El fotógrafo de cine que triunfa con una cámara retro
Jorge Fuembuena expone su trabajo ‘A través de la mirada’ en la galería de cristal de CentroCentro, en el marco del ciclo de cine de verano ‘Cibeles de Cine’, en Madrid
A Jorge Fuembuena (Zaragoza, 45 años) se le considera fotógrafo porque se gana la vida haciendo fotografías, pero, por cómo las toma, cree que debe ser considerado un artista. El maño, que se mueve entre el mundo del cine y el de la fotografía, se encuentra inmerso en varios proyectos cinematográficos, entre ellos la película Día de caza, que dirige Pedro Aguilera, con Carmen Machi, Rossy de Palma y Blanca Portillo como protagonistas. Además, este verano (hasta el 12 de septiembre) presenta la exposición A través de la mirada en la galería de cristal de CentroCentro de Madrid, en el marco del ciclo de cine de verano ‘Cibeles de Cine’. Fuembuena muestra 24 retratos tomados durante años en el festival de San Sebastián.
En la muestra, el rostro de la directora de cine Agnès Varda da la bienvenida con una mirada de reojo y su pelo bicolor. Tras ella, los retratos de 23 artistas cuelgan de la cúpula transparente, entre los que se encuentran actores y actrices como Julie Delpy, Timothée Chalamet, Johnny Depp, Ana de Armas, Jessica Chastain o Susan Sarandon.
Cuando se juntan ambos mundos, cine y fotografía, la respuesta de Fuembuena siempre es sí. Sus retratos son el resultado de un “encuentro íntimo de mucha horizontalidad, donde el espectador encuentra su propio reflejo”, describe el fotógrafo. Fuembuena subraya que se genera un diálogo “entre autor, lector y espectador” en el que lo fundamental es la empatía. “Hay que ponerse en el lugar de los demás, es como un ritual de encuentro con las personas, una oportunidad de acercarse al otro”.
Resulta difícil generar ese ambiente de intimidad en unos días tan estresantes como son los de un festival de cine, pero precisamente es ese bullicio lo que le gusta a este fotógrafo, a diferencia de las sesiones de estudio, donde el retratado se encuentra solo ante la mirada del que lo contempla y lo interpreta. En esa soledad le resulta más fácil crear la “correspondencia emocional” necesaria para obtener una buena imagen. Es esa conversación con quien está al otro lado de la cámara lo que le interesa a Fuembuena del retrato, cuyo elemento clave es la mirada. La dirección de los ojos, a veces esquiva en sus fotografías, permite crear “narrativas potenciales”. Por eso, dice, las imágenes no son buenas explicando, sino que son visiones parciales.
Más allá de ser su trabajo, la fotografía le sirve como medio de conocimiento e interacción con los demás. A partir de ella desarrolla el pensamiento crítico, el divergente e incluso el político. “En la práctica artística siempre hay una dimensión ética y antropológica relacionada con la posibilidad de la libertad humana. Utilizo la fotografía como instrumento para reflexionar sobre la naturaleza del ser individual y el ser social”, explica. Surge entonces la inquietud de conocer la reflexión que reside en los retratos que expone en Cibeles de cine. Él lo describe como un juego de inmersión de realidad, “la exploración de uno mismo a través del otro mirado”.
En A través de la mirada, Fuembuena se ha inspirado en la historia del retrato, en los bustos griegos y romanos, en El Greco, Durero y Rafael, y en sus retratos individuales que eliminaban lo superfluo. Aspira con ello a crear un espacio pictórico. Intenta que los retratados rompan los clichés de la sonrisa, un semblante que, unido a su posición, les otorga la deseada imagen escultórica.
Fuembuena destaca de su método la cámara que utiliza, una Wista de placas, un modelo del siglo XIX que funciona con un fuelle que conecta el objetivo con la placa que recoge la imagen. No hace más de tres fotografías a cada persona y, en sus palabras, él no dispara, eso es cosa de paparazis, lo suyo “es el hecho fotográfico”, por lo que se toma su tiempo para tomar la imagen deseada.
Aunque se le conozca mayoritariamente por su trabajo en el cine, Fuembuena desarrolla también “proyectos personales de creación”, en los que lleva trabajando más de 10 años. El primero, Chavales del arroyo, fue fruto de su beca en la Academia de España en Roma y trató las contradicciones, el misterio y el conflicto en la obra del escritor y cineasta italiano Pier Paolo Pasolini. Inspirándose en las figuras de Caravaggio, visitó los barrios romanos donde el director rodó para recoger la belleza del fracaso. También tiene un trabajo sobre Buñuel, Insectum, que explora la fe, el erotismo y la muerte, tan presentes en la obra del cineasta español, y un último proyecto que inició gracias a EL PAÍS, cuando el diario publicó que se subastaba el archivo erótico de Berlanga, que ahora él ha digitalizado.
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