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La comedia local: la clave del éxito de los cuatro cortos españoles preseleccionados para los Premios Oscar 2023

‘Tula’, de Beatriz de Silva; ‘Votamos’, de Santiago Requejo; ‘Plastic Killer’, de José Pozo, y ‘El tratamiento’, de Álvaro Carmona compiten por estar entre las cinco producciones nominadas al mejor cortometraje de ficción

Fotograma del cortometraje 'Votamos'.Vídeo: 02:59 Films
Patricia Casas

El mejor año del cine español, como lo han bautizado muchos, entre otros la Academia de Cine, culmina y da paso al siguiente hablando de cortos. Dentro de los 15 preseleccionados a la categoría de mejor cortometraje de ficción en los Oscar se han colado cuatro comedias con marca España: El tratamiento, de Álvaro Carmona; Plastic Killer, de José Pozo; Tula, de Bea de Silva, y Votamos, de Santiago Requejo. Todos ellos se han reunido este martes en la sede madrileña de la Academia para celebrar un hito —el 25% de los seleccionados por Hollywood han sido imaginados, producidos y rodados en España— y defender la comedia, un género “penado” por la crítica, entre chistes e ironías —“Van a pasar los cuatro y va a ganar el que no es español”, ha bromeado Pozo—. La comicidad ha sido su fórmula para el éxito, según Requejo: “Es un momento de que la gente quiere reírse y hemos conectado con ellos”.

De izquierda a derecha: Santiago Requejo, director de 'Votamos'; Álvaro Carmona, director de 'El Tratamiento'; José Pozo, director de 'Plastic Killer'; Fernando Méndez-Leite, director de la Academia de Cine, y Beatriz de Silva, directora de 'Tula'.
De izquierda a derecha: Santiago Requejo, director de 'Votamos'; Álvaro Carmona, director de 'El Tratamiento'; José Pozo, director de 'Plastic Killer'; Fernando Méndez-Leite, director de la Academia de Cine, y Beatriz de Silva, directora de 'Tula'.EUROPA PRESS/FRAN SERRANO (Europa Press)

“Las comedias ligeras ya no existen”, ha sentenciado tajante Carmona. Los géneros se han fundido y han dado como resultado una comedia moderna donde los temas se prestan a una discusión y no al “chiste por el chiste”. Aunque para De Silva es triste que hacer reír se trate como un arte menor. La benjamina del grupo insiste en que este género nace del dolor y por eso, cuando ella decide contar una historia, su refugio es la risa. Tula trata la falta de educación sexual a través de una conversación entre la limpiadora de un colegio privado y la hija de la directora que se ha quedado embarazada. “Cuando sacas este tema con otra mujer, que puede ser incluso una desconocida, automáticamente os hacéis hermanas porque todas hemos pasado algo parecido”, ha explicado.

Pero no es el único de los cuatro proyectos con corte reivindicativo; de hecho, es otro punto que tienen en común. Requejo, que fue nominado a los Goya el año pasado con Votamos, entra de lleno en los prejuicios sobre la salud mental. No tiene claro haber creado una comedia, más bien un drama con tintes cómicos, pero su propósito como director es “poner el acento en cosas de las que no se habla”. El corto nace de una historia que le contó un psiquiatra: una comunidad de vecinos se había puesto en contra de uno de ellos porque pensaba alquilar su piso a una persona con problemas de salud mental. “Al llegar a casa miré la puerta de enfrente y pensé que yo también me hubiera opuesto y no sabía por qué”, ha relatado.

Carmona apuesta en El tratamiento por la obsesión por la estética en un mundo en el que piensa que se confunde el empoderamiento personal con la superficialidad. “Me hacía gracia pensar hasta qué punto se está dispuesto a llegar para dejar de estar calvo”, ha resumido sobre su corto, en el que un hombre con alopecia va a una clínica que ofrece un remedio especial para curar la calvicie de un día para otro. Pozo, por su parte, apela a la responsabilidad individual en el cambio climático en Plastic Killer, cuya intención final no es hacer un “panfleto” reivindicativo, según el director. Amparo, su personaje principal, vive en una vieja mercería abandonada en el centro de Madrid con la única compañía de Carmela, una bolsa de plástico a la que considera su hija.

Uno de estos directores podría repetir el próximo 12 de marzo la hazaña de Alberto Mielgo, que se hizo el año pasado con el Oscar al mejor cortometraje de animación por El limpiaparabrisas (The Windshield Wiper en inglés). Pero no existe un ambiente competitivo entre ellos: “Somos cuatro y hay cinco huecos”, ha bromeado Requejo. Pero antes, el 24 de enero, sabrán si entran la lista definitiva de candidatos, donde se unirían a los siete cortometrajes españoles de ficción que han sino nominados en años pasados: Esposados, de Juan Carlos Fresnadillo; 7:35 de la mañana, de Nacho Vigalondo; Binta y la gran idea, de Javier Fesser; Éramos pocos, de Borja Cobeaga; Aquel no era yo, de Esteban Crespo; Timecode, de Juanjo Giménez, y Madre, de Rodrigo Sorogoyen. Toda una lista de directores que se han convertido en referentes para De Silva: “Que ellos llegaran lejos nos ayuda a soñar alto”.

Requejo cuenta que casi se cae por la ventana el día que se anunció la lista de preseleccionados: “Nunca pensé que este corto pudiera viajar fuera de España”. Todos coinciden en que sus argumentos son muy locales, aunque tocan problemas universales y “eso gusta fuera”. Entre las 200 candidaturas internacionales presentadas, otras cuatro españolas han quedado dentro de la primera fase eliminatoria y eso es debido a la “buena calidad” general de las producciones y a no rodar pensando en los premios, sino a contar historias que interesan, comenta Requejo.

Durante sus giras por festivales han llegado a llenar auditorios con 400 personas, lo que contradice la creencia de que los cortos no llegan al gran público. Dos problemas ven los cuatro directores en este sentido: la falta de promoción y la escasa presencia en las plataformas de streaming. El consumo de productos audiovisuales, paradójicamente, es cada vez es más corto y rápido. Los vídeos de YouTube, Instagram o TikTok son ejemplo de ello. “Tenemos la idea de que nadie va a pagar ocho euros para ver un corto de diez minutos, pero eso está obsoleto, hay que adaptarse a los nuevos formatos de distribución”, ha mantenido De Silva.

Ahora les quedan 15 días intensos de promoción que se toman con humor. Carmona ha decidido dejar de dormir para poder llegar a todos los proyectos que tiene en marcha y ha dejado la publicidad en manos de agencias de prensa especializadas en este periodo de premios. “Son agencias específicas para este mes y medio, me pregunto qué harán el resto del año”, ha bromeado. De Silva da gracias a la diferencia horaria porque “cuando se despiertan ya está hecho todo lo que han pedido”. Y Pozo desea que todos los problemas sean tener que multiplicarse si la carrera al Oscar continúa.

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