Cate Blanchett: “Corremos el peligro de querer hacer solo películas para gustar a todo el mundo, filmes que no llegan a nada”
La actriz australiana recibe en el festival de San Sebastián un premio Donostia de manos del cineasta mexicano Alfonso Cuarón
Cate Blanchett (Melbourne, Australia, 55 años) ha llegado a San Sebastián en aparente estado de subidón. Acaba de repetir con Jim Jarmusch, y sus últimos estrenos, Rumours y la serie Observada, le han permitido colaborar con creadores a los que llevaba un tiempo persiguiendo, Guy Maddin y Alfonso Cuarón, respectivamente. El premio Donostia se lo ha entregado esta noche precisamente el mexicano, por petición expresa de la actriz, que ante la prensa ha sabido, un clásico de las estrellas, nadar y guardar la ropa.
El acto de entrega del Donostia lo ha presentado la actriz Marta Etura. Tras las palabras de Cuarón, se ha proyectado un vídeo con George Clooney admirando “cómo el arte de Blanchett aumenta el legado de la interpretación”, unas palabras que han provocado las lágrimas de la actriz (Clooney, con humor, ha justificado su ausencia porque estaba en Venecia “bebiendo y sin pantalones”). Con el premio en la mano, la australiana ha hablado sobre su “deseo de saber, sobre qué es ser humano”. “Y ante tantas certezas que nos rodean, apuesto por la incertidumbre, por la búsqueda que nace de la interpretación. Sí, es incómodo, vivimos tiempos complejos, inciertos. Pero ahí es donde la mente es libre. Mi viaje continúa, aunque de vez en cuando pare en islas de certeza... como este premio Donostia”, ha dicho.
Horas antes, ante la prensa, ha quedado claro que por mucho que Blanchett disfrute con cineastas indies, también sabe que tiene un peso específico en el audiovisual mundial. Y eso le lleva a ciertos requiebros, como cuando le han preguntado sobre la invasión de Israel a la franja de Gaza. Durante el pasado festival de Cannes, Blanchett desfiló por la alfombra roja con una falda que según le diera la luz a un doblez de tela podría parecer la bandera de Palestina. Y ella, durante semanas, ni confirmó ni desmintió que lo fuera. En el Zinemaldia, su respuesta incluía una probable aceptación tácita de que sí, de que aquella creación de alta costura de Haider Ackerman para Jean-Paul Gaultier, un vestido negro ajustado con cola en verde y parte trasera en un rosa pálido casi blanco, poseía un vuelo político. Pero nunca lo ha confirmado. Más aún, ha sembrado de niebla sus opiniones. “Hay muchos conflictos y abusos de derechos humanos. Algunos los conocemos y no podemos aportar soluciones, aunque manifestar y escuchar todos los puntos de vista es parte de la democracia. Y son conflictos demasiado complejos que no podrán resolverse ni en la alfombra roja ni aquí, en una rueda de prensa”.
Sigo hablando con Pedro y me encantó que ganara en Venecia. Llevamos 25 años charlando sobre cómo colaborar, pero un artista sabe adónde tiene que ir y adónde no en su proceso creativo”
Segunda cuestión: ¿en qué punto está la adaptación de Manual para mujeres de la limpieza, de la escritora estadounidense Lucia Berlin, cuyos derechos de adaptación aún posee la actriz a través de su compañía productora, un proyecto que Pedro Almodóvar, su entonces guionista y director, abandonó en septiembre de 2022? “Sigo hablando con Pedro y me encantó que ganara en Venecia. Me emocionó su presencia y la de Penélope Cruz cuando recogí el Goya internacional en 2022. Llevamos 25 años charlando sobre cómo colaborar, pero un artista sabe adónde tiene que ir y adónde no en su proceso creativo, y Pedro hace lo que quiere y lo que debe hacer”, ha comentado antes de subrayar que esas decisiones como resultado dan obras maestras.
Blanchett ha sido más incisiva acerca del cambio climático y de su ansia por dejar una menor huella de carbono, o al menos de compensarla, en sus trabajos. “Si en los rodajes hay encargados sobre el covid, ¿por qué no vemos equivalentes? En nuestra compañía de teatro ya hemos invertido en ello, casi no nos produjo coste y en cambio mucho público se acerca a nuestras representaciones porque quieren asistir a una obra casi sin huella de carbono”, contaba después de explicar que hace lo mismo con su producción de documentales. “Hay que naturalizar el proceso. Lo mismo pasa con la inclusividad, apostemos por ella. Y por cierto, la inclusividad conlleva diversidad. En cambio cuanto más homogénea sea una película o su equipo creativo o incluso el consejo de administración de cualquier empresa, más banal será el resultado”.
Su camino a la actuación comenzó de una manera realmente extraña. Tras estudiar arte dramático, la llamaron de una productora para que diera la réplica a actores o actrices en pruebas de reparto: “Acabé allí porque no sabían qué hacer conmigo. Ni yo misma lo sabía, y tenía una apariencia extraña. Con aquella experiencia descubrí que muchas decisiones de selección ya estaban tomadas antes de la prueba. La gran lección es que el rechazo no es personal. Y también aprendí que hay que luchar por los personajes que te interesan y que no hay que hacer todos los trabajos”.
Poco a poco ganó en confianza, gracias sobre todo al teatro, y saltó al cine. “Me convertí en actriz, entré en este mundo extraño y misterioso por ambiciones muy distintas a las de la mayoría de mis compañeras. La ambición posee tentáculos, quiere atrapar muchas cosas. Yo busco otras culturas, y recibir un Donostia en un festival entre Javier Bardem y Pedro Almodóvar es increíble. Empecé en el teatro, que sigue siendo mi gran amor, porque te acerca al público. El cine te aleja de él, pero al menos sientes cierto retorno emocional. Peor es, desde luego, con las plataformas de streaming: no te dicen cuánta gente te ve y a mí no me interesa por objetivos crematísticos, sino por saber quién nos ve”. Este sábado, en San Sebastián, también ha defendido el tener buena suerte: “Muchas veces tiene que ver solo con ella. Ahora he trabajado en la serie de Alfonso [Cuarón] con Kevin Kline, que estaba mediorretirado, y la gente va a sorprenderse con que haya estado tanto tiempo sin trabajar”.
Me convertí en actriz, entré en este mundo extraño y misterioso por ambiciones muy distintas a las de la mayoría de mis compañeras”
La actriz ha ahondado en otra pregunta sobre su búsqueda de cosas distintas, como su trabajo en Rumours, en la que encarna a la primera ministra de Alemania en una cumbre del G-7. “Cuando empecé, bueno, ni ahora, nadie buscaba acentos australianos en las coproducciones internacionales. Hoy, en los programas de tele y en las series, oyes el mismo acento neutro. En cambio, yo creo que cuanto más específico sea el hecho cultural, más éxito logrará globalmente. Corremos el peligro de querer hacer solo películas para gustar a todo el mundo, filmes que no llegan a nada. Como australiana invierto en la industria cinematográfica de mi país, que es mucho más potente de lo que parece”. Y así entró en cómo elige sus proyectos: “El papel que una suele aceptar suele ser el antídoto del precedente. Y además, pienso en Terrence Malick... Con él, tu interpretación puede acabar en el suelo de la sala de montaje, y eso no quiere decir que la experiencia no haya sido importante. A veces también te ofrecen algo que te sorprende, como por ejemplo Tár, con Todd Field, que al inicio me pareció una montaña que no sabía cómo escalar. En el teatro siempre he convertido el temor en emoción. Así que en cine hice lo mismo”.
Antes de finalizar, repasó algunos de sus personajes, como la directora de orquesta que le propuso Field: “Con él me di cuenta de que algunos somos descartables, de que las estructuras apoyan a gente más despreciable. Tuvimos la suerte de que, en su estreno, Tár habló del tema candente del momento: cómo eran la brutalidad dentro del proceso creativo y los abusos sistémicos dentro del poder”. Esa misma coincidencia emocional se dio con Carol. “Todd Haynes tardó diez años en hacerla desde que me la propuso. Yo, mientras, seguí con otros filmes y mi teatro. Le costó mucho levantar la financiación, nadie quería distribuirla. Hoy, sin embargo, Carol es muy significativa. Se estrenó en un momento de vacío acerca de la narración de relaciones LGTBI y aún mantiene su importancia”.
Blanchett viene de repetir con Jim Jarmusch, con quien ha rodado Father, Mather, Sister, Brother, 20 años después de Coffee and Cigarettes. “Por la crianza de mis hijos no pude aceptar alguna propuesta suya y perdimos el contacto. Este rodaje ha sido estupendo. Pero también me ha confirmado que en el cine independiente las cosas han cambiado, y cuesta mucho más en la actualidad financiar películas indies, y aún más garantizar que vas a encontrar un público”.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.