Muere Concha Velasco: una actriz que nunca dejó de agotar las localidades
‘La Velasco’, como se la conocía en el mundo del teatro, debutó en 1954 y se retiró en 2021. Triunfó con José Sacristán en ‘Yo me bajo en la próxima, ¿y usted?’, de Adolfo Marsillach
En una profesión donde incluso las mejores actrices tienen muy difícil mantenerse en el candelero cuando alcanzan la edad madura, Concha Velasco fue una figura capaz de seguir arrastrando al público masivo a los teatros. En estos últimos años, su fama hizo que se colocara a diario el cartel de “localidades agotadas” durante las representaciones de la Hécuba de Eurípides, que no se cuenta entre los clásicos griegos con más tirón, o que obtuviera un éxito enorme en Reina Juana, soliloquio biográfico cuyo activo principal es la humanidad que la actriz, a sus 76 años, le confería al papel de doña Juana la Loca, mujer cruelmente sometida por su familia.
Con José Carlos Plaza, director de Hécuba, mantuvo un idilio profesional desde 1988, cuando la dirigió en Carmen, Carmen, comedia musical donde interpretaba a un arquetipo femenino apasionado y rebelde, escrito a su medida por Antonio Gala. La Velasco (que es como la llamó siempre el gran público, cariñosamente) había debutado en 1954 en Bienvenido, Mister Dólar, revista musical escrita al rebufo del éxito cinematográfico de Bienvenido, Mister Marshall. En ese género trabajó junto a la vedette Celia Gámez, que le enseñó todo lo que es importante en el oficio teatral. Su segundo Pigmalión fue Luis Escobar: “Esta niña es muy mona, pero no sabe hacer nada. Lo que tiene son unas piernas y un culo estupendos, y mucha gracia”, le dijo el empresario del teatro Eslava a uno de sus colaboradores, en presencia de la actriz en ciernes.
Su carrera parecía destinada a seguir en la comedia musical cuando Gustavo Pérez Puig la llamó para hacer el papel de Juana de Arco en La Alondra, de Anouilh, para TVE. Después interpretó un Tenorio con decorados de Dalí, en el que conoció a Paco Marsó, que pronto sería el productor de sus mayores éxitos… y su esposo, durante 28 años.
La Velasco mantuvo una amistad estrecha, intrincada y fructífera con Antonio Gala. Fue su actriz predilecta. Estrenó cuatro obras dramáticas (Las cítaras colgadas de los árboles, Las manzanas del viernes, Inés desabrochada…) y dos comedias musicales suyas, producidas por Marsó. Su carrera, en la que suma dos Premios Nacionales de Teatro, se singularizó por la fuerza, el relieve y la continuidad que supo darle a la comedia musical española durante una época en la que esta parecía abocada al declive, ante el empuje de los musicales británicos y estadounidenses.
Entre las supervedettes, fue lideresa junto a Esperanza Roy. Con su querido Paco Valladares protagonizó ¡Mamá, quiero ser artista!, crónica donde Ángel Fernández Montesinos, su director, caricaturizó a las chicas que, como ella, llegaban a Madrid en busca de un estrellato escurridizo, utilizando un perfilado cómico similar al que popularizara Lina Morgan en La tonta del bote. Adolfo Marsillach la fichó para ser el motor femenino de Yo me bajo en la próxima, ¿y usted?, junto a José Sacristán, con el que entabló una fuerte amistad, y después la convirtió en protagonista de Mata-Hari (1981), ambiciosa comedia musical de los años de esplendor del Teatro Calderón de Madrid.
Entre sus interpretaciones inolvidables figuran las de Las arrecogías del beaterio de Santa María Egipcíaca, de Martín Recuerda; Buenas noches, madre, junto a Mari Carrillo; La rosa tatuada, de Tennessee Williams; Hello, Dolly!, dirigida por Plaza; y La vida por delante, de Roman Gary, un éxito merecido que renovó su estado de ánimo, en 2010. En septiembre de 2021 anunció en su Valladolid natal su retirada, al terminar una función de La habitación de María, obra de Manuel Velasco, su hijo mayor.
Babelia
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