‘Moby Dick’ vuelve como experiencia sonora
Iñaki Estrada presenta un espectáculo que muestra un grado de inquietud artística muy de agradecer en los tiempos que corren
En las últimas décadas, cada vez que el género operístico ha tenido periodos de inflación estética, las generaciones jóvenes de creadores han buscado resquicios en los que plasmar inquietudes renovadoras sin renunciar a recoger las migajas del género. Y cuando digo últimas décadas, hablo de bastantes, prácticamente desde la posguerra mundial. Fueron muchas de esas iniciativas las que se acogieron al lema del teatro musical: Kagel, Aperghis, Ligeti y un largo etcétera fueron buena muestra. Y es una veta que no desaparece por más que se hable poco de ella. Es una pena, porque son numerosas las iniciativas que beben de esa tradición de la vanguardia y sobre las que la sombra de la ópera destila un vapor tóxico poco aconsejable.
Iñaki Estrada Torío es un donostiarra de muy sólida formación compositiva, fundamentalmente francesa, que busca espacios expresivos que se acomoden a una trayectoria musical de exquisita técnica, con hincapié en la electrónica aprendida originalmente en el IRCAM de París. En los últimos años, Estrada ha encontrado una fórmula en la que se encuentra cómodo, se podría llamar radiodrama o teatro musical volcado en la narrativa radiofónica. Esta fórmula, le ha permitido a Estrada dejar de lado el canto como fórmula básica de contar historias, y no es poco si es eso lo que le molestaba. Así ha creado ya varios espectáculos en los que ha encontrado apoyo en historias de la literatura clásica, especialmente las más intensas que no dejan de estremecer si están bien contadas; es el caso de El corazón de las tinieblas, de Conrad, y ahora el inmortal Moby Dick, de Melville.
Es una experiencia de mucho interés y sobre la que Estrada vuelca sus inquietudes como compositor: una refinada técnica instrumental y un uso de la electrónica que, aún a riesgo de fagocitarlo todo, engloba la masa sonora hasta hacerla casi orquestal.
El Moby Dick que ha presentado en la temporada contemporánea del CNDM, en el mágico Auditorio 400 del Reina Sofía, ha convocado a un público numerosísimo, señal de que algo digno de atención se anunciaba en el horizonte. Contaba con una complicidad artística de primer orden. En primer lugar, un grupo instrumental de auténtico lujo, el Ciklus Ensemble, un quinteto de especialistas en sonoridades actuales en sus respectivos instrumentos que se han convertido en habituales en este país para gozo y sorpresa de todos los que las hemos echado en falta durante milenios. El Ciklus, donostiarra como Estrada, está dirigido por otro cómplice de lujo, Asier Puga, un centinela sonoro de muchos quilates. Hasta aquí, podríamos decir que estamos ante una realidad vasca, y es que allí hay una política de apoyo a esta faceta artística que apenas se conoce en el resto del país, y al que le pique, que se rasque.
Pero Estrada ha reunido a más compañeros de aventuras, por ejemplo, la Compañía Radioteatral La Ballena Blanca, formada por seis actores que han grabado el cuento de Melville; y, para rizar el rizo, sobre el cuento grabado se añade la voz en directo de José Miguel Baena, libretista, adaptador teatral y narrador. Seis voces grabadas y una real puede parecer una excentricidad, pero le sirve a Estrada para hacer de la palabra hablada algo físico y que le viene como anillo al dedo a la áspera historia de esos marinos suicidas que se pelean con el mundo para conseguir acabar con la inmortal ballena blanca. Pero la salsa que lo cubre todo es la electrónica, para la que el compositor ha contado con la ayuda del Departamento de Sonología del Conservatorio Superior de Madrid, los vecinos de la casa de al lado del Museo Reina Sofía.
Todo este efectivo ha brindado un espectáculo sugestivo, bastante saturado sonoramente, pero que, pese a las quejas de algunos, le viene como a medida a la potencia de la historia del barco enloquecido por el magnetismo del célebre Capitán Ahab.
En suma, un espectáculo que muestra un grado de inquietud artística muy de agradecer en los tiempos que corren, que quizá se pudiera mejorar en el empaste global de la mezcla sonora, pero que subyuga si uno está atento a los elementos del desafío estético planteado.
Moby Dick
Moby Dick, radiograma escénico. Composición musical y electrónica, Iñaki Estrada Torío. Ciklus Ensemble; José Miguel Baena, libretista y narrador; Asier Puga, director musical. Grabación del texto, Compañía Radioteatral La Ballena Blanca. Foley cinematográfico y realización informática musical, Departamento de Sonología del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid. Julián Ávila, director. CNDM. Series 20/21. Auditorio 400. Museo Reina Sofía. Madrid. 24 octubre, 2022.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.