‘La amiga de mi amiga’: Safo se divierte en Barcelona

La amiga de mi amiga es una comedia romántica lésbica sobre las complicaciones del amor con la ciudad de Barcelona de fondo. Zaida Carmona protagoniza su propia película, una autoficción artesanal —se rodó en 11 días— y de vocación underground que nos sitúa en la crisis sentimental de una treintañera y en los líos de cama de su pandilla, muchas de las cuales son las amigas en la vida real de la directora. El título ofrece la primera pista del explícito homenaje que la película rinde a la nouvelle vague y, concretamente, a la escuela naturalista de una de sus figuras clave, Éric Rohmer, quien cerró su serie de Comedias y proverbios con El amigo de mi amiga (1987). Como tantos personajes de Rohmer, la protagonista de esta ópera prima que se estrena en salas después de un buen periplo por festivales también deambula por la ciudad sin pena ni gloria, buscando respuestas a su vida de forma azarosa.

El título no es el único guiño a Rohmer: el ciclo que le dedica una sala alternativa de Barcelona funciona como ese espacio común en el que la protagonista se encuentra con el personaje que interpreta Alba Cros, la amiga de su amiga delante de la pantalla y la directora de fotografía de la película tras ella. La comunión entre ambas la propicia el cine, cuando ven juntas desde el patio de butacas la puesta de sol de El rayo verde, esa secuencia milagrosa que Rohmer persiguió durante un año.

Carmona mezcla la iconografía cinéfila con la sáfica, ya sea citando a la cineasta experimental Barbara Hammer o a través de los cameos de la ensayista Brigitte Vasallo, autora de Pensamiento monógamo, terror poliamoroso y, sobre todo, de la cantante Christina Rosenvinge, cuyo disco de hace treinta años Que me parta un rayo, concretamente la canción que abre el álbum, Tú por mí, atraviesa toda la historia.

La capacidad de no tomarse demasiado en serio mientras reivindica su propio lugar dota de personalidad a esta ópera prima. Y así, entre la observación casi antropológica de su entorno, la fantasía pop y la ensoñación del cine, Carmona hace de La amiga de mi amiga una película singular, fresca y auténtica, que no tiene que esforzarse por parecer amateur y marginal, porque lo es de verdad.