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El nuevo hábitat literario se llama Pilar Adón

La novela ‘De bestias y aves’, recién galardonada con los premios Francisco Umbral y Cálamo, añade un hito más a la ascendente carrera de la escritora

Pilar Adón posa en una cafetería de Madrid.
Pilar Adón posa en una cafetería de Madrid.INMA FLORES
Berna González Harbour

Hablar de un autor suele consistir en hablar de su última novela, pero en el caso de Pilar Adón la ambición debe incluir toda una obra y no un título aislado. Porque De bestias y aves, recién galardonada con el premio Francisco Umbral al Libro del Año 2022 y el Cálamo Otra Mirada 2022, es solo un hito más en una carrera en la que está logrando articular un universo propio; un mundo íntimo y hondo que parece existir de verdad en un tiempo y un lugar suspendidos en la imaginación y que solo se manifiesta en sus libros. Hay que leerlos para llegar a él. Hay que atravesar una literatura nunca fácil, ni menos aún facilona, para visitar ese espléndido hábitat natural en el que los árboles, los insectos, las pozas, la humedad, el frío, el calor o las personas contribuyen palabra a palabra a hacernos sentir la emergencia de la huida y el peso de la incomunicación en un espacio a ratos bello, a ratos desquiciante. Bienvenidos.

“De Bestias y aves es una continuación de todas las historias que he escrito antes”, reconoce Adón, nacida en Madrid hace 51 años. “Siento que cada novela, poema o cuento forma parte de una obra más grande y lo que hago es ir rellenándola a lo largo de la vida”.

Y rellenar ese nuevo hábitat la ha llevado un arduo trabajo interior desde su primerísima novela Las hijas de Sara (Alianza, 2003) a libros de relatos como El mes más cruel (Impedimenta, 2010, por el que fue nombrada Nuevo Talento Fnac), Viajes inocentes (Páginas de Espuma, 2005, Premio Ojo Crítico de Narrativa) o cuatro poemarios acogidos también con una crítica estupenda y, uno de ellos, con el premio Libro del Año del Gremio de Libreros de Madrid. Nada que ver con sus estudios de Derecho ni con su trabajo como funcionaria, que abandonó en cuanto pudo dedicarse por completo a escribir y a su tarea en Impedimenta, pequeña editorial independiente que creó junto a su pareja. “También en mi trabajo como editora he buscado siempre lo mismo, el mismo universo”, asegura.

El nuevo libro, publicado en Galaxia Gutenberg, nos habla de una joven artista que circula en coche sin móvil y sin gasolina suficiente. No sabemos por qué ni hacia donde, pero intuimos que ella tampoco lo sabe y que le acompaña una tristeza incurable por la ausencia de una hermana. Apurada por el depósito vacío, toma carreteras secundarias en busca de ayuda y va a dar con una extraña finca en la que se verá pronto alojada. ¿Invitada o secuestrada? ¿Ayudada o captada? ¿Bienvenida o maltratada? La indefinición buscada es parte de una paleta de colores que Pilar Adón maneja con la sutileza y sensibilidad que ella misma transmite en persona, pero también con unas riendas firmes que asombran.

La literatura como espacio de libertad

Nos reunimos en un café de Madrid donde esta mujer menuda y amable, toda sonrisa, confiesa que creció acostumbrada a complacer. “Por la educación que me dieron, por generación y por mujer me enseñaron a querer agradar a los demás”, cuenta casi tiritando en el frío de estos días. “Y en mi día a día intento ser una persona agradable, pero en literatura no. La literatura es mi espacio de libertad. Si incomoda, incomoda. Si me dicen que no es fácil, pues no es fácil. Si en algún sitio no quiero ser y no soy complaciente es en la literatura”.

Y es por ello que esas riendas firmes nos arrastran de forma inclemente, al igual que a su protagonista, a esa finca en la que varias mujeres cohabitan con lógicas extrañas y diálogos absurdos que recuerdan las derivas que encontró Alicia en su País de las Maravillas. No hay armonía allí, sino hostilidad. “Tengo cierta necesidad de hablar del encierro, la huida, del deseo de estar en otra parte, la insatisfacción continua. Siempre pienso en gente encerrada en una casa que quiere huir a otro sitio”. En esta y en toda su obra.

Portada de 'De bestias y aves', de Pilar Adón. EDITORIAL GALAXIA GUTENBERG
Portada de 'De bestias y aves', de Pilar Adón

¿Y eso de dónde surge? Cuando era pequeña, cuenta Pilar Adón, le horrorizaba el momento en que escuchaba llegar un coche a casa de su abuela, por ejemplo, porque eso significaba que las visitas iban a interrumpir su mundo, su lectura, su tranquilidad. “En mi casa había muchísima gente y yo lo que quería era que me dejaran en paz. Quería estar en mi habitación, me metía debajo de la mesa de la habitación con mis libros, mis cuadernos y mis cosas. Tal vez todo viene de esa tendencia mía a encerrarme, yo nunca he sido una persona de grupos”, confiesa. Solo quería tener a una amiga. Una mejor amiga y solo una. Nada más.

Por ello, Coro, su protagonista, es la mujer que ha perdido a una hermana y el individuo que se enfrenta a un grupo ya establecido “donde cada uno sabe quién es quién, cómo vuelan los cuchillos mientras ella no tiene ni idea. Y lo que hace, que creo es lo que yo haría, es no enfrentarse al grupo. Intenta contemporizar porque si te enfrentas al grupo, tienes las de perder”.

La importancia del “estado mental”

Esa incomunicación es lo que forja este universo literario que no es realista y que obedece —asegura— a un estado mental. “Novela tras novela me voy situando ahí y en él, en ese estado mental, estoy de una forma muy natural. Me meto ahí y cuando acabo la novela no salgo de él, sino que siento que aún debo rizar más el rizo, darle una vuelta más”. Por ello, De bestias y aves conecta con su novela anterior, Las efímeras (también Galaxia), con relatos como Eterno amor (Páginas de Espuma), con sus poemarios (Da dolor, Las órdenes, Mente animal y La hija del cazador, todos en La Bella Varsovia) y hasta con la próxima novela, que ya está escribiendo.

¿Y la clave de todo esto cuál es? Nos la va a dar: Pilar Adón escribe lo que le gustaría leer. Crecida entre libros sencillos que su madre conseguía de la editorial Reno, de los quioscos o de la Obra Social de la caja de ahorros, devoró de niña clásicos como Cumbres Borrascosas, Jane Eyre o Sinué el Egipcio. Y sobre todo escuchó las historias orales que las mujeres del pueblo de Toledo en el que pasó tanto tiempo en su infancia contaban al atardecer, comiendo pipas y desgranando relatos apasionantes que solo se rompían cuando llegaban los hombres. “Me considero ante todo lectora y es como si la Pilar lectora estuviera por encima de la Pilar escritora como una maestra diciendo: esto sí, esto no, dirigiendo, reprochando, poniendo pegas, a veces felicitando. Yo escribo para esa Pilar lectora, esta cría que fue creciendo y que se fue haciendo muy exigente”. Por ello juega también con el lector, fantasea, insinúa y deja las puertas abiertas para que él (ustedes y yo) también se abra paso.

Todo ello sin olvidar una presencia abrumadora de la naturaleza como herramienta y parte intrínseca de ese hábitat literario. Mientras terminamos el café, cuenta historias que le llaman la atención: el comportamiento de su propio perro, un anciano ya de 17 años que busca cada día el sitio preciso en el que el rayito de sol entra en su piso; o cómo han muerto de sed tantos animales que migraban hacia el norte y se toparon con el muro de EEUU. “Me gusta mirar el comportamiento de los animales, cómo miran ellos, su instinto más allá de los humanos. Mi padre solía decir que allí donde se alcanza a lamer un perro, eso se cura. Él tenía a veces heridas terribles en las manos y no les daba importancia. ‘Esto se cura solo’, decía. Era una manera de ser que se está perdiendo. A veces veo que somos pusilánimes y lo que me atrae de los animales es esa ausencia de pusilanimidad”. Su obra, ciertamente, es lo contrario de la pusilanimidad.

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Sobre la firma

Berna González Harbour
Presenta ¿Qué estás leyendo?, el podcast de libros de EL PAÍS. Escribe en Cultura y en Babelia. Es columnista en Opinión y analista de ‘Hoy por Hoy’. Ha sido enviada en zonas en conflicto, corresponsal en Moscú y subdirectora en varias áreas. Premio Dashiell Hammett por 'El sueño de la razón', su último libro es ‘Goya en el país de los garrotazos’.

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