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El congreso de la lengua de Arequipa homenajea a Vargas Llosa: “Era como las pirámides, siempre estaba ahí”

El rey Felipe VI preside un acto donde escritores, amigos y autoridades recuerdan en su ciudad natal al Nobel peruano, su ambición intelectual y política, su vida aventurera de trotamundos, su disposición al debate y su omnipresencia pública

David Marcial Pérez

“¿Es demasiado pronto para valorar la dimensión de Mario Vargas Llosa?”. La pregunta sobrevoló el auditorio casi al final del acto de homenaje al Nobel peruano, celebrado este miércoles durante el Congreso Internacional del Lengua de Arequipa (CILE) en Arequipa, su ciudad natal. Con la presencia en primera fila del rey de España, Felipe VI; amigos, escritores y autoridades loaron la figura de Vargas Llosa, fallecido esta primavera; su precocidad, su ambición intelectual y política, su vida aventurera de trotamundos, su disposición al debate, su omnipresencia pública. Pero la pregunta de Javier Cercas fue un paso más allá. El escritor español pedía tiempo ante la imponente trayectoria del homenajeado. Cercas confesó que él incluso no se atreve todavía a aceptar la palabra “amigo”, con la que el Nobel le consideraba. Y justificó su pudor recordando una generosa columna que Vargas Llosa escribió en los años noventa sobre uno de sus primeros libros. “Cambió mi destino, yo tenía treinta y pocos años y me leían mi familia y mis amigos. A esa edad, él ya tenía publicadas al menos tres obras maestras. Su generosidad fue algo que nunca pude corresponder. ¿Amigo? Era más como las pirámides, siempre estaba ahí”.

La celebración en Arequipa del CILE supone otro objetivo cumplido para Vargas Llosa, que impulsó en vida que la conocida como ciudad blanca, donde apenas vivió un año, fuera sede del congreso. El ministro español de Cultura, Ernest Urtasun, apuntó que España le debía un homenaje y “hacerlo aquí, en su Arequipa natal, es inmejorable”. Vargas Llosa vivió en distintas épocas en Madrid y Barcelona, donde escribió algunas de sus obras maestras. Tenía incluso la nacionalidad española y era académico de la Real Academia de la Lengua (RAE), uno de los organizadores del congreso. Urtasun subrayó que “pocos escritores han logrado alcanzar ese estatus en vida” y reconoció haber leído sus obras “con pasión, sorpresa y no siempre afinidad, pero nunca con indiferencia”.

Su faceta como intelectual público, quizá el último en su especie, fue muy analizada durante el acto. Se repasó su aventura política, que lo llevó incluso a presentarse como candidato a la presidencia de Perú y que acabó derrotado en las urnas por un ingeniero agrónomo que tiempo después se convertiría en un dictador, Alberto Fujimori. Antes había pasado una fase de fascinación por el marxismo, como casi todos los escritores de su generación, para ir desplazándose desde la socialdemocracia hacia una deriva ultraliberal. De Fidel Castro pasó a Margaret Thatcher.

Su apoyo a figuras polémicas, como Jair Bolsonaro en Brasil o Javier Milei en Argentina, e incluso su respaldo a Keiko Fujimori, la hija de su némesis en los noventa, lo tuvo en el permanente ojo del huracán de la discusión pública.

“Se pudo equivocar como nos equivocamos todos, pero él nunca se equivocó a su favor, siempre en su contra”, sentenció Cercas, que aventuró además que “si no se hubiera metido en todos esos berenjenales, en vez de ganar el Nobel de literatura a los 70 años [en 2010], lo habría ganado con 50 años”.

Luis García Montero, director del Instituto Cervantes, otro de los organizadores del congreso, discrepó acerca de la tesis de que su militancia política pueda haber oscurecido su carrera. Para él, “nunca convirtió sus novelas en instrumentos a favor de su ideología”. Y recordó una conversación a propósito de uno de sus últimos ensayos, La llamada de la tribu (2018), donde repasa y reflexiona las ideas liberales que le han marcado. Al leerlo, a García Montero, un poeta de izquierdas, le sorprendieron las altas dosis de autocrítica: “Le dije que parecía más cerca de mis ideas que de las suyas, y me respondió que cuando escribía de literatura, mandaba la literatura”.

El director de la RAE, Santiago Muñoz Machado, centró su intervención en ese vértice, precisamente, entre política y literatura. Recordó el discurso de presentación de 1972, tras ser aceptado como académico de la lengua en Perú. Lo dedicó a su paisano José María Arguedas y habló de sus cuentos “como el lugar donde se confunde realidad y ficción”. Se detuvo en algunos reproches de lectores que se acercaban con demasiada literalidad a sus obras, tantas veces construidos desde episodios históricos. Su respuesta está, según Muñoz Machado, en otro de sus ensayos, La verdad de las mentiras (1990), donde argumenta que solo mintiendo la literatura puede expresar una verdad que únicamente puede decirse de manera encubierta. Y cerró citando otro de sus escritos, su ensayo sobre la obra de García Márquez, para aplicar al propio Vargas Llosa algo que dijo de su colega: “El escritor es un disidente. Escribir novelas es un acto de rebeldía contra la realidad”.

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Sobre la firma

David Marcial Pérez
Reportero en la oficina de Ciudad de México. Está especializado en temas políticos, económicos y culturales. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en El País. Antes trabajó en Cinco Días y Cadena Ser. Es licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid y máster en periodismo de El País y en Literatura Comparada por la UNED.
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