David Selvas estrena en Barcelona un ‘Romeo y Julieta’ que elimina “la parte cursi”, mira a TikTok y enfatiza el conflicto patriarcal
El director presenta en el Poliorama su puesta en escena de la célebre obra de Shakespeare
Llega a la cartelera barcelonesa un Shakespeare y eso hay que saludarlo cada vez como un acontecimiento. Siempre hay sed de la palabra del Bardo, y más en tiempos que de tan revueltos parecen isabelinos. El actor y director David Selvas, con la compañía La Brutal y el dramaturgo Joan Yago de La Calòrica, estrena hoy miércoles en el teatro Poliorama su montaje de Romeo y Julieta -Romeu i Julieta, en nueva traducción catalana de Yannick Garcia Porres realizada a propósito para el espectáculo: los Montesco son Montagú, más cerca del original inglés Montagues, y Mercutio, Mercucci- Es una adaptación al 90 % Shakespeare, afirma Selvas, que respeta el original pero que quiere evitar los estereotipos románticos “y toda esa mierda” adheridos al título, y pretende llevar la historia de los amantes de Verona a un terreno más de hoy a fin de atraer al público joven.
A Romeo lo encarna Nil Cardoner, a Julieta, Emma Arquillué (hija del gran actor Pere Arquillué, con el que coincidirá en la cartelera ya que su padre interpreta en el cercano Teatre Romea el extraordinario monólogo El cos més bonic que s’haurà trobat mai en aquest lloc). El maravilloso papel de Mercutio, siempre un regalo actoral, lo hace Guillem Balart, reciente príncipe Hamlet (otro que muere por la espada: esperemos que haya mejorado la esgrima, aunque aquí se usan cuchillos) de Oriol Broggi.
Dice Selvas que lo que más le emociona del texto de Shakespeare es el “grito desesperado” que percibe de los dos jóvenes amantes por cambiar las cosas y que él ha convertido en leit motiv del espectáculo con la canción de Nina Simone Everithing must change. “La adaptación que hemos hecho ha tenido dos ejes”, explica Selvas, “mostrar la parte trepidante de la historia, una historia que transcurre en sólo cuatro días, y subrayar que, vale, es el enamoramiento de dos adolescentes, pero hay un aspecto de violencia patriarcal, centrada en el padre de Julieta”. El director señala la “violencia estructural” en la obra y cómo “la historia de amor puede cambiar el paradigma”.
La adaptación, con 9 actores, utiliza proyecciones y música contemporánea (Billy Eilish, Paula Jornet, Bad Bunny, Black Eyed Peas, trap, hip-hop) para acercar más la trama al público joven, así como destaca la rebeldía de una generación contra otra. Entre las opciones dramatúrgicas, figura el recortar sobre todo de la última parte de la obra, la de la cripta, y quitarle violencia física al personaje de Mercutio. “Es un David Bowie que provoca violencia en los demás”, reflexiona Selvas.
El espectáculo (“pasión, violencia, amistad, familia, amor”, sintetiza la publicidad) dura una hora y 45 minutos, y, entre lo cortado, Selvas señala “la parte cursi”. Es verdad que en el original hay cosas tan (deliciosamente) edulcoradas como “Parting is such sweet sorrow that I shall say goodnight till it be morrow”. El director recalca que Julieta es una jovencita romántica, pero también “una chica que espera que llegue la noche para follar con su novio”. Y añade: “La parte romántica de Romeo y Julieta nos la han explicado mal, es más isabelina y más lúdico-lúbrica”.
En este Romeu i Julieta, que estará nueve semanas en el Poliorama, se echa especialmente el resto en la famosa fiesta de máscaras chez Capuleto, representada “con estética de vídeo de Tik Tok”. David Selvas no ha consultado mucho la copiosa bibliografía sobre el canon shakesperiano (se declara poco amigo de Harold Bloom) y ha preferido, afirma, concentrase en el texto. Es su segunda dirección de una obra del Bardo, tras el montaje de un Timón de Atenas con Julio Manrique en la Biblioteca de Cataluña.
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