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¿Por qué el diario de Anne Frank es un libro incómodo?

Una guardería alemana renuncia a llevar el nombre de la célebre adolescente víctima del Holocausto, y en EE UU la novela gráfica de su célebre diario es retirada en dos escuelas

Anne Frank, retratada en una fotografía sin datar.
Anne Frank, retratada en una fotografía sin datar.Cordon Press
Isabel Ferrer

La vigencia de la figura de Anne Frank, la autora del Diario más famoso del Holocausto, está siendo cuestionada por distintos motivos dentro y fuera de Europa. En Alemania, una guardería en el Estado federado de Sajonia Anhalt que lleva su nombre quiere cambiarlo. Prefieren que el centro lleve uno sin carga política, según han explicado su directora y el alcalde a la prensa local. En pleno estallido bélico en Gaza y ante la multiplicación de actos antisemitas, les parece que la historia de Frank ―escondida de los nazis en Países Bajos y muerta a los 15 años en un campo de concentración― resulta difícil de entender para los niños.

En Estados Unidos, la controversia que rodea a la autora del diario adolescente más famoso del siglo XX es otra: se ha considerado inapropiada la versión ilustrada del relato de la adolescente judía por sus alusiones explícitas al sexo. Y lo cierto es que lo ocurrido con este álbum no es un fenómeno aislado. Según la Asociación Estadounidense de Bibliotecas (una ONG), las prohibiciones o intentos de vetar libros han aumentado en 2023 tanto en las bibliotecas escolares como en las públicas.

En dos colegios de Texas y Florida, una viñeta de la versión gráfica donde Frank aparece paseando entre unas estatuas desnudas, y otras donde describe sus genitales y le propone a una amiga mostrarse el pecho han sido considerados como poco apropiados para escolares de entre 13 y 14 años. Este septiembre, un profesor de Texas fue despedido por la lectura en clase de esta obra. En Florida, el diario ilustrado fue suprimido el pasado marzo del catálogo de la biblioteca de una escuela de secundaria por motivos similares.

Referencias sexuales

En opinión del historiador Kees Ribbens, apartar las referencias visibles de la desnudez o el sexo en el contexto del Holocausto “no tiene que ver con el antisemitismo, sino con la negación de la individualidad de las víctimas”. Y eso, según alerta, parece ir de la mano de una falta de comprensión de lo que fue la Shoah. “Se asesinó a seis millones de personas, una por una, lo que no encaja en esa imagen idealizada de unos seres humanos congelados en el tiempo. Cuando creces, lo lógico es preguntarse quién eres y sorprenderte con los cambios de tu cuerpo y cuestionar a quienes te rodean, como hace Anne Frank. Si la interpretación se reduce a una serie de estereotipos, ello limita la posibilidad de que el lector entienda realmente a las víctimas del Holocausto como seres individuales”, asevera Ribbens, investigador NIOD (Instituto de Estudios sobre la Guerra, el Holocausto y el Genocidio) de Ámsterdam.

Este caso de censura del libro de Anne Frank es significativo porque la Shoah forma parte del temario escolar obligatorio en EE UU. Por eso, el Diario en su versión no ilustrada se mantiene como libro de consulta en la misma escuela que aparta luego la versión ilustrada de las aulas. “Parece ser que los padres pueden apelar a un comité y protestar sobre ciertos libros de las bibliotecas escolares. Y esto a pesar de que la información se mueve cada vez más rápido por internet y los libros son cada vez menos la principal fuente de conocimiento para los niños”, apunta Bart Wallet, catedrático de Estudios Judíos de la Universidad de Ámsterdam. Lo ocurrido le parece una especie de guerra cultural y recuerda que hay “todo tipo de intentos de limpiar las bibliotecas de lo que sea racista, colonialista, imperialista… Al mismo tiempo, surgen grupos de extrema derecha que, en parte como reacción, prohíben libros sexualmente explícitos o que abordan asuntos de género”.

Por su parte, Hans Wallage, investigador sobre el antisemitismo, abunda en la singularidad de los centros educativos de Texas y Florida, y recuerda que el Diario es una buena forma de llegar a los adolescentes “porque puede ayudar a mostrar a los estudiantes las terribles circunstancias soportadas por los judíos durante la Segunda Guerra Mundial”. Desde la Casa de Ana Frank, en Ámsterdam, también subrayan el éxito de las novelas gráficas entre los jóvenes, y califican su retirada en los centros de EE UU de “oportunidad perdida para presentar a un nuevo público la vida y la historia de la niña, y del Holocausto”.

La historia de Anne

Otto Frank, el padre de Anne, fue el único superviviente de la familia, ya que su esposa, Edith, y su otra hija, Margot, no volvieron de los campos de concentración. Tampoco regresaron las otras cuatro personas que estaban escondidas en el mismo lugar que la familia.

Cuando el progenitor de Anne leyó el Diario después de la guerra, no se sintió a gusto con los pasajes en los que la niña se refiere a los cambios que experimenta su cuerpo y a sus sentimientos. No se sabe si le turbaba que pensara en esas cosas o el simple hecho de hacerlas públicas. “En los años ochenta, el manuscrito original fue evaluado e investigado y vieron que faltaban cosas que se fueron añadiendo a las nuevas ediciones. Los autores de la adaptación gráfica se han apoyado en esas versiones más completas”, aclara Ribbens.

Ana Frank y su amiga imaginaria Kitty, en una imagen de 'Dónde está Ana Frank', adaptación al cine de la versión en cómic (ambas, de Ari Folman) de los 'Diarios'.

La adaptación gráfica del Diario la firmaron el cineasta israelí Ari Folman, que también la ha llevado a la gran pantalla, y el ilustrador David Polonsky. El álbum fue publicado en 2018 y ha sido traducida a más de 30 lenguas―en español por Debolsillo―. La novela gráfica se dirige a jóvenes de la misma edad a la que Anne Frank empezó a escribir, 13 años. A los 15, entre febrero y marzo de 1945, murió de tifus en el campo de concentración de Bergen-Belsen.

Anne Frank “se ha convertido en un icono del humanismo y eso lleva a que no te fijes casi en la niña de verdad”, apunta el catedrático holandés Bart Wallet. “Los autores de la novela gráfica querían devolverle su humanidad, y hay imágenes que el puritanismo evangélico debe considerar demasiado explícitas”. Al abordar el Diario no se piensa en las alusiones a la sexualidad, que ya aparecen en el texto original, pero la autora entra de lleno en la pubertad en el anexo de una casa de los canales de Ámsterdam donde se escondió en 1942 de los nazis. Fue descubierta en agosto de 1944. “No es el primer libro donde una adolescente escribe de forma clara y sincera. Puede que la polémica desatada en EE UU sea porque ella se convirtió, por definición, en la niña más inocente del mundo y tiene un aura romántica”, recuerda Kees Ribbens.

Yves Kugelmann, miembro de la junta directiva del Fondo de Anne Frank, que gestiona los derechos del Diario desde Basilea (Suiza), asegura que la adaptación a novela gráfica “es el resultado de un largo proceso de preparación”, que incluyó a Buddy Elias, primo de Frank, que presidió la entidad y falleció en 2015. La retirada en esos centros escolares de la versión ilustrada del Diario “no es esencialmente por antisemitismo, sino por antimodernismo, y eso alcanza a otros muchos libros”, reflexiona.

Hemos santificado a Anne Frank y así la simplificamos, cuando las vidas reales son mucho más complicadas”
Kees Ribbens.

Naomi Mestrum, directora del Centro de Documentación e Información de Israel en Holanda, una fundación independiente, cree que la reacción en las escuelas estadounidenses se debe a estrechez de miras. “Parece un centro conservador, cristiano y muy puritano. En Europa ha habido problemas en algunas escuelas con asuntos de sexualidad, pero nada relacionado con Anne Frank”. Kees Ribbens concluye que, en cierto modo, “hemos santificado a Anne Frank y así la simplificamos, cuando las vidas reales son mucho más complicadas”. La Casa de Ana Frank cifra en 70 las lenguas a las que se ha traducido hasta la fecha el Diario.

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