Tamara Duda: “He ensayado para no llorar en esta entrevista”
La escritora ucrania describe la depresión y ansiedad en su país, y trabaja para que la diáspora mantenga las raíces
No es habitual celebrar una entrevista al borde de las lágrimas, pero hay grandes razones por las que Tamara Duda, prestigiosa autora cuyo debut literario, La hija de Donetsk (Armaenia) le valió un premio de la BBC en 2019, entre otros reconocimientos, responde de forma entrecortada, dolorida. Aquel libro recogió su experiencia en el frente de la guerra de 2014, pero la que mantiene Rusia desde 2022 desafía frontalmente las vidas, la salud mental y la mera existencia de su país. Duda, nacida en Kiev en 1976, viajó a Segovia para participar en el Festival Hay. Tardó 24 horas (dos trenes y un autobús) en llegar de Kiev a Varsovia. Solo a partir de ahí se puede volar.
Pregunta. ¿Puede una autora ucrania escribir de algo que no sea la guerra?
Respuesta. La guerra es una experiencia abrumadora para todos los ucranios. Todos sufrimos algún tipo de depresión, ansiedad, miedo y vivimos con un horizonte muy corto de planes, solo semanas. Yo no sé qué será de nosotros en otoño, en invierno, ni dónde estaremos viviendo… [se entrecorta] Es una experiencia muy trágica. He hecho un par de ensayos para prepararme para venir y para esta entrevista y no llorar. Mi intención es no llorar [ríe].
P. Por favor, puede hacerlo.
R. La semana pasada los rusos bombardearon a 1.000 kilómetros de la frontera, no en la línea del frente. Mataron a tres niños y a su madre. Eran scouts. En el entierro había un montón de niños en torno a los ataúdes blancos, niños que se conocen de campamentos y que ahora están viviendo en el fuego eterno. Yo también tengo tres hijos y los veranos han sido sus mejores recuerdos de su infancia. Pero ahora tienen que estar frente a las tumbas de sus amigos y eso te rompe el corazón. Cada día y cada noche oímos las alarmas de guerra. ¿Los escritores? En 2022 muchos amigos pararon de escribir y ahora estamos viviendo un fenómeno extraño: un boom de historias de fantasía y de textos que distraigan de la realidad. Muchos autores, incluidos los más serios, están escribiendo cuentos sobre brujas, por ejemplo. También poesía, sobre todo de mujeres. Creo que la ficción tomará tiempo.
P. ¿Sabe que en España seguimos escribiendo libros sobre la Guerra Civil, 90 años después, incluidos los nuevos autores? En la guerra de 2014 en el Donbás usted fue al frente y escribió sobre ello. ¿Y ahora?
R. Yo nunca tomé un arma ni disparé. Fui voluntaria y mi misión era humanitaria, recolectaba ayuda, fondos para llevar al frente. También era más joven y estaba segura de que nada malo me podía pasar, aunque fuera una idea ingenua. En 2022, sin embargo, los rusos golpearon Kiev, se acercaron mucho y fue una experiencia dramática. Los soldados se prepararon para la lucha callejera. Cavaron trincheras en nuestros patios, nuestros jardines, bajo mi balcón. Sentimos que algo muy trágico se aproximaba. Mi entonces marido se enroló en el Ejército y fue al frente desde el primer día. Yo tomé a mis padres y mis hijos y los llevé a la parte más occidental, nos llevó 36 horas recorrer 600 kilómetros. Todas las carreteras estaban abarrotadas. Logré llegar a Ivano-Frankivsk, donde los dejé con amigos, y yo volví a Kiev en tren. Los trenes iban llenos hacia el oeste y volvían vacíos. En el vagón solo estábamos la revisora y yo. Al volver a Kiev bombardearon la estación. Mi editor me vino a buscar y me llevó a la casa de voluntariado. En unos días la gente del mundo del libro organizamos un hub de voluntariado para ayudar a los soldados. Yo estaba asustada, temía un genocidio en Kiev. Después seguí recopilando comida y generadores, pero una actividad importante hoy para mí es mantener la conexión con las mujeres y niños que están en el extranjero. Tengo muchos viajes a Alemania, Polonia, República Checa, Reino Unido y en cada país tengo encuentros con colegas, líderes locales y eventos para ucranios porque la tragedia que no puedo describir es que hemos perdido lo mejor de la nación: niños y mujeres obligados a irse. Si eso durara meses o hasta un año… pero va para tres años y los niños empiezan a olvidar la lengua ucrania, se están convirtiendo en ciudadanos alemanes o de los países en que están. Y no sé cómo volverán tras la guerra. Para entonces, tal vez se habrán incorporado a sus comunidades de acogida o estudiarán ya en la universidad de esos países. Para nosotros es un gran desafío mantener la conexión, recordarles que su verdadero hogar, su tierra, es Ucrania, donde son bienvenidos, no tienen que fingir, ni convertirse en mejores, en otros. Ahí son amados como son.
P. ¿Cómo llevan sus hijos la guerra?
R. Los tres están en Kiev. La mayor, de 26 años, está casada con un oficial ucranio. Acaban de hacer su segundo aniversario de boda y en estos dos años han estado juntos diez o doce días. Nada más. La segunda tiene 16 años y va a estudiar Biología. Y el tercero, de 8 años, va a la escuela primaria. Allí tienen un sótano para cuando suenan las alarmas.
P. ¿Qué dicen ellos de Rusia?
R. Los padres de mis hijos están en el frente. El del más pequeño fue herido hace unos meses y tiene mal las piernas. Los niños más pequeños todo el tiempo piensan en nuevas ideas y formas de golpear a los rusos, herirles, destruirlos, pero lo último es que mi hijo de ocho años me enseñó la última foto con su padre. No era muy buena y le dije: ¿tal vez la borras? Y me respondió: “No, mamá, quizás es la última que vez que le veo y si le pasa algo tendré esta foto como recuerdo”. Es su experiencia. Con ocho años. En el mundo moderno.
P. ¿Cree que Rusia reparará su imagen alguna vez?
R. No, no. No tiene ninguna intención. Lucharán hasta el final, intentarán destruir todo lo posible. Y mientras, disfrutarán de la vida. Desde nuestro punto de vista la guerra es terrible, hay enormes cantidades de muertes, pero lo que para nosotros es una tragedia parece que para ellos no es gran cosa, no les importa.
P. ¿Cree que Europa no entendió el peligro de la agresión rusa de 2014?
R. Sí entendieron, pero creo que el mundo sacrificó a Ucrania o al menos compró algo de tiempo a costa de Ucrania y las vidas de ucranios. Pero ahora también vemos gran tolerancia a Rusia. Siempre que viajo me hablan de reconciliación, muchos la esperan y para ellos la única manera es darles una parte de nuestra tierra, pero esta es nuestra tierra, aunque esté destruida. Temo que cualquier negociación sea a expensas de la tierra de mis abuelos, mis antepasados.
P. ¿Cree que Ucrania resistirá?
R. Aún estamos decididos a ello, a pesar de los dos años de masacre y genocidio. Si los padres de mis hijos fueran matados o heridos, yo iría en lugar de ellos y dejaría a mis hijos atrás. Tal vez los mandaría al extranjero. Pero después, yo volvería y me incorporaría al Ejército. Ya sufrimos la represión de Rusia con millones de víctimas en el siglo XX, también de mi familia. En el peor escenario, Ucrania será destruida, solo los emigrados sobrevivirán y nos convertiremos en una nación sin Estado, sin nuestra tierra. Yo nunca estaré de acuerdo.
Babelia
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