene un papel muy secundario en la creación de nuevos contenidos o en una buena traducción”. Mientras, Posadas confía en que la palabra sobrevivirá: “Ha sobrevivido a todo: a los tiranos, a la quema de libros en diferentes épocas, a la técnica y creo que lo hará ahora. Estamos a tiempo de ponerle freno”. Por último, El Hachmi recordó que se trata de una “mitificación”: “La inteligencia solo es humana. La manera correcta de decirlo sería empresas tecnológicas que utilizan obras de autores para generar contenido… Nos han ganado hasta en el lenguaje”, lamenta.
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