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Emma Arquillué, protagonista de ‘Romeo y Julieta’: “Me gusta el romanticismo cañero, no el blandengue”

La actriz, hija de uno de mejores actores del teatro catalán, Pere Arquillué, representa en Barcelona un montaje rompedor de la obra de Shakespeare

La actriz Emma Arquillué, que interpreta a Julieta en 'Romeu i Julieta' en Barcelona.Foto: GIANLUCA BATTISTA | Vídeo: TEATRE POLIORAMA
Jacinto Antón

Capuleto acude a la cita sin nodriza, y además lleva casco de moto. Ella es Emma Arquillué, joven actriz de 27 años nacida en Terrassa que encarna estos días a la eterna enamorada de Romeo en la producción de la obra de Shakespeare que la compañía La Brutal bajo dirección de David Selvas representa en el teatro Poliorama de Barcelona. La intérprete, con una camisa de mangas abullonadas que no desentonaría en la Verona original de los desgraciados amantes o star crossed lovers como se dice ahora, es hija (tiene una hermana melliza) de Pere Arquillué, uno de los mejores actores actuales del teatro catalán.

Pregunta. Su padre está ensayando el papel de Dios en Paraiso perdido, ¿intimida eso?

Respuesta. Ha hecho tantas cosas... Hemos coincidido unos días en la cartelera, yo con Romeo y Julieta, en el Poliorama, él con un monólogo extraordinario en el Romea, a 500 metros uno de otro. Su teatro, que he visto desde niña, me ha calado mucho; su virtuosismo, su autoexigencia. A los diez años le dije que quería ser actriz. Y a los 16 salí con él en el Cyrano de Oriol Broggi que protagonizó. Decía dos réplicas y hacía muchos personajes, pastelera, monja, soldado, para hacer bulto. Al acabar me dijo: ‘Ok, aquí empieza tu camino’.

P. Ahora hasta tiene compañía propia.

R. Sí, La Bella Otero, con mi pareja, Pablo Macho, que es dramaturgo, actor y director.

P. ¿Qué tal Julieta?

R. Muy bien, muy cómoda desde el primer día. El director me dijo que tenía que nacer en mí y la he encontrado en mi yo más adolescente y púber. En la hora y cuarenta minutos de función madura muy rápido, la ves hacerse mayor por todo lo que vive. Así que ahí puedo encontrarla también con mi yo maduro. Soy fresca, pura, pero también muy racional.

P. En la obra tiene 13 años. Eso es poco, aunque seas isabelina.

R. Pero tiene mucha tela, es muy de extremos, lo vive todo intensamente; se la ha hecho tradicionalmente más blandengue, yo, con el director, hemos querido darle más punch; es ella y no Romeo la que toma las decisiones. La que tiene en sus manos el poder para cambiar las cosas. Quiero que tenga poder, con todo y su inocencia.

P. El espectáculo está lleno de estética TikTok y atmósfera C. Tangana, ¿se desvirtúa a Shakespeare?

R. No nos ha parecido que le hiciéramos ninguna putada a Shakespeare, pero ahora no hay tanto romanticismo y tan obnubilado. Las cosas son hoy más de aquí te pillo. Es una aproximación para los jóvenes de hoy, ¡y funciona! Luego ya irán a buscar las palabras completas de Shakespeare, aquí descubren que no era el pelmazo que pensaban. Muchos nos dicen ¡quiero ir más al teatro!

P. ¿Qué es lo que más le gusta y conmueve de lo que dice Julieta?

R. Lo de “¿qué esconde un nombre?”, que me parece el motor de la obra, y lo de “ventana deja entrar el día y deja que salga mi vida”.

P. ¿Qué personajes le gustaría hacer de Shakespeare?

R. Hamlet, claro; hice de Bruto en un taller sobre Julio César montado sólo con mujeres.

P. ¿Ofelia? Hay algún parecido con Julieta.

R. Me encanta Ofelia; sí, son chicas que saben lo que quieren y que acaban de forma trágica por culpa de sus familias. Ambas son valientes.

P. Las dos se suicidan, algo desgraciadamente muy actual.

R. El suicidio está más presente de lo que se piensa entre los muy jóvenes, no somos conscientes; ellos sí. Nos planteamos que Julieta no muriera, no queríamos que muriera por amor romántico. Finalmente, su suicidio no es porque Romeo haya muerto, sino porque está desolada ante el panorama que se le viene encima.

P. ¿Es usted romántica?

R. Soy bastante romántica. Pero no me gusta la ñoñería, la cosa blandengue. Me gusta un romanticismo cañero. Al final, el amor es la fuerza que nos mueve.

P. ¿Qué opina del debate sobre los límites éticos a la hora de hacer teatro?

R. Hay que encontrar nuevas maneras. Estaba todo tan normalizado que ni te dabas cuenta de que estaban abusando de ti. Hay que poner límites. Eso implica tener mucha comunicación, hablar, ser respetuosos, tener empatía. La interpretación no pasa por tener que hurgarte las entrañas. No lo creo necesario. Lo veo más como un juego, un oficio. Me encanta cada noche enamorarme de Romeo, pero no soy yo: es Julieta.

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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