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José Carlos Molina (Ñu): “La lucha ha sido dura, sí. Pero la hemos disfrutado”

El veterano músico madrileño edita nuevo disco y habla de su relación con Rosendo Mercado, de Rosalía, de su fama de poseer un carácter difícil o de sobrevivir en el rock en España

José Carlos Molina, líder de Ñu, el pasado lunes posando en Madrid con una de sus flautas.
José Carlos Molina, líder de Ñu, el pasado lunes posando en Madrid con una de sus flautas.Samuel Sánchez
Carlos Marcos

Se fue a la cama a las 6 de la madrugada y se ha levantado a las 14 h. Tiene 68 años. Es su horario habitual. Asegura que ha estado retocando algún instrumento de un disco antiguo suyo con un programa de Inteligencia Artificial. “Me entretengo mucho con la técnica, y hay algunas baterías con un sonido criminal por culpa de los estudios. Además, vivo solo, así que no molesto a nadie”, señala mientras camina por su barrio, Legazpi, en Madrid. José Carlos Molina fundó Ñu en 1974 y todavía sigue, con un disco reciente llamado Yo estoy vivo. Hasta que nadie demuestre lo contrario Ñu es el grupo más longevo del rock español trabajando de forma ininterrumpida y con el mismo líder. Molina, tres hijos y cuatro nietos, arrastra dos leyendas: un carácter áspero y un talento desaprovechado. De las dos cosas habla en esta entrevista que arranca pidiendo unas cervezas.

Pregunta. Formó Ñu con Rosendo Mercado. Usted era el talentoso: cantante, flautista y letrista. Detrás estaba Rosendo. Sin embargo, él llegó más arriba. ¿Por qué?

Respuesta. A lo mejor era más sencilla de manejar la historia de Rosendo que la mía. Al fin y al cabo, lo tenía hecho con un bajista y un batería. Eran canciones más o menos fáciles para llegar al público. Quizá Rosendo era menos exigente que yo, pero creo que él lo ha hecho muy bien ¿eh? Él quería llevar un rollo Rory Gallagher y yo quería hacer otra cosa más experimental. La música de Rosendo es para más púbico, más jaleo. Y lo mío es para un público más reducido al que le gustan los arreglos musicales, etc.

P. ¿Hace cuanto que no habla con Rosendo?

R. Hace mucho. La última vez que lo vi fue en un concierto en Palas de Rei, Galicia, donde coincidimos. Yo creo que fue hace más de 10 años [fue en 2005]. Era un cartel Rosendo y Ñu.

P. ¿Hablaron?

R. Sí, claro. Me dijo: “Qué bien os ha quedado El tren”. Los dos tocamos El tren [un tema de la época de Ñu que luego Mercado heredó para Leño y en solitario].

Yo no he tenido mal carácter. He luchado por mejorar las condiciones de los músicos. Me rebelaba contra cosas que creía injustas, como no respetar la hora del comienzo de un concierto, o lo mal organizado que estaba algo, o las chapuzas que hacían en las compañías de discos”

P. La letra de El tren es suya ¿no?

R. Sí. La hice con todo lo que me había contado Chiqui Mariscal [bajista de Leño] de un viaje alucinógeno, porque yo no había probado nada.

P. Por qué no hizo mella la heroína en el rock español, algo que sí pasó con algunos grupos de la Movida.

R. Yo por el miedo a las agujas. También creo que nosotros éramos un poco más mayores, lo justo, para saber que eso no era bueno. Es que a nosotros Lou Reed no nos gustaba tanto… Yo no vi heroína en ningún lado de nuestro entorno. Nada.

Otra imagen del músico madrileño el pasado lunes.
Otra imagen del músico madrileño el pasado lunes. Samuel Sánchez

P. ¿Cómo era ser rockero con Franco vivo?

R. Pues igual que ahora: la gente te sigue mirando mal por llevar el pelo largo. La verdad es que a nosotros no nos hacían ni caso. No nos entendían y pasaban de nuestro culo. No nos consideraban una amenaza. Un día tocamos en un cuartel y Rosendo y yo nos pintamos los ojos. Un capitán dijo: “A estos hay que cortarles el pelo”. Y un mando mayor lo frenó: “Dejad a los chicos en paz”. Nos llevó a la cantina con él y nos invitó a whisky.

P. ¿Usted fue a la mili?

R. No, me libré. Me dieron por esquizoide. Pero no lo ponga de titular, por favor. Fui a por justificantes médicos, porque me llevaron al psiquiatra cuando era pequeño. Luego monté un número cuando me hicieron el test para entrar en la mili. Fui vestido de gótico, mucho antes de que existieran los góticos. Hablo de 1975. Las uñas pintadas de negro, los ojos también, ojeras… Y dije que quería disparar. Se asustaron y me libré.

P. ¿Le llevaron al psiquiatra de pequeño?

R. Por travieso. La generación de nuestros padres era muy recta. Nosotros fuimos la primera generación en despendolarnos. Y nos llevaban al psiquiatra. Eso pasaba mucho en los setenta. Pero me gustaba ir, porque los psiquiatras tenían las consultas en lugares muy bonitos de Madrid, como la colonia El Viso. ¡Qué nivel de vida, madre mía! Me dio el psiquiatra unas pastillas y estaba todo el día atontado. De sacar sobresalientes pasé a suspender.

El reguetón viene del merengue. No es nada demoniaco. Lo que pasa es que está hecho como muy maquinero, y eso lo devalúa un poco. Pero no podemos adjudicar los males del mundo a un ritmo”

P. Tiene fama de poseer un carácter difícil.

R. Yo no he tenido mal carácter. He luchado por mejorar las condiciones de los músicos. Me rebelaba contra cosas que creía injustas, como no respetar la hora del comienzo de un concierto, o lo mal organizado que estaba algo, o las chapuzas que hacían en las compañías de discos… No, hombre, esta portada es una porquería, vamos a hacer las cosas mejor. O dadme dos días más de grabación para rematar el disco. Cosas de esas. Yo era el que protestaba.

P. ¿Se ha movido en un ecosistema chapucero?

R. Sí, y yo soy muy perfeccionista.

P. ¿Por qué era todo tan cutre?

R. Es que llegamos muy tarde al rock en España. No fue culpa de nadie. Lo que pasa es que no se sabía grabar rock. Los estudios estaban preparados para Raphael y Julio Iglesias. No sabían cómo grabar una batería potente. Por desconocimiento.

P. ¿Ignoró el PSOE al rock cuando llegó al gobierno de muchos ayuntamientos?

R. Sí, nos traicionó un poco. Ellos dijeron: “¿Qué es lo que funciona, Mecano y Olé Olé? Pues los contratamos en las fiestas”. La lucha ha sido dura, sí. Pero la hemos disfrutado.

P. ¿Qué opina de Rosalía?

R. Me puso una amiga una canción suya a piano y voz y me pareció cojonuda. Pero luego escuché más y ya no me gustó tanto.

P. Las canciones reguetoneras de Rosalía son las que no le gustan…

R. El reguetón viene del merengue. No es nada demoniaco. Lo que pasa es que está hecho como muy maquinero, y eso lo devalúa un poco. Pero no tendría que ser malo, porque es un ritmo. No le podemos adjudicar los males del mundo a un ritmo. Yo tengo todos los chismes para grabarlo.

P. Sería maravilloso un reguetón de Ñu…

R. Hice uno, instrumental. Se lo mande a los del grupo para que se riesen. Pero el reguetón no es malo. Pero si lo haces aburrido…

P. ¿Cómo ve un gobierno del PP con Vox?

R. No lo sé, yo estoy ya muy despistado con esto de la política. Yo soy de izquierdas, claro, pero no de la izquierda de ahora. Soy de la izquierda de Anguita.

P. Creo que tuvo un incidente con Ian Anderson, de Jethro Tull, uno de sus referentes.

R. Sí, fue en un concierto en Madrid. Yo me puse a fumar al fondo de la sala, y no se podía, y se me acercó el manager: “Dice Ian que estás fumando, que ya te vale, encima tú”. Ya nos conocíamos. La primera vez que nos encontramos, en 1984, empalmaba los cigarros. Era una cosa tremenda cómo fumaba. Fumaba hasta tocando la flauta. Luego entendí por qué tuvo que dejar el tabaco, claro.

P. ¿Cómo anda de dinero?

R. Ando bien de pasta. No tengo que pagar nada: la casa [en Legazpi, Madrid] la heredé de mis padres que a su vez la heredaron de mis abuelos. Gasto en cervezas y en alguna flauta antigua. El coche sigo con el mismo de siempre. Es que no necesito mucho para vivir. Y cobro bien por concierto.

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Sobre la firma

Carlos Marcos
Redactor de Cultura especializado en música. Empezó trabajando en Guía del Ocio de Madrid y El País de las Tentaciones. Redactor jefe de Rolling Stone y Revista 40, coordinó cinco años la web de la revista ICON. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Madrid.

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