Sigrid Kraus, el legado de la editora anfibia con intuición para los grandes éxitos (como Harry Potter)
La alemana deja la dirección de Salamandra, ahora integrada en Penguin Random House, pero seguirá vinculada como consultora editorial. Ha publicado ‘best sellers’ como la saga de J. K. Rowling o ‘El niño del pijama de rayas’
“Mira”, dice Sigrid Kraus, “este era mi despacho hasta ahora. Vacío. Ni siquiera tengo libros para regalarte”. En efecto, no hay libros en el despacho desde donde dirigió el sello Salamandra durante los últimos años, situado en la sede madrileña del grupo Penguin Random House, en el que se integró en 2019. No lo dice con pena: Kraus (Gunzenhausen, Baviera, 59 años) ha decidido soltar las riendas de esta editorial anfibia, que ahora dirigirá Pilar Reyes (también al cargo de otros sellos del grupo, como Alfaguara), pero no se desvinculará totalmente. Su camino discurrirá apartado de la gestión, pero centrado en lo que más disfruta: rastrear nuevos libros o apoyar los ya publicados ante la prensa y los libreros. “Me ha costado encontrar el nombre de esta labor, pero creo que podría llamarse consultora editorial”, explica.
Bajo su dirección el sello ha hecho descubrimientos incontestables como la saga de Harry Potter, de J. K. Rowling, El niño del pijama de rayas, de John Boyne, o El curioso incidente del perro a medianoche, de Mark Haddon, y rescates de éxitos como El cuento de la criada, de Margaret Atwood, o las obras de Sándor Márai e Irène Némirovsky. ¿Cuál es el secreto para detectar la aguja en el pajar literario? “Supongo que hay que tener cierta intuición, aunque no sé muy bien cómo definirla”, dice Kraus. Apuesta por estar conectada con el mundo, no solo el editorial, sino también la actualidad, el cine, las series, lo que ocurre, observando por dónde respira la sociedad. “También hay editores que viven retirados del mundo y hacen una gran labor”, dice, “pero yo funciono de otra manera”.
Éxitos apabullantes como son los libros de Harry Potter pueden suponer hasta una pesadilla logística para una editorial pequeña. “En nuestro caso, estoy orgullosa de que pudiéramos manejarlo. Un éxito de una saga así puede canibalizar una editorial, haciendo que acabe dedicándose solo a eso”, cuenta Kraus. De hecho, en Salamandra hacían las cuentas aparte: por un lado, el negocio de Harry Potter, por otro el resto de la editorial, para que no se viese distorsionado por el hechizo superventas del joven mago británico.
Hablando de libros juveniles... ¿qué le parece la reescritura de los libros de Roald Dahl en pos de la inclusión que ha levantado tanta polémica esta semana? “Estoy horrorizada, me parece un auténtico crimen”, responde Kraus, “lo que más me intriga es la cuestión legal, cómo proteger la obra de un autor de su destrucción. En este caso los herederos están de acuerdo... pero me sigue pareciendo curioso que no se pueda evitar algo así”.
Una salamandra que venía con experiencia
La historia de la editorial comienza cuando Kraus y su pareja, Pedro del Carril, montan la sección española de Emecé, editorial argentina propiedad de la familia del segundo, fundada en 1939. Él se ocupaba de la gerencia y ella de la dirección editorial. “Empezamos únicamente con los derechos de Borges y El principito”, recuerda Kraus. En el año 2.000 la familia Del Carril decide vender la editorial al grupo Planeta, pero la sección española no está conforme, de modo que se independiza, manteniendo todos los contratos, y se reconvierte en un nuevo sello: Salamandra. “No sé muy bien cómo salió el nombre. Fue en una cena con amigos, con alguna copa de más, empezamos a probar nombres, entre risas. Al día siguiente solo nos acordábamos de uno: Salamandra. Era una señal”, recuerda, divertida, la editora.
La filosofía de Salamandra consistía en lanzar una editorial de corte literario con autores extranjeros, aprovechando así la circunstancia de que Kraus hubiera nacido en Alemania, hubiera vivido en varios países en su infancia y juventud, y supiera varios idiomas. “Además, yo quería cuidar de mi propia hija y no de un montón de autores españoles”, bromea. Su peripecia vital, con estancias en Brasil o Angola, se debía a la profesión de su padre: un geólogo que era enviado por su empresa a diferentes lugares en busca de minerales. En esa infancia alejada y viajera, la joven Kraus encontró entretenimiento en la biblioteca de sus padres.
“En aquella época no había tanto libro infantil y juvenil, así que pronto acabaría leyendo a Tolstói o a Dostoievski, aunque con la mirada de esa edad”, dice la editora. Aquel mundo que le abrían los libros le gustaba, de modo que pronto decidió que quería hacer de ellos su vida. Se formó en edición en Alemania y recaló en la Barcelona de los años noventa inspirada por las canciones que le dedicaba a la ciudad su ídolo, Caetano Veloso.
Cuando se deja pasar el éxito
A pesar del gran número de éxitos, en Salamandra también dejaron pasar algunos. Por ejemplo, El mundo de Sofía, de Jostein Gaarder, con el que finalmente dio el campanazo Siruela. “Me habló de ese libro mi madre, que se lo había comprado en Alemania, e incluso me lo envió. Tampoco le hice demasiado caso. Empecé a leerlo y me gustó, pero Pedro y yo no creímos que un tema filosófico tuviera tirón… Y mira”, cuenta, sin aparente remordimiento. La novela de Gaarder ha vendido un millón y medio de ejemplares desde 1994 e iniciado a infinidad de jóvenes, y algunos adultos, en el pensamiento filosófico. En otra ocasión dejaron pasar la trilogía Millennium, de Stieg Larsson, que inició la fiebre de la novela negra nórdica. No veían claro lo de lanzarse con una trilogía que tampoco les enganchaba demasiado. En ocasiones Kraus se ha visto en la tesitura de decidir sobre un libro que, si bien podría tener un enorme tirón comercial, no le acababa de gustar. Es el caso del fenómeno erótico Cincuenta sombras de Grey, de E. L. James, que se convirtió en un best seller mundial, publicado en España por Grijalbo. “Ya sea más literario o más comercial, para publicar un libro tiene que entusiasmarme. Si no, no lo publico. Aunque se prevea un gran negocio”, cuenta.
¿Cómo ha cambiado el mundo de la edición en todos estos años? “Ahora es todo mucho más rápido, cuando empecé lo más avanzado era el fax, que la mitad de las veces no funcionaba. Y es más fácil acceder a los manuscritos, que antes había que imprimir, con el coste que conllevaba, y ahora las agencias te mandan por correo electrónico”, cuenta. Además, celebra que la tecnología haya permitido que el sector se descentralice y surjan editoriales y librerías importantes por toda la geografía y no solo en Madrid y Barcelona.
La salamandra se hace amiga del pingüino
Otro cambio sucedería en 2019, cuando Salamandra se integra en un gran grupo, Penguin Random House. “Pedro [del Carril] se tenía que retirar, por edad, y la integración nos parecía el camino natural”, dice Kraus. Precisamente, el hecho de que la integración, que incluyó a todo el equipo salvo algunas excepciones voluntarias, se haya consumado con éxito es uno de los motivos para que Kraus pase a un segundo plano. Ahora que ha ingresado en un gran grupo, viniendo de la independencia, puede reflexionar con conocimiento directo sobre la gran concentración editorial que se da en España en dos grupos, Planeta y Penguin, que copan buena parte del mercado.
“Lo cierto es que ahora hay muchas más editoriales pequeñas fuera de los grandes grupos, montar una editorial ahora es mucho más sencillo, así que no veo peligro de que se empobrezca el ecosistema”, dice Kraus. También señala que los grandes grupos han aprendido a respetar la identidad e independencia editorial de los sellos que albergan, evitando una homogenización que, en principio, permitiría el ahorro. “Se han dado cuenta de que es lo que el lector demanda, y que, aunque sobre el papel se ahorraba, no era así en el éxito de los libros”, opina la editora. Durante la integración tuvo que aprender muchos procesos para encajar en la gran maquinaria de Penguin, pero cree que estar ahí proporcionará a Salamandra mucha más “potencia”. Un ejemplo: ahora que sube el precio del papel, con consecuencias dramáticas para algunas editoriales, el estar en un gran grupo permite comprar mayor cantidad a precios menores.
El papel no es la única zozobra en el sector. El auge de Amazon es una amenaza constante para las librerías, que tienen que competir con la vagancia de algunos lectores que prefieren clicar desde casa antes que acariciar libros en persona. “Amazon es bueno para vender el fondo editorial, pero creo que los que ponen en marcha en España los fenómenos son los libreros”, dice Kraus; “de hecho, Amazon sin las librerías no funcionaría”. Cuenta que, en Estados Unidos, donde Amazon es más prominente, solo destacan en su web ocho libros (antes eran diez) de todos los que se publican. “Buena parte del negocio depende de eso. Imagínate la lucha para que te incluyan ahí, es una locura”, añade la editora, “no creo que sea un futuro deseable”.
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