‘Top Gun: Maverick’: Tom Cruise pasa de la arrogancia a la épica
En la secuela del taquillazo que protagonizó en 1986, el actor deja de ser un chulo porque sí para convertirse en un rebelde con experiencia y hasta con motivos, y eso encaja mejor con la contemporaneidad
Se convirtió en uno de los paradigmas del cine popular de la década de los ochenta y de su espíritu dionisiaco, pero 36 años después, mientras algunas de sus compañeras de generación aguantan frescas y divertidas, resulta imposible revisar Top Gun (Ídolos del aire) sin un rictus de cierta vergüenza: ajena y quizá también propia. Su tono, su estilo, su sobredosis de testosterona y de virilidad, y sus gruesas sentencias de guion, casi risibles, solo pueden ser hoy objeto de parodia. De hecho, ya las hubo: Hot Shots ¡La madre de todos los desmadres! (1991) y Hot Shots 2 (1993), ambas dirigidas por Jim Abrahams, y eso que apenas habían cambiado los tiempos. Quedan en ella el inabarcable carisma juvenil de Tom Cruise y algunos de sus accesorios, presididos por ese modelo de gafas que para muchos siempre será el de topgun, pero muy poco más.
Quizá por ello, a la hora del renacimiento, Cruise y los nuevos responsables de Top Gun: Maverick, tardía secuela de la película dirigida en 1986 por Tony Scott, han practicado con el tono uno de los espectaculares virajes de avión de sus pilotos protagonistas: de la arrogancia a la épica. La ostentación de siempre, pero con un manejo mucho más controlado de la vanidad, del exhibicionismo masculino, de las actitudes. El rock, siempre de fondo musical, la cerveza, la camaradería entre hombres y la presencia de mujeres en puestos en los que antes ni se las esperaba, como símbolos de unos aparentes nuevos tiempos. La vieja escuela nunca muere. Cruise se las sabe todas.
Con Joseph Kosinski al mando de la dirección, la película abraza ese tipo de concordia de pub, entre amigos que se respetan mientras juegan a los dardos y al billar, pero que, en la línea del modo de vida americano, luchan sin piedad por sus sueños, tan practicado en la última década y media por directores como Peter Berg. Ahí parecen mirarse Kosinski y sus guionistas, en títulos como El único superviviente, Marea negra y Spenser: Confidencial. La misión a realizar por los jóvenes pilotos a los que debe entrenar Cruise es la destrucción de una planta de enriquecimiento de uranio, pero el hecho de que en el guion no se cite ni siquiera el país enemigo da cuenta de lo blanca que es en realidad la historia. Así no hay líos con nadie de cara al estreno.
La nueva entrega se abre con una secuencia casi calcada a la de su predecesora: reto conseguido, valentía, insolencia. Pero el tono, de la hombría jactanciosa a una cierta nobleza, es muy distinto. El rol de Cruise ha pasado de ser un chulo porque sí a un rebelde con experiencia y hasta con motivos, y eso encaja mejor con la contemporaneidad. Por lo demás, junto al espectáculo del aire, la secuela introduce con inteligencia un bonito homenaje a Val Kilmer. No ya a su personaje, que también, sino sobre todo a un actor al que la enfermedad no le permitió continuar con su carrera, y cuya mirada triste pero distinguida, sabiendo lo que hay detrás, estremece.
Los trucos de magia de narrador trilero del clímax final son los de siempre, pero confirman que, en determinados productos como este, digno cine popular, siguen funcionando, redondeando así un producto de molde que, sin embargo, no es fácil de pulir hoy en día. Cuando en una secuencia aparentemente intrascendente, el personaje de Ed Harris, un alto mando, dice al de Cruise que “el futuro ha llegado” con los “aviones sin piloto”, no es difícil ver el paralelismo que envuelve toda la producción y hasta las intenciones de la estrella: el futuro parece haber llegado en el cine con las películas en plataformas y la gente en sus casas, pero la pantalla gigante, la oscuridad y la comunidad se seguirán imponiendo. Vieja escuela.
Top Gun: Maverick
Dirección: Joseph Kosinski.
Intérpretes: Tom Cruise, Milles Teller, Jennifer Connelly, Jon Hamm.
Género: acción. EE UU, 2022.
Duración: 131 minutos.
Estreno: 26 de mayo.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.