Bodas de plata de un trío imprescindible
Que el Trío Arbós, clásico de violín, violonchelo y piano, alcance la edad artística de 25 años en nuestro país, pese a nacer con una vocación multiestilística, merece más que un aplauso
El Trío Arbós está de celebraciones y la Fundación BBVA le ha dedicado una sesión homenaje en su coqueta y siempre incómoda sede de Recoletos. Y no es para menos, que un trío clásico, violín, violonchelo y piano alcance la edad artística de 25 años en nuestro país, pese a nacer con una vocación multiestilística, merece más que un aplauso. Los Arbós han mostrado, además, una solidez estructural envidiable, su núcleo duro, el pianista Juan Carlos Garvayo y el chelista José Miguel Gómez han mantenido la llama los 25 años y solo el violín ha tenido un par de alternancias, siempre con notables resultados.
Pero es en su propuesta estética donde el Trío Arbós ha forjado su trayectoria. Ciertamente, su lejano concierto inaugural de 1996 incluía piezas clásicas de Brahms y Schubert, pero enseguida comenzaron a mostrar sus inquietudes con una amplísima dedicación a la música contemporánea de ese final de siglo, estableciendo alianzas con lo más granado de la composición española e internacional, docenas de estrenos y una treintena de grabaciones. Gradualmente, los intereses e influencias por los que ha pasado el trío alcanzaron toda clase de experiencias en el ámbito de la fusión, el jazz, el multimedia y, de manera especial, el flamenco y la canción española. Para todo ello, los Arbós han contado con un nutrido grupo de colaboradores de alto nivel.
De todo ello se dio buena cuenta en el concierto homenaje del jueves por la noche. Comenzó con un Chick Corea bien resuelto, aunque un poco tamizado por la pobre acústica del espacio en el que la Fundación BBVA celebra sus actos. Curioso que Corea, fallecido este mismo año que termina, abriera ese capítulo que daba paso a Luis de Pablo y Cristóbal Halffter, también fallecidos en este poco feliz 2021. De Halffter y de De Pablo se escucharon dos tríos dedicados, a su vez, a Federico Mompou y que elevaron el tono, antes de dar paso a una pieza de alto voltaje, el Concerto para clave, de Manuel de Falla. Como la versión fue la de piano, con la colaboración de tres buenos amigos de la Orquesta de Granada, Chornet a la flauta, Alberola al clarinete y Martínez al oboe, se pasó a un mejor nivel dinámico y a una excelente versión de lo que, quizá, fue la cima musical de la cita El austriaco Bernhard Gander les dio la posibilidad de mostrar el nervio rítmico y el aguante de los dedos de Trematore y Gómez, con unos pizzicati furiosos.
Esto dio paso al bloque hispano-español del concierto. Primero unos boleros a los que el trío ha dedicado una reciente grabación, con la presencia de la cantante Sandra Carrasco, que interpretó con mucho estilo y clase piezas de José Antonio Méndez y Eduardo Duarte Brito. Y, finalmente, flamenco. Primero con una pieza del guitarrista Juan Ramón Caro que, además, permitió convocar virtualmente a otro amigo y colaborador en calidad de arreglista, Ricard Miralles, el legendario pianista y arreglista de Serrat. El colofón fue una Bulería de Mauricio Sotelo, compositor que está en el candelero por su importante Residencia en el CNDM. Justamente, el lunes día 13, el primer concierto de esta Residencia convocó a tres de los artistas ayer jueves presentes, el pianista Juan Carlos Garvayo, el percusionista Agustín Diassera y al cantaor Arcángel. El colofón fue una pieza propuesta por Arcángel y arreglada por Garvayo y, por supuesto, los mismos protagonistas con el Trío al completo y el otro percusionista de la sesión, Carlos Merino. La propina de Schumann nos recordó que, pese a todo, el alma clásica del trío sigue latiendo en esta modélica agrupación.
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