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Narcís Rebollo, representante de estrellas del pop: “Mi agenda no vale nada si no soy yo quien llama”

El ejecutivo musical, uno de los artífices de ‘Operación Triuinfo’ y hasta ahora presidente de Universal en España y Portugal, asume la dirección de la mayor agencia de servicios de artistas latinos: de Aitana a Bisbal, Yatra o Morat

Narcís Rebollo, en Madrid
Narcís Rebollo, en MadridBernardo Pérez
Luz Sánchez-Mellado

Nos vemos en su despacho de capo de la discográfica Universal para España y Portugal antes de que se mude al nuevo, y supongo que igualmente impresionante, de capo global de la agencia de servicios para artistas Global Talent Service (GTS). Acaba de conocerse la muerte del músico Liam Payne, de 31 años, al precipitarse desde el balcón de su hotel en Buenos Aires después de una noche de excesos. Empezamos la conversación comentando la noticia y Rebollo cuenta que él estaba el mismo día y en el mismo hotel de Bogotá en que murió de sobredosis, en 2022, Taylor Hawkins, batería de Foo Fighters, horas antes del concierto que tenía programado la banda en la ciudad. “Fueron a llamarle para el concierto, no bajaba, no bajaba, entraron y se lo encontraron muerto en la habitación”, narra. Se hace el silencio. La primera pregunta está servida.

¿Es Payne otra víctima del tópico “sexo, drogas, rock and roll”?

Creo que estas cosas ocurren en todos los gremios. El tema de la salud mental, derivada de la presión social a través de las redes, donde todo el mundo tiene una opinión, y de las expectativas que uno se genera, crea ansiedad, adicciones y depresión. Los excesos no son exclusivos del mundo de la música. Pero cuando ocurre en el entorno de un personaje muy conocido, la notoriedad y difusión es mayor. Pero eso mismo está ocurriendo en escuelas, universidades, negocios, el mundo de la moda, los medios. El artista quizá es más libre a la hora de expresar según qué hábitos y actividades que en otras profesiones, donde todo es más íntimo y oculto de lo que se deja ver.

GTS es una agencia de management. Explíqueme lo que hacen como si yo tuviera cinco años.

Todo se puede simplificar en la palabra manager. Nuestro foco es el artista. Hay una parte muy de coach, de escucharlo y entenderlo. Para mí sería incomprensible llevar a alguien que no conozco, simplemente por haberlo oído. Para trabajar con él necesito meterme en su cabeza, saber de sus miedos, sus ambiciones, sus sueños. Lo que más nos preocupa es su salud emocional, porque el riesgo de que el artista se pueda romper por la presión es alto para todos: a nivel personal, artístico...

¿Y económico?

Y económico, claro. Pero, fíjate que lo económico, cuando una empresa lleva a tantos artistas, se puede sustituir con otro, pero nosotros, yo, personalmente, tengo una responsabilidad con la salud emocional del artista, aparte del negocio. Una cosa es la responsabilidad, otra el éxito y otra el negocio.

¿Qué es para usted el éxito como manager?

Que se entienda lo que hace el artista de forma global porque el mundo de hoy tiene una capacidad de consumo en todos los países, sin fronteras. La mejor manera de crecer de un artista es viajar, conocer otros mercados, trabajar con otras culturas. Pero también conozco artistas con un talento enorme cuya ambición no es ser globales porque son felices en su ámbito y no quieren tener esa presión.

¿Los respeta sin presionarles?

Los respeto y los apoyo al 100%, aunque pueda haber en mí una cierta frustración de decir, ostras, con lo grande que es este artista, si tuviera un poco más de ambición, dónde podría llegar. Me acuerdo una vez, con Paco de Lucía. Estaban buscándole para un proyecto precioso con la Filarmónica, y él ni caso, no le apetecía. Recuerdo decirle: “Paco, cuando eres tan grande tienes una responsabilidad con la gente”. Es como Picasso, cuando eres tan grande, el peso que dejan en la historia ya no es solo suyo, es de todos.

¿El talento siempre se abre paso?

Eso sucede cuando algo se hace no para gustar y vender, sino por la necesidad de expresarse, de realizarse y de perdurar. Eso es el talento. Ese es al artista. Ahora que hay herramientas interesantísimas y que empezamos con el tema de la inteligencia artificial, el artista no se tiene que ver amenazado. La IA no es capaz de destruir un concepto, generar uno nuevo y emocionar. La inteligencia artificial no te penetra el alma.

¿Qué es lo que más le gusta de su trabajo?

Lo que a mí me pone de mi oficio es el reto de trabajar y de crecer con un artista. Ser parte de su vida y de su éxito. A mí, viendo a uno de mis artistas cantar y al público entregado, se me puede caer una lágrima como si fuera yo el que está cantando.

Habrá unos que le gusten más que otros.

Evidentemente, mis gustos musicales van muy separados de mis gustos profesionales. Pero también te diré que me puede gustar mucho un artista, cómo suena, cómo lo está expresando, aunque yo no sea fan ni hubiera ido nunca por mí mismo a ver a ese artista al concierto, y emocionarme igual.

Rebollo, en su despacho en la sede de Universal, delante de un cuadro de artista D*FACE
Rebollo, en su despacho en la sede de Universal, delante de un cuadro de artista D*FACEBernardo Pérez

¿Qué porcentaje de la música que suena hoy se escuchará en 25 años?

Un 3%, siendo optimista.

¿Solo?

Salen muchos millones de canciones al año. Que sobreviviera un 3% de toda la producción mundial sería un éxito. Pero, volvemos a lo mismo. Ese mismo porcentaje podríamos aplicarlo al mundo de los libros, al arte, al cine.

¿Cuál fue su primer contacto con cantantes?

Mi padre trabajaba en un banco y mi madre era ama de casa. A mí me encantaba la música, hacía cositas en radio, por una carambola, empecé a trabajar en una compañía pequeña, Divucsa, que llevaba a artistas muy mayores: Luis Aguilé, Betty Missiego, Karina, José Guardiola, que venían de una generación que había tenido mucho éxito y ya no lo tenían tanto, y una cosa fue llevando a la otra.

¿Le conmovían esos viejos rockeros, aunque no hicieran rock?

No, en el sentido de que me dieran lástima. Al revés, eran muy fuertes y perseverantes. Seguían trabajando con mucha vitalidad y asumiendo su momento en cada etapa, sabiendo que nadie es imprescindible. Aprendí muchísimo sobre gestión de egos y sobre cómo abordar el futuro. Cuando has sido el Dios del universo, tienes que saber que, en 20 años, puedes ser esa persona que no conoce nadie.

Después vino Operación Triunfo y la venta de su compañía, Vale Music, a Universal. Menudo pelotazo.

Yo he tenido la suerte de que nunca he pedido trabajo, nunca he mandado un currículo, ni he pedido un aumento de sueldo. De un sitio me llamaban del siguiente. Creo que cuando tú eres coherente, responsable, y no una persona dañina o que genera conflicto, la gente al final te quiere y te llama. Igual habría que ser una persona más cabrona.

También ha habido casos de denuncia de abusos de artistas hacia sus discográficas.

Esos abusos los comenten las personas físicas, no las empresas. En mi caso, jamás los he vivido o sufrido y, si en alguna ocasión ha habido una reclamación, se ha dado toda la información contractual. Nadie quiere tener un artista insatisfecho que cuestione el trabajo y la profesionalidad de su equipo. Es una relación basada en la confianza, el trabajo y la transparencia.

¿Qué hay que tener para aguantar en esto?

Sentido común, responsabilidad, disciplina y pasión. Tienes que amar lo que haces porque le vas a tener que dedicar muchas horas más de las que deberías sin importante el retorno. Estamos en una generación que los jóvenes les importa más lo que van a ganar que lo que van a hacer y eso es un drama. Nunca me ha importado lo que voy a ganar porque sé que, si lo hago, y lo hago bien, va a traer resultados, pero no lo hago pensando en eso. Vengo de una familia que necesitaba pagar las facturas, no he tenido una vida de confort y comodidades, pero sí de trabajo.

Ahora podría vivir sin trabajar, ¿por qué sigue?

Evidentemente, todo me va bien, no me quejo de esa parte. Trabajo porque me gusta. Y conozco miles de ejemplos. El trabajo es mi pasión, no porque me guste el dinero, sino el trabajo.

¿Cómo lleva posar en alfombras rojas con su mujer, Eugenia Martínez de Irujo?

La exposición pública nunca me ha gustado. El primer año de Operación Triunfo fui jurado y al segundo no quise serlo por eso mismo. Pero, a la vez, siempre he trabajado con gente que conllevaba esa exposición. En el caso de mi mujer, he tenido la suerte de que el bum mediático que ella pudo tener en su adolescencia, yo no lo he vivido. Ahora, cuando vamos a algún sitio nos sacan, entonces, vamos a dos o tres cosas y parece que estamos todo el día de fiesta en fiesta. Tenemos una relación en la madurez, y es otra forma de funcionar y de vivir las cosas. Ella también tiene muchas inquietudes artísticas, con la pintura, las joyas, las vajillas. Tenemos un equilibrio muy bueno, nos encanta lo que hacemos y la convivencia es muy sana y muy normal.

¿Cuánto vale su agenda?

Mi agenda no vale nada si no la utilizo yo. Lo importante no es tener un contacto, sino tenerlo y que te coja el teléfono. Al final la agenda es la relación personal que tienes con la gente.

¿Es mitómano?

Cero. No he pedido ni un autógrafo ni una foto a nadie en mi vida. Lo que sí soy es fetichista. Acumulo cosas y recuerdos de grandes músicos en varias naves, pero no por mitomanía, sino por guardar la memoria con idea de un proyecto de museo de la música. Compadezco a quien tuviera que ordenarlo.

Con el poder que tiene, ¿le hacen mucho la pelota?

Sí, y lo noto. Pero tengo la ventaja y la suerte de que me da igual. Cuando has convivido con artistas muy famosos, incluso con mi mujer, tienes un radar y un entrenamiento por el que notas si vienen por la persona o por el personaje.

¿Y cuál es su política con los aduladores?

Soy cero clasista, en el sentido de que no discrimino ni aparto, pero sí limito el tiempo y la conversación. A veces, no son tanto pelotas, sino que tienen una admiración injustificada por el trabajo que haces, luego está el pelota interesado, el pelota adulador, hay muchas categorías.

Su esposa es aristócrata, pero, para usted, ¿qué es la aristocracia?

Para mí los aristócratas son los que hacen que las cosas cambien, los que generan tendencias, que pueden gustarte o no, cuando tú rompes el molde dices: chapó. Y esa gente, normalmente, no tiene el ego hipertrofiado, porque su foco no le permite estar en eso.

O sea, los más grandes tienen el ego más pequeño

O son los que han trabajado más para tenerlo a raya, bajo control, porque, al final, si tú eres sir Paul McCartney, una leyenda de la música, claro que tienes ego, pero tienes que gestionarlo muy bien para no anquilosarte y seguir tu evolución artística.

Defíname en tres palabras a estos artistas, que son o han sido de su catálogo: Rosalía.

Visión, talento, empoderamiento.

Bisbal.

Familia, disciplina, lealtad.

Alejandro Sanz.

Influencia, arte, leyenda.

Aitana.

Luz, futuro, universal.

EL SUPERMÁNAGER

Narcís Rebollo (Figueras, Girona, 53 años) estudió un par de cursos de Psicología, pero casi todo lo que sabe de egos y relaciones personales lo ha aprendido en la vida y en el trabajo. Hijo de un empleado bancario y de un ama de casa, y apasionado de la música, sus primeros pinitos en una emisora de radio local lo pusieron en el camino de la industria discográfica. Después de trabajar con artistas veteranos en la editora Divucsa, fundó su propia compañía, Vale Music, con la que participó en el fenómeno social y de ventas de Operación Triunfo, hasta que la discográfica Universal compró su firma. Presidente de Universal para España y Portugal durante los últimos 10 años, ahora dirigirá la mayor agencia de servicios para artistas, Global Talent Service, que llevará las carreras de Aitana y David Bisbal, Sebastián Yatra o Morat, entre otros.


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Luz Sánchez-Mellado
Luz Sánchez-Mellado, reportera, entrevistadora y columnista, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y publica en EL PAÍS desde estudiante. Autora de ‘Ciudadano Cortés’ y ‘Estereotipas’ (Plaza y Janés), centra su interés en la trastienda de las tendencias sociales, culturales y políticas y el acercamiento a sus protagonistas.
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