Una Rosalía de baja intensidad cierra Primavera Sound Madrid, que valora si deja Arganda
La última jornada del festival fue la más concurrida: 48.000 personas. La estrella fue la creadora de ‘Motomami’, que dijo sentirse cansada después de un año y medio de gira
En un momento confesional que no pareció forzado ni preparado, ella misma lo reconoció: está cansada. Fue en el ecuador del concierto, antes de sentarse al piano y cantar Hentai. “No creo que la vida del artista sea triste, como decía mi abuelo. Pero una ya siente el peso. Es un año y medio de gira. Echo de menos a amigos, pareja, familia...”. Un gesto valiente de sinceridad. Rosalía cerró anoche la primera edición de Primavera Sound Madrid con un concierto de baja intensidad, una artista templada que transmite cierto agotamiento. Unas horas antes de la actuación estelar del último día, los organizadores dieron una rueda de prensa en la que hicieron balance y dejaron en el aire repetir sede en 2024 en Arganda del Rey.
Unas 48.000 personas estuvieron ayer en la Ciudad de Rock, en la mejor jornada numérica de Primavera Sound, ya que el viernes acudieron 42.000 y el jueves se canceló por la lluvia. La estrella fue Rosalía, que ofreció 70 minutos de concierto de algo que ya habíamos visto, pero en una versión mejor que la de anoche. La gira del disco Motomami comenzó allá por marzo de 2022 y desde entonces la presencia de la catalana aquí y allá ha sido casi permanente. ¿Estamos empachados de Rosalía? Si es así, quién es más responsable de esta saturación, ¿ella o los medios? Grandes debates para entretener el caleidoscopio pop y con la elegida para el trono de protagonista. Puede que haya algo de eso, que se necesite un distanciamiento, que tengamos que darnos un tiempo. Ella no lo pone fácil. Su TikTok echa fuego a diario y no para de editar canciones, la última Tuya, hace cuatro días; dos meses atrás, otras tres con su pareja, el músico Rauw Alejandro.
El recital de anoche en Arganda exhibió pequeñas novedades con respecto a los que celebró en el verano de 2022 en varias ciudades españolas. Es un concierto tremendo, pero ya lo hemos vivido. Y lo han visto incluso los que no han comprado entrada para los recitales: en YouTube, en los vídeos que te pasan los amigos, en las redes sociales de todo quisque… Nos lo sabemos todo: el inicio de Saoko con los cascos motomami, los bailarines omnipresentes, la ausencia de músicos, la estética TikTok… Una de las grandes cualidades del espectáculo de Rosalía es que sorprende, que es innovador, atrevido, moderno… Visto una vez, va perdiendo gas. Anoche, quizá acuciada por la fatiga, dejó que sonaran varias partes pregrabadas de su voz y en algunas piezas prefirió que el público cantara por ella.
Lo mejor fue un tema que ha incorporado recientemente, una versión de Héroe, de Enrique Iglesias. Sí: del hijo más talentoso de Julio Iglesias. Una balada que ya tiene 22 años y que Rosalía interpretó mientras las pantallas la mostraban emocionada, con lágrimas. “Si supieras la locura que llevo, que me hiere y me mata por dentro / y qué mas da, mira que al final lo que importa es que te quiero”, dice la canción, prácticamente lo mismo que contó a sus seguidores: que está fatigada y que añora a su gente. No parece una elección al azar el tema de Enrique Iglesias justo en este momento.
Tras el final con la rompedora CUUUUuuuuuute (si nos hemos olvidado alguna ‘u’ pedimos disculpas), se marchó con sus bailarines y allí pocos le pidieron otra. También es un festival, donde no se suelen conceder canciones de propina. Pero el público salió enseguida del escenario principal, pendiente de buscar un modo rápido de volver a casa (eran las 3.20 de la madrugada) o enfilando el camino de otro escenario para perrear con Bad Gyal.
Para músicos dejándose la vida en un escenario ahí están Måneskin. Mucha entrega la de estos italianos que se han convertido en la banda joven de rock más popular. Y en un fenómeno fan en toda regla. El escenario donde actuaron se llenó de público joven que enloqueció cuando Damiano David, su vocalista y líder, se desprendió de su camiseta y mostró su torso ocupado por tatuajes. Måneskin componen pelotazos a base de guitarras y estribillos infalibles. Ya ni nos acordamos de que ganaron Eurovisión. Destacó en la jornada también la estadounidense St. Vincent. Qué maravilla de recital. Estilo, presencia embaucadora y una absoluta falta de prejuicios estilísticos. Puede pasar del rock fuerte al funky o al pop sofisticado, y siempre sonar personal. Su concierto fue tan poliédrico que atronó un solo de batería. El estilo de St. Vicent es St. Vincent. Punto.
En cuanto al balance de Primavera Sound Madrid, una duda inevitable: ¿compensa seguir apostando por un lugar tan antipático para la movilidad como la Ciudad del Rock, en Arganda del Rey? Almudena Heredero, directora del festival, dejó en el aire, en la rueda de prensa de ayer, la continuidad de la edición de 2024 en Arganda. “La voluntad es continuar en Madrid. Creemos en Madrid y en los madrileños. Desde la próxima semana vamos a trabajar para 2024. Consideraremos Arganda del Rey, pero tenemos que reflexionar sobre varias cuestiones”, señaló. Y añadió: “Hay cuestiones que tenemos que evaluar para el futuro, como la movilidad y la meteorología, porque con el agua se sufre y se hace sufrir. Una vez reflexionemos, veremos, aunque este recinto es idóneo para el festival, con limitaciones de aforo y sin inclemencias del tiempo”.
Efectivamente, ha existido mala suerte con las lluvias, que provocaron la suspensión del primer día (jueves 8), aunque 1.800 privilegiados fuimos compensados con creces con un concierto soberbio de Blur, la estrella de ese día, en La Riviera. La problemática de las otras dos jornadas fueron las llegadas y las salidas en horas punta. Pocos inconvenientes a deshoras: periodistas de este diario dejaron el festival el viernes a la 1 de la madrugada y alcanzaron el centro de Madrid 40 minutos después. Tres horas más tarde, a las cuatro y coincidiendo con el final de la actuación de Skrillex, la espera para coger los autobuses gratuitos de la organización eran de una hora, a la que había que sumar otros 60 minutos de carretera. Ese mismo viernes, los que cogieron el autobús en el Metropolitano sobre las 19.30 tardaron dos horas y media hasta llegar al festival. Depeche Mode estaban programados a las 21.05. Otra vez la hora de máxima confluencia.
Si el festival creciera, que esa era la intención inicial, más teniendo en cuenta que la Ciudad del Rock puede acoger hasta a 90.000 personas, los problemas de accesos se acentuarían. Es lo que el festival tiene que valorar los próximos meses. La conclusión es: sí a una nueva edición en Madrid, pero se tiene que estudiar la ubicación. Y el caso es que dentro se estuvo bien. Excelente sonido, espacioso, relativamente poca espera en las barras, buena visibilidad de los escenarios.... La vista desde arriba era idílica, pero subir la colina resultaba agotador. Veremos lo que deciden en los próximos meses.
Babelia
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