Veintitrés novelas gráficas para celebrar el Día del Cómic de 2025
Redactores de EL PAÍS, críticos y estudiosos recomiendan una selección de historietas para disfrutar a lo largo de la jornada oficial dedicada al noveno arte en todo el mundo


Organizar una fiesta siempre genera inquietud. ¿Vendrá gente? ¿Se lo pasará bien? Y más cuando el anfitrión nunca ha sido el más adorado de la clase. Hace apenas dos años que el tebeo se atrevió a lanzar su celebración oficial. Al fin, se atrevía a pedir los focos que siempre se llevaban cine o novelas, a mostrarles a todos sus fortalezas, tras tantas décadas donde la sociedad le daba alguna palmadita, pero también miradas condescendientes, y solo en los nichos encontraba el respeto que merecía. El tercer Día del Cómic, que impulsa este lunes 17 de marzo el Ministerio de Cultura, quiere confirmar e incluso reforzar ambiciones y confianza del sector: habrá una miríada de actividades por todo el país, talleres, conferencias, encuentros con autores y hasta una cata de vinos centrada en Tintín en Granada. Se festejará la reciente participación de España como país invitado en el festival de Angulema, el más prestigioso dedicado al noveno arte. Aunque la mejor noticia para el evento es que acoge a cada vez más invitados: el año pasado, el 12,4% de la población lectora disfrutó de al menos un cómic en el último trimestre, frente al 2,8% de 2022, en datos oficiales. Para ese público, y para el que quiera sumarse y contribuir a subir el porcentaje, aquí van 23 recomendaciones.

‘La carretera’, de Manu Larcenet (Norma)
Una adaptación de la novela de Cormac McCarthy mucho más inspirada que la película realizada en 2009 por John Hillcoat. El dispositivo gráfico de Manu Larcenet es opresivo y espectacular al mismo tiempo. Uno de los trabajos más profesionales, en el mejor sentido de la palabra, de la temporada, y que vendría bien fuesen más habituales en el sistema comiquero español. Por Elisa McCausland.

‘Nocturnos’, de Laura Pérez (Astiberri)
Laura Pérez tiene una capacidad única para la evocación desde su dibujo, que en esta obra se acopla como un guante a esos momentos de oscuridad donde la realidad y la ficción se confunden en el mundo onírico, encontrando esos hilos sueltos de las historias que el día no acabó. Por Álvaro Pons.

‘Aguagim’, de Marina Sáez (Garbuix)
Humor, color y sabiduría de la que deja un poso cotidiano y hogareño. Un cómic divertido y efervescente de vidas maduras que comparten perspectivas pragmáticas y risueñas. Un cómic coral con ritmo y color de verbena porque la vida es larga y compleja, pero merece la pena asomarse a ella y compartir sus detalles en los vestuarios, en las duchas, en la piscina o en un banco del parque. Las protagonistas son 12 mujeres experimentadas, de entre 67 y 94 años, llenas de consejos y anécdotas, llenas de una vida larga donde se han tenido que reinventar en abuelas, donde han sufrido lo indecible, donde la muerte se asoma y unas se quieren ir otras se niegan a marcharse. Marina Sáez nos regala el pálpito de una generación extraordinaria condensado en un gimnasio. Por Ana Merino.

‘El inmortal Hulk’, de Al Ewing y Joe Bennet (Panini)
Este es un cómic de supérheroes como no has visto antes. Uno de los pocos tebeos Marvel recientes que ha logrado dar con la tecla de la originalidad y crear una colección de visiones salvajes, descarnadas y terroríficas. Hulk ha descubierto que es inmortal. Le hagan lo que le hagan. Aunque lo rebanen en trozos, él seguirá causando pesadillas allá donde vaya. Pero sobre todo las seguirá creando en la mente de Bruce Banner. Un tebeo psicológico que se atreve incluso a viajar al infierno para ascender a los traumas de abusos más profundos del profesor irradiado por la fuerza radiactiva. A su alrededor, toda una colección de monstruos espeluznantes. Tanto Stan Lee como Poe. Un relato de ciencia ficción a la oscuridad del alma. Y esa oscuridad es verde. Por Eneko Ruiz Jiménez.

‘Dinero. Revista de Poética Financiera e Intercambio Espiritual’, de Miguel Brieva (Astiberri)
No será porque no estábamos avisados. En un ejercicio de retrofuturo, desde principios del 2000, las viñetas de la revista Dinero han ido retratando estos enajenados tiempos contemporáneos. Entre la carcajada llena de dientes y la denuncia del ensordecedor silencio corderíl, entre trazos de belleza tan esplendorosa como falsa, acompañadas de caras de una estulticia abisal, Brieva lleva mucho denunciando lo que nos tratan de vender: “Las utopías están bien para la hora del bocadillo”. Y hay más. En la compilación de esta publicación visionaria leemos lo más hip para esta o cualquier otra primavera por venir: “Esta temporada que comienza se llevará un dinero más informal, menos clásico, con un corte dinámico y juvenil. Más tintas planas y menos filigranas”. Con prólogos de Andreu Buenafuente, Santiago Alba Rico y El Roto. Por Mar Padilla.

‘Deep It’, de Marc-Antoine Mathieu (Salamandra Graphic)
Hay caminos de sobra conocidos. Dan tranquilidad, confort, el placer de la enésima vez, en la vida como en la cultura. Hollywood los ha recorrido hasta la saciedad, igual que los videojuegos. El cómic tampoco es ajeno a ello: imitadores de Paco Roca, María Herreros o Ana Penyas se apuntan esperanzados a más de un concurso de tebeos, confiando más en el talento ajeno que en el propio. Marc-Antoine Mathieu, por suerte, hace todo lo contrario. Prueba, arriesga, plantea, desafía. Lo hizo con Dios en persona, sátira social sobre religión y política. Lo volvió a intentar con Deep Me, cuya premisa fascinante sobre qué es lo humano y su relación con las máquinas iba acompañada de un osado planteamiento gráfico, aunque la mezcla terminaba haciéndose demasiado densa. El reciente cierre de ese díptico, Deep It, confirma el atrevimiento gráfico, retoma algunos temas del anterior tebeo pero añade más capas y, sobre todo, un resultado más coherente. Habrá quien lo odie. Y quien lo agradezca. Habrá división, debate, incluso discrepancia. Bienvenidas sean. Por Tommaso Koch.

‘Las locuritas de Úrsula’, de Sergi Puyol (Apa Apa)
Lo cotidiano desde una mirada tan cercana que la viñeta se convierte en un espejo de uno mismo, que logra romper la cuarta pared sin necesidad de dirigirse al lector, porque el lector se convierte en uno más de los amigos de Úrsula. Por Álvaro Pons.

‘Ava’, de Ana Miralles y Emilio Ruiz (Astiberri)
Pocos artistas del cómic nacional pueden presumir de una carrera tan deslumbrante como la de Ana Miralles, y nadie como ella sabe retratar a las mujeres fatales, como empezó a demostrar en los noventa con su serie Eva Medusa, con guiones entonces de Antonio Segura. En Ava reconstruye el viaje a Río de Janeiro de Ava Gardner para promocionar La condesa descalza. Con un estupendo guion de Emilio Ruiz y el trazo seductor de Miralles, descubrimos a una mujer perseguida por la (mala) prensa, recién separada de Sinatra y acosada por el magnate Howard Hughes, obsesionado en convertirla en su esposa. Uno de esos cómics imprescindibles para amantes del tebeo o/y del cine. Por Aitor Marín.

‘Todo abruma’, de Dash Shaw (Blackie Books y Apa Apa)
Novelón gráfico —casi 500 páginas— que desgrana momentos flash en la vida de Christie, Kay, Mel, el profesor Karetzky, Ken y su hermano Ray, Dan, Carol, Maala y Fiona, en rumbos entrelazados por parques, librerías, hoteles, fiestas, barras de bar o pisos compartidos. Emocionante paseo a partir de los trazos en negro de Shaw, donde somos testigos de los pensamientos y las trémulas decisiones de sus protagonistas, sumergidos en un mar de incertidumbres y dudas —a veces hasta la parálisis— y rodeados de cosas, muchas cosas: libros y libretas, camisas, gafas, y rotuladores tipo Staedler negro 0.3 con trazo pigmentado. Como dijo el poeta Pessoa: “Tenemos, los que vivimos, una vida que es vivida y otra vida que es pensada. Y la única que tenemos es la vida dividida entre la verdadera y la errada”. Por Mar Padilla.

‘Café romántica’, de Simon Hanselmann (Fulgencio Pimentel)
Hay quien sostiene que, desde que el cómic se ha ganado un lugar más destacado dentro de la cultura española, también se ha vuelto más comercial. O, dicho de otra forma, que queda menos espacio para propuestas arriesgadas y de nicho que siempre han caracterizado al medio. Quizás sea solo otro reflejo del eterno choque entre independiente y mainstream, que tantas veces se repite en el cine o la música. Lo cierto, en todo caso, es que sellos como La Cúpula, Autsaider, Apa Apa o Fulgencio Pimentel publican habitualmente tebeos distintos, peculiares, sorprendentes. La última acaba de editar una buena muestra de ello: Café Romántica recopila 400 páginas de historietas de MM&O, la saga que ha encumbrado a Simon Hanselmann como uno de los autores más celebrados y extraños del dibujo underground. Una galería de fanzines originalmente autoeditados, llenos de bocazas, delirios, guiños de cultura popular, páginas de varios colores, sátira despiadada y toxicidad. Los seguidores del autor tasmano se alegrarán. Los demás, ¿se atreverán? Por Tommaso Koch.

‘Lo que más me gusta son los monstruos 2′, de Emil Ferris (Reservoir Gráfica)
Continuación de la historia de Karen Reyes iniciada en 2017, Lo que más me gusta son los monstruos 2 es un prodigio visual salido de los bolígrafos de Emil Ferris, que comenzó a dibujarla mientras se recuperaba de una enfermedad que la dejó paralizada. Una reconstrucción muy sugerente de una época física (los Chicago de los sesenta) y emocional (la adolescencia de una chica obsesionada con el Pulp) que constituye una obra monumental. Por Jorge Morla.

‘Quadern del cos i l’aigua’, de Maria Chordà y Montse Clavé (Godall)
Se trata de una reedición de un documento importante para el feminismo y la historia del cómic de nuestro país. Cuaderno del cuerpo y el agua nos retrotrae a la fecha y circunstancias de su publicación en 1978, cuando reivindicar el deseo entre mujeres de manera artística no surge de la nada, fue un acto político gestado en una comunidad de creadoras y lectoras de la Barcelona de a pie. Por Elisa McCausland.

‘La voz del oráculo’, de Liv Strömquist (Reservoir Books)
Pocas autoras entienden el mundo actual como Liv Strömquist. Su último cómic/ensayo navega a través de las teorías de varios de los filósofos más importantes del siglo XXI para sumergirse de lleno en nuestro universo de autoayuda en el que todo el mundo se permite dar consejos para “mejorar” nuestra vida: gymbros, tiktokers, expertas en belleza… Y, en el centro, siempre el “yo”. Un tebeo denso a través del que tendrás muchas conversaciones. Por Eneko Ruiz Jiménez.

‘Flight’, de Kuniko Tsurita (Gallo Nero)
Flight es una antología perfecta para los amantes del manga experimental. Pero también para quien no sepa qué significa eso y se atreva a descubrirlo. Kuniko Tsurita, primera mujer en publicar en 1965 en la revista Garo, desafió los límites con historias que se mueven entre la ciencia-ficción, el surrealismo y lo underground. Sus relatos, cargados de melancolía, retratan desde artistas marginales a prostitutas o hermanas caníbales, con una sensibilidad única. La autora también juega con los roles de género en una sociedad cargada de convencionalismos. Y a pesar de su tono trascendental, es a la vez puro entretenimiento. Por Tommaso Koch.

‘Todas las mañanas’, de Javier de Isusi (Astiberri)
Un cómic que te enseña a comprender el acogimiento familiar especializado de niños con problemas graves de conducta. Las acuarelas de Javier de Isusi te abrazan en cada secuencia, te explican lo que significa el amor generoso e incondicional de las personas que asumen la responsabilidad de cuidar a estos niños que arrastran enormes traumas. Narra la historia de dos familias que participan en el programa de acogimiento y tratan de ayudar a Axel y a Cristina a descifrar la angustia que les habita. Un cómic impregnado de realidad y compromiso, de convivencia y esfuerzo. Aprendemos sobre la niñez y lo importante que son las dinámicas familiares de refuerzo positivo. Lo necesarias que son las personas buenas que catalizan el amor y lo comparten con paciencia infinita. Por Ana Merino.

‘La esperanza pese a todo. Cuarta parte’, de Émile Bravo (Dibbuks)
A diferencia de su ilustrísimo compatriota Tintín, Spirou ha tenido muchas vidas desde que un prácticamente desconocido por estos lares Rob-Vel le diera vida en 1938 como imagen de la revista infantil que lleva su nombre. El maestro Franquin lo elevó a las más altas cotas creativas y, a diferencia de otros autores, Émile Bravo ha buscado su propio camino, dándole una mayor profundidad, a través de la serie La esperanza pese a todo, que por fin vio recientemente publicada en España su última entrega. Bravo se ha puesto muy serio para contarnos la odisea de este aventurero con la improbable profesión de botones durante la ocupación nazi de Bélgica y la consiguiente persecución de los judíos. Los tiempos que corren la convierten en una obra imprescindible y la personalísima línea clara del autor en toda una delicia para los ojos. Por Aitor Marín.

‘Recuérdanos para vivir’, de Joanna Rubin Dranger (Planeta Cómic)
Tal vez porque Europa se está asomando de nuevo al abismo de la intolerancia, las miradas literarias hacia el peor pasado de este continente se multiplican. En Recuérdanos para vivir, la autora sueca Joanna Rubin Dranger reconstruye la historia de su familia, judíos del antiguo Imperio ruso que recabaron en Suecia huyendo de los pogromos, aunque la parte de la familia que se quedó en el Este fue asesinada durante el Holocausto. Con dibujos en un precioso blanco y negro y sin bocadillos, este tebeo narrativo es un recorrido por una inmensa ausencia que nunca deberíamos olvidar. Por Guillermo Altares.

‘Las personas de los apartamentos dorados’, de Park Kun-woong (Tengu)
Una obra que sorprende por su planteamiento, que comienza como una pieza tradicional de misterio a lo Perdidos para terminar siendo un relato contundente sobre un episodio histórico. Memoria desde una visión fantástica que entronca con la tradición del teatro de sombras. Por Álvaro Pons.

‘Nellie Bly en la guardia de la locura’, de Virginie Ollagnier y Carole Maurel (Norma)
Sobrevivió a las broncas de su jefe Joseph Pulitzer, del muy sensacionalista New York World. Retó a la ficción dando la vuelta al mundo en 72 días, ocho menos que Fogg y Passepartout en la novela de Julio Verne. Se hizo pasar por enferma para denunciar las terroríficas condiciones del psiquiátrico para mujeres de la isla de Blackswell, en Nueva York. Es Elisabeth Jane Cochran (1864-1922), que firmaba como Nellie Bly sus reportajes de investigación. Para infiltrarse en el psiquiátrico consiguió que un juez, un médico y el público en un juicio la tomaran por loca. Le bastó con ser una mujer algo diferente. En esta novela gráfica, los colores oscuros del álbum —que a su vez es amable, didáctico— solo se iluminan ante alguna ráfaga de libertad y camaradería entre las encerradas. En un momento, una de las recluídas grita: “¡Están en la casa de las locas! ¡Las histéricas! ¡Las coléricas! Las melancólicas, las agitadoras, las cansadas, las audaces, las tristes, las excluidas de la sociedad, las rebeldes, ¡todas las mujeres que no pueden más!”. Por Mar Padilla.

‘Heroes Return. Thunderbolts’, de Kurt Busiek y Mark Bagley (Panini)
Seguramente las similitudes de este cómic con la próxima película Marvel, Thunderbolts*, serán superficiales. El nombre es la excusa para reunir a los villanos del famoso universo superheroico. Pero su estreno sirve para recordar uno de los lanzamientos más divertidos y sorprendentes de la historia de la editorial. Tras la quiebra de los noventa, Marvel decidió en 1997 dar un golpe y desterrar a los héroes de siempre a un universo desde cero. Mientras, en la tierra sin Vengadores se erigía un nuevo grupo. ¿Quiénes eran? Pues bien, no era hasta la última página de su primer número cuando el lector descubría que eran los villanos de siempre disfrazados y con un plan mortal. Desde entonces, este equipo ha tenido muchas caras, pero el clasicismo de la propuesta original de uno de los mejores escritores del género, Kurt Busiek, captará la atención de quienes busquen superhéroes de siempre, con dramas personales, devaneos, batallas, mucha continuidad… y, por su cualidad de secundarios, donde todo puede pasar. 70 números para quienes echen de menos la pureza del tebeo. Porque estos marginados liderados por un nazi como Zemo a los que nadie miró antes tienen mucha alma. Por Eneko Ruiz Jiménez.

‘El peso de los héroes’, de David Sala (Astiberri)
Un cómic autobiográfico que es como un catálogo de arte de gran formato. Desde la cubierta, David Sala se representa siendo niño en un campo de flores, a sus espaldas el retrato de su abuelo Antonio que pintó un prisionero antifascista alemán en el campo de Mauthausen. Los destellos de la memoria familiar son maravillosas viñetas donde narra las dos historias de lucha de sus abuelos españoles. Josep Sala, nacido cerca de Barcelona, y Antonio Soto, de un pueblo de Badajoz, sobreviven al espanto del fascismo y el nazismo. Se reinventan en Francia y sus familias cobijan el dolor de sus recuerdos. Pero Sala no solo nos muestra el relato heroico de sus ancestros, también nos sumerge en el tiempo de su niñez, en la atmósfera de la ilusión y del daño. El mal sigue al acecho y él también se salva. Sus pinceles condensan el bien y la belleza. Por Ana Merino.

‘Corto Maltés. La linea de la vida’, de Juan Díaz Canales y Rubén Pellejero (Norma)
Los españoles Juan Díaz Canales y Rubén Pellejero se enfrentaron a uno de los retos más difíciles que se puede plantear a un autor de cómics: continuar la historia de otro, en este caso de Corto Maltés, el gran aventurero creado por Hugo Pratt. La línea de la vida es su quinta incursión en las andanzas del marinero apátrida y es tan buena como las otras. El lector se encuentra con el aventurero de Pratt pero, a la vez, tiene su propia personalidad y engancha con los problemas del presente. En esta ocasión, recorre el México violento de principios del siglo XX. Los lectores de Corto solo podemos darles las gracias por hacer posible que la aventura continúe. Por Guillermo Altares.

‘Carcoma’, de Andrés Garrido (NuevoNueve)
Los une un pasado horrible, aunque nadie conoce el de los demás. También comparten un juramento. Y, por ende, un destino fatal: piratas, para siempre. Jamás la tripulación que se ha subido a bordo del galeón Carcoma podrá volver a poner pie en tierra. La dejó atrás, junto con sus torturados recuerdos. Fieles al capitán, hasta la muerte. O hasta que una misteriosa criatura marina aparece en el navío y empieza a trastocar una suerte aparentemente ya establecida. Los tintes negros y las viñetas agobiantes meten de lleno al lector en una historia llena de dolor, pero también de ternura. Por Tommaso Koch.
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