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Entrevista:MARTA MARCO | Actriz

"Lo más difícil de interpretar de Julieta es su inocencia"

Jacinto Antón

Representante de la nueva generación de actrices del teatro catalán, hija del conocido actor Lluís Marco, Marta Marco (Badalona, 1976) se asoma por una de las barandillas de la terraza del nuevo Lliure y es imposible no pensar en la escena del balcón, la eterna balcony scene, el momento culminante de ese Romeu i Julieta, la gran celebración del amor romántico, que ella protagoniza en la sala principal del escenario de Montjuïc. El gesto firme, el rostro decidido y la mirada intensa corresponden, sin embargo, a alguien muy diferente de la adolescente flor de los Capuleto. De hecho, poco después, en la intimidad de su camerino, despojada de la chaqueta para revelar una camiseta imperio de la que emergen unos brazos elegantes y fibrosos, Marta Marco no invita al intercambio poético, sino a un diálogo rápido y preciso. La conversación se desarrolla bajo el control de sus penetrantes ojos marrones. Y no obstante, en algún rincón de la fisonomía y del ánimo de la actriz aletea, como una mariposa presa, Julieta.

"Si en el Lliure se ha cerrado una etapa hay que abrir otra, pero siempre en libertad"
"Vi de niña hacer el papel a Sílvia Munt, en 1986; mi padre era Tibaldo en el montaje"

Pregunta. Dicen que es usted la primera Julieta del teatro catalán que luce un tatuaje.

Respuesta. ¿Yo? ¡No, qué va! ¡De dónde lo has sacado! Quizá alguien ha confundido con un tatuaje alguno de los morados que me hago ejercitándome en el trapecio que uso en escena...

P. En fin, en todo caso es la nueva Julieta después de la que hizo Sílvia Munt, en 1986, con dirección de Esteve Polls...

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R. ¡Yo vi ese montaje! Salía mi padre, haciendo de Tibaldo. Era una niña, pero lo recuerdo.

P. ¿Cómo llegó al mundo de la escena? Su familia tuvo que ver, claro.

R. Sí y no. Me mantenían muy al margen. Yo era un niña hiperactiva, hacía ballet y estudiaba violonchelo. Me encantaba ir a verlos, a mi padre y a mi madre, que también ha sido actriz. Al crecer, vi que me gustaba todo aquello. Mi padre intentó disuadirme. Ante mi insistencia me consiguió una figuración en La filla del mar de Belbel, en 1992, creo que con la idea de que al probarlo se me quitarían las ganas. Pero yo vi que eso era lo que me gustaba. Así que hice las pruebas para el Institut del Teatre y cuando cursaba el tercer año ya empecé a trabajar. Participé en un proyecto internacional sobre Comedia del Arte, centrado en el montaje de dos obras de Goldoni. En ambas hacía de Colombina.

P. Eso explica su estupenda base de expresión corporal.

R. Gracias. En el Institut conocí a Josep Maria Mestres, que ha sido tan decisivo en mi carrera. Con él hice Fashion feeling music, en el Lliure, en 2000. Y ese mismo año, también dirigida por él, 23 cm, con Abel Folk. Luego vinieron la Terra baixa de Madico, donde interpreté el papel de Marta, y Unes polaroids explícites, con Mestres de nuevo y con Quim Gutiérrez, el actual, fantástico Romeo, y con Josep Montanyès... Fue una gran vivencia trabajar con él. Fue en la época del gran merder del Lliure.

P. Vayamos a Julieta.

R. El viaje que hace ella en la obra es impresionante. Ese pasaje de la virginidad física y mental hacia el amor absoluto y la tragedia. La pérdida de la inocencia a través del dolor. La manera en que Shakespeare describe todo eso es preciosa. Julieta explica lo que es el amor, lo que es hacer el amor por primera vez, comprometerse, y llega al final a matarse por amor, es alucinante.

P. ¿Qué es lo más difícil de interpretar de Julieta?

R. Encontrar su pureza e inocencia sin caer en hacer una niña pequeña. ¡Cuando se dice en la obra que tiene 14 años...! Para encarnarla me he agarrado mucho a un juego físico. Procuro no estarme quieta. Pensé que sólo podía dar el personaje con esta energía del descubrimiento constante. Para la primera vez que aparece decidimos mostrarla colgada del trapecio, eso indica que vive aún en un mundo infantil, de juegos, y también que reside en otro espacio, en las nubes, que es un ser que no sabe nada de bajezas.

P. Harold Bloom opina que Julieta es la gran protagonista de la obra, hasta la considera una prefiguración del esplendor carismático de Hamlet.

R. Lo he leído. No sé. Romeo también es motor de los acontecimientos. A Julieta, Shakespeare la ayuda, la lleva directamente al balcón como en volandas.

P. ¿Se encuentra bien en la piel de Julieta?

R. Sí, sí. En la primera parte, cuando no tiene conflictos, me cuesta más. La fragilidad me es difícil.

P. ¿Qué se siente en el balcón?

R. ¡Ah!, mientras interpretas la escena no puedes pensar que estás ahí, haciendo de Julieta; ¡es demasiado fuerte!

P. Cuando ríe de esa manera parece que lleve consigo algo de Julieta.

R. Me ha dado una vitalidad, una alegría enormes. Siento que a veces Julieta se hace conmigo. Me hace sentirme como ella, aérea. Salgo contenta de la función.

P. Pues no será porque acabe bien.

R. Es una tragedia, pero no es ésa la sensación que te queda. Quizá porque Romeo y Julieta mueren juntos. El paso del tiempo es lo que hace que el amor se desvanezca, pero no ocurre así con Romeo y Julieta: su amor es eterno.

P. Lo que parece que no es eterno es el Lliure. Es interesante saber qué opina una actriz de su generación de la situación.

R. Creo que el Lliure ha sido mucho, pero si se ha cerrado una etapa hay que abrir otra, procurando que lo político no pase por encima de la ilusión artística. El Lliure ha hecho cosas grandes porque ha tenido libertad. Durante la crisis del Lliure me parece que se tocaban fibras muy sensibles. Fue muy doloroso para todos. Se vivía del pasado, pero no había presente, sólo peleas. En el Lliure debe haber un cambio, no se puede mirar siempre atrás. Admiro a Pasqual, al que pienso que le tocaba ser director, y también a Rigola. Creo que ninguno de los dos ha podido escoger. Las administraciones han desbancado a uno y elegido al otro.

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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