José Manuel Magano, fotógrafo: “Se puede perder la vista, pero no la mirada”
El artista inaugura una exposición en el Museo Tiflológico de Madrid compuesta por 20 imágenes tomadas después de perder la visión casi por completo
Jose Manuel Magano ha sentido pasar su vida a través del obturador de la cámara. Este madrileño de 60 años ha crecido y persistido en la fotografía analógica o “química”, como él prefiere llamarla. Su técnica de la calitipia se remonta a los inicios de la fotografía, en el siglo XIX, por lo que sus cámaras valen tanto para retratar como para exhibirse en un museo. A partir del primer desprendimiento de retina que sufrió a los 29 años ha perdido progresivamente la visión, “pero no la mirada”. En 2012, perdió el ojo derecho; en 2019, el izquierdo. Su mundo se fundió a negro, pero la pulsión inherente por pintar con la luz ha permanecido encendida, aunque ahora con un estilo más oscuro y brumoso, apreciable en Mucho por ver, la muestra de una veintena de fotografías que exhibe hasta el 23 de marzo en el Museo Tiflológico de Madrid (Calle de La Coruña, 18).
Pregunta. ¿Cómo toma sus fotografías?
Respuesta. Yo trabajo de memoria. Salgo al campo siempre con mi mujer y vamos a sitios que ya conocemos. Cuando llegamos, le pregunto qué luz hay, por dónde entra, si hay nubes o si es un contraluz. Mi mujer me cuenta lo que está viendo y yo lo que hago es que me sitúo con mi cámara y disparo. Luego, cuando llego aquí [al laboratorio] revelo el negativo yo solo, no me hace falta nadie porque se trabaja a oscuras y en eso, mejor que yo, no creo que haya otro. Además, llevo tantos años que no me hace falta verlo.
P. ¿Memoria fotográfica?
R. Un ciego de nacimiento no tiene memoria visual, no podría hacer lo que yo hago, pero yo he visto, conozco la luz, las nubes, los árboles, no me tengo que hacer una idea. Entonces lo que hago es que disparo por memoria.
P. ¿En qué momento aprieta el obturador?
R. [Risas]. Es difícil de explicar, la gente va a alucinar, pero normalmente disparo cuando tengo una buena sensación. En la exposición hay una fotografía en la que se ve un puntito de sol y un pájaro volando en el mar. Eso está hecho en Cádiz, donde estábamos mi hija y yo esperando la puesta de sol. Yo oía los pájaros y le decía: “Cuando creas que entra un pájaro en el encuadre, me avisas”. Entonces ella me iba avisando, “ahora”, y yo disparaba.
P. ¿Por qué el título de Mucho por ver?
R. Cuando en el 2019 pierdo la visión en el ojo izquierdo, pienso “se acabó, ya no vuelvo a hacer fotografía”. Pero yo tengo la necesidad de enseñar, de escribir con imágenes. Mi mujer me dijo: “Si tienes la necesidad, ¿por qué no lo haces?”. Entonces empecé a disparar y empecé a plantearme que tenía una nueva visión y que todavía me queda mucho por ver. Es una cosa que me digo a mí mismo.
P. ¿Se puede perder la mirada?
R. No. Se puede perder la vista, pero no la mirada. La mirada no la tenemos en los ojos, yo me he dado cuenta de eso ahora. La mirada la tenemos dentro. Tú miras con el alma, con tus vivencias. Yo estoy mirando ahora con ese bagaje que tengo de antes, que me permite mirar de otra manera y no haber perdido la mirada.
P. ¿Son sus imágenes oscuras y nebulosas?
R. Puede que sí. Creo que al menos estas, a partir del proceso este en el que casi no veo, son mucho más oscuras, porque realmente es la sensación que tengo del mundo, que está todo muy oscuro, muy nubloso. Es como si tú miraras a través de una cortina, pero con un paisaje muy poco iluminado. Pero algo de luz siempre hay en el cielo, en la calle, pues eso es lo que yo más o menos veo habitualmente y lo que recreo en mis imágenes. Un poco inconsciente o conscientemente pretendo que la gente se dé cuenta en mis fotografías de cómo veo yo, para que se pongan en mi situación.
P. ¿Hay un mensaje implícito?
R. Cuando decido continuar después de que el ojo izquierdo se acabara de estropear, es cuando me planteo hacer una nueva serie. Pero ese camino ya es difícil, me cuesta más trabajo. Ahí es cuando empiezo a tomar esas fotografías que llamas oscuras, en las que me doy cuenta de que no todo es tan negro como te lo pintan. Siempre queda un pequeño resquicio de luz, yo todavía me agarro a él.
P. ¿Qué lo motiva a mantener un método tan antiguo para fotografiar?
R. Yo necesito tocar, trabajar con las manos, no sé si es una cuestión de quienes no hemos visto nunca bien. La fotografía no es solo el momento del clic, es todo el proceso hasta que lo llevas a un soporte [impreso]. Cuando hago una fotografía, ya estoy pensando en qué soporte la voy a poner, en qué tipo de papel voy a usar, el tamaño, los colores y la sensación que quiero transmitir. Eso me lo permiten los procesos antiguos, porque yo manipulo todo, me permiten oscurecer o aclarar las luces, las sombras, me permite lo que a mí me gusta: crear imágenes. A mí no me gusta retratar la realidad, me gusta crear mi propia realidad.
P. ¿Cómo lleva el no poder apreciar el resultado final?
R. La imaginación es una poderosa herramienta y yo por suerte soy muy imaginativo.
P. ¿Celebra la eliminación de la palabra “disminuidos” de la Constitución?
R. Yo creo que se han quedado cortos. No debería llamarse discapacidad porque se nos sigue diferenciando por el hecho de que tú eres más capaz que yo, y eso es mentira. Tenemos diferentes capacidades. Imagina las personas que no tienen piernas y corren, seguramente corren a mayor velocidad que tú. ¿Son discapacitados? Yo creo que no, tienen una capacidad superior a los que se consideran normales. Tendremos que seguir evolucionando, esto es un camino de largo recorrido.
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