Homero y la Ley de Memoria Democrática: sin piedad ni respeto
Desde la ‘Iliada’ y la antigua Grecia, dar sepultura digna a los muertos es una norma sagrada
En el canto final de la Iliada, Homero relata cómo el anciano Príamo, ayudado por los dioses, se cuela en la tienda de Aquiles y le pide que le devuelva el cadáver de su hijo, Héctor, para enterrarlo con dignidad. Furioso porque ha matado a su amado Patroclo, el héroe griego ha arrastrado el cuerpo de Héctor ante las murallas de Troya y no le ha dado una sepultura digna, lo que viola las leyes de la tierra y de los dioses. “Así que Aquiles ha perdido toda piedad y no tiene ningún respeto”, le dice Príamo (Traducción de Emilio Crespo Güemes en la edición de Gredos). “Acuérdate de tu padre, Aquiles, semejante a los dioses, que tiene la misma edad y está en el funesto umbral de la vejez”. Los dos acaban llorando y Aquiles le entrega los restos mortales.
En realidad, la Ley de Memoria Democrática no es muy diferente de este ruego del anciano Príamo al vengativo Aquiles. Además de otras disposiciones, en el corazón de la norma se encuentra la posibilidad de satisfacer algo tan elemental, tan antiguo, como que personas ya mayores puedan recuperar los restos de sus familiares, asesinados durante la represión, independientemente del bando, y darles el entierro que merecen. Ya en los albores de nuestra cultura, hace 25 siglos, en el texto fundacional de la literatura occidental, se describía la importancia que tenía para la dignidad humana dar una sepultura correcta. La pena que la dictadura aplicaba a sus víctimas era la tortura y la muerte, pero extendía el castigo a sus familias, negándoles incluso el derecho a enterrar a sus seres queridos.
Una de las primeras medidas del acuerdo entre PP y Vox en la Comunidad Valenciana, que quieren aplicar en toda España si ganan el 23 de julio, es derogar las leyes que “atacan la reconciliación en los asuntos históricos” y “la libertad de memoria y el absoluto y pleno respeto a los derechos y libertades de todos”, esto es, convertir en papel mojado la Ley de Memoria Democrática, una de las obsesiones de los partidos de la derecha desde que la primera Ley de Memoria Histórica fuese promulgada por el Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero.
No se trata de casos abstractos: atañe al sufrimiento de familias concretas que llevan décadas esperando poder cerrar un pasado terrible. Un cómic publicado recientemente, María la jabalina (Astiberri), relata una de aquellas historias de dolor interminable, precisamente en Valencia. Sus autores son Cristina Durán y Miguel Ángel Giner Bou, ganadores del Premio Nacional de Cómic por El día 3 (Astiberri, 2018), un tebeo sobre el accidente del metro de Valencia. “Fue la primera mujer herida en la Guerra Civil y la última mujer en ser fusilada en la Comunidad Valenciana por el franquismo”, explicaron los autores en un reportaje sobre su trabajo en Babelia.
María Pérez la Cruz La jabalina fue una joven guerrillera anarquista de Sagunto, procesada después de la Guerra Civil por crímenes que no había cometido. Hasta el abogado defensor que le asignó el régimen, que normalmente actuaba siempre a favor de la fiscalía, trató de evitar la ejecución porque los cargos eran un completo disparate. Fue rapada, torturada, le robaron a su hija nada más nacer y fue finalmente fusilada a los 25 años en 1942 en Paterna, una localidad valenciana donde fueron ejecutadas 2.238 personas entre 1939 y 1956. La lectura del tebeo provoca una profunda sensación de rabia, impotencia y tristeza ante la injusticia despiadada.
Para enfrentarse al trauma y a la culpa de la Segunda Guerra Mundial, los alemanes acuñaron la palabra Vergangenheitsbewältigung, que quiere decir “hacer las paces con el pasado”. Homero ya dejó claro que esto solo se puede conseguir enterrando dignamente a los muertos. “Respeta a los dioses, Aquiles, y ten compasión de mí por la memoria de tu padre”. Impedirlo es ir contra una de las normas más antiguas y justas de nuestro mundo.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.