El paleoantropólogo José María Bermúdez de Castro, nuevo miembro de la Real Academia Española
Investigador de las excavaciones de Atapuerca (Burgos) y premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica en 1997, ocupará la silla K
El mismo día en que la Real Academia Española ha perdido a su miembro más antiguo, el histórico lexicógrafo Manuel Seco, la institución ha elegido un nuevo miembro, el paleoantropólogo y biólogo José María Bermúdez de Castro, premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica en 1997. En el pleno celebrado este jueves, la RAE ha incorporado como académico a Bermúdez de Castro (Madrid, 69 años), investigador que codirige las excavaciones arqueológicas en el yacimiento de Atapuerca (Burgos), para ocupar la silla K, vacante desde el fallecimiento del arabista Federico Corriente el 16 de junio de 2020, ha informado la institución en un comunicado. La noticia, las llamadas telefónicas y felicitaciones le han impedido cumplir con su costumbre diaria de hacer ejercicio físico durante hora y media. “Sobre todo bicicleta y pesas”, ha declarado por teléfono momentos después de la votación.
Bermúdez de Castro, el único candidato que se presentaba en esta ocasión, había sido propuesto por los académicos Carmen Iglesias, José Manuel Sánchez Ron y Pedro García Barreno. “Me sorprendió que me lo dijeran, me tuvieron que convencer para presentarme porque me jubilo en año y medio y quería descansar, aunque seguir con el ejercicio mental es muy importante. Si se deteriora la mente, se deteriora el cuerpo”, ha añadido. En la Academia, Bermúdez de Castro vislumbra “escritores, lexicógrafos, lingüistas, gente de letras que se encargan de mantener la lengua, así que pensaba: ‘¡Qué hago aquí yo?’. Tengo un poco de vértigo. Sin embargo, hay mucha relación entre la evolución de la vida y la de la lengua, aunque esta vaya más deprisa”. El investigador explica ese paralelismo: “Estudiamos cómo cambian los caracteres, cómo el pelo, plumas y escamas tienen el mismo origen embriológico, pero el aspecto es diferente porque ha habido una evolución. Pues con la lengua también tienes que saber de dónde procede cada palabra”.
Además, “cuando estudias la evolución humana, haces algo de filosofía”. “No solo estudias fósiles, sino cuestiones que afectan al ser humano”, ha agregado el académico, que dispone de dos años para preparar y leer su discurso de ingreso. “Tengo al respecto algunas ideas, relacionadas con lo que pienso del ser humano, una reflexión sobre quiénes somos. La dualidad de la especie humana, capaz de lo mejor, lo que te hace pensar que tenemos futuro, y de lo peor. Hemos elegido un camino, un sistema, y estamos en una revolución, en un momento crítico, que nos llevará a salir adelante o a desaparecer por autodestrucción”, apunta. Sobre su futura actividad en la RAE, señala que le gustaría discutir sobre muchos términos, como, por ejemplo, cultura, “que no se emplea demasiado bien, porque se rebaja de jerarquía en su uso habitual”.
Doctor en Biología por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), donde fue profesor entre 1982 y 1990, ha sido investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Actualmente, ejerce de coordinador del Programa de Paleobiología del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (Cenieh), es profesor honorario del University College de Londres y covicepresidente de la Fundación Atapuerca.
Su trabajo se ha centrado en la antropología física, la evolución humana y la prehistoria. Entre sus principales reconocimientos destaca el Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica, que se concedió a todo el equipo investigador de Atapuerca, del que es codirector. Además, ha comisariado exposiciones en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, en 1998; en el Natural History Museum de Nueva York, en 2002; en el Instituto Cervantes, en 2005, y en el Musée de l’Homme de París.
Divulgación
Como comunicador de la ciencia, ha impartido unos 300 seminarios, cursos y conferencias en congresos nacionales e internacionales. También ha publicado ocho artículos en la revista Nature y otros ocho en Science. Asimismo, ha publicado obras de divulgación. “Es un ejercicio complicado y poco agradecido porque la divulgación no se valora bien curricularmente. Sin embargo, debemos hacer ese esfuerzo para que se conozca lo que hacemos. Y sé que son libros que no se leen mucho, como las novelas, pero mientras pueda seguiré haciéndolo”.
Entre esas obras destacan El chico de la Gran Dolina (2002), sobre la evolución humana, “en el que me sentía como pez fuera del agua por ser el primero que escribía”, confiesa; Hijos de un tiempo perdido (2011), Atapuerca. Perdidos en la colina; La evolución del talento, Exploradores, Orígenes: el Universo, la Vida, los Humanos (2015), sobre la formación de la vida, “un libro complejo”; Un viaje por la prehistoria, Pequeños pasos. Creciendo desde la prehistoria (2017), redactado junto a su hija mayor, Elena, y el último, de 2021, Dioses y mendigos. La gran odisea de la evolución humana, un viaje a los orígenes de nuestra especie. “Este lo escribí en el confinamiento, en 2020, y fue como una terapia”.
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