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Violeta Salama: “Ni judía, ni cristiana, yo me siento del Estrecho”

La directora firma en ‘Alegría’ una película que aborda no el choque entre las tres culturas en Melilla, sino el choque en el interior de cada una

Violeta Salama, el 26 de noviembre en Málaga.
Violeta Salama, el 26 de noviembre en Málaga.García-Santos
Berna González Harbour

Brotan los proyectos de cine tras el parón de la pandemia, se amontonan planes y reconforta identificar rápidamente una perla labrada en siete años de escritura y tras una difícil preparación por las distancias que impuso el covid, un rodaje marcado por las pruebas PCR y un parto coronado ya, justo antes de su estreno, por un par de galardones: premio a la mejor dirección en el festival de Almería y al talento andaluz en Canal Sur. Violeta Salama, nacida en Granada hace 39 años, firma Alegría, película inspiradora que ilumina la difícil convivencia de una protagonista judía con sus propios familiares más radicalizados, su empleada musulmana y su amiga cristiana en Melilla, esa ciudad con todas las complejidades y riquezas que ha dado el cruce de culturas y una ruptura fronteriza más pronunciada que la que nos impone la enfermedad. La originalidad de Alegría es que no aborda el choque de culturas, sino el choque en el interior de cada cultura.

Pregunta. Desciende de judío y católica y su protagonista es judía renegada. ¿Se siente judía?

Respuesta. Me crié en Melilla con mi abuela paterna, que era muy religiosa y hacía muchas cosas a escondidas de mi abuelo, que no era religioso, y mi hermano y yo éramos sus aliados. Íbamos a la sinagoga y al volver decía que habíamos estado en el parque [ríe]. Por ello siento un vínculo con la cultura judía, la tradición, los valores, no tanto en la fe.

P. ¿Cuáles son esos valores?

R. Ahora que soy madre veo las diferencias entre mi pareja, criado con padres hippies en Lleida, con una educación muy liberal, mientras yo tuve una educación mucho más intelectual, exigente, con valores del bien y del mal muy marcados. Ahora discutimos por los cuentos infantiles, mi pareja no está de acuerdo con los tradicionales y los cambia todos. Yo creo que hay que entender el bien y el mal para pillar luego los matices.

P. ¿Eran conscientes de niños de las religiones de los demás?

R. En mi colegio público había judíos, católicos y musulmanes, pero eso consistía en que Nassim traía pastelitos de la fiesta del borrego y Moisés no salía el viernes ni podía tocar dinero. Pero lo que nos diferenciaba eran los papás, no las religiones.

P. ¿Eso ha ido a peor?

R. Claro. Entonces no había la valla, íbamos todos los fines de semana a la playa en Marruecos sin caravanas ni fronteras. Ahora Melilla se ha convertido en algo claustrofóbico y eso hace que todo se radicalice. Mi realidad era Melilla como un limbo y es lo que he tratado en mi película: un limbo, una fábula, no documental.

P. Muestra las tres culturas, pero sobre todo el choque dentro de cada una.

R. No hay una sola forma de ser judío, ni católico, ni musulmán. Cada uno lo lleva a su personalidad. El judaísmo te exige tal cantidad de normas que hay pocos judíos que lo cumplan todo, por ello cada uno elige las que puede cumplir y se salta otras. Yo quería enseñar esa evolución: la religión solo nos da las armas para sobrevivir lo mejor posible y cada uno las usa según le conviene. Al final, el religioso puro es bondad y tolerancia y solo quiere transmitir su paz interior.

P. ¿Usted qué se siente, judía, cristiana...?

R. Mediterránea. O más bien del Estrecho, del mar de Alborán, esa mezcla que aquí se respira de todas las culturas.

Salama estudió Comunicación Audiovisual en la Complutense y un curso de cine en Canadá que le dio el chute de “autoestima y adrenalina que tienen los americanos”. A su vuelta empezó con Amor en tiempos revueltos y otras series, hasta llegar a Crematorio y dar el salto al cine como anotadora.

P. ¿Cómo valora la industria en España, frente a la americana?

R. Aquí dependemos demasiado de las subvenciones, ellos tienen otra forma de que les salga rentable. Yo me pierdo con los excel, no entiendo los baremos de los productores. Además hay pocos productores jóvenes, diferentes, y el sistema se ha estancado.

El cine, por fortuna, avanza. Alegría se preestrena hoy en Madrid y el 10 se estrena haciendo honor a su título.

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Sobre la firma

Berna González Harbour
Presenta ¿Qué estás leyendo?, el podcast de libros de EL PAÍS. Escribe en Cultura y en Babelia. Es columnista en Opinión y analista de ‘Hoy por Hoy’. Ha sido enviada en zonas en conflicto, corresponsal en Moscú y subdirectora en varias áreas. Premio Dashiell Hammett por 'El sueño de la razón', su último libro es ‘Goya en el país de los garrotazos’.

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