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Crítica | La ruleta de la fortuna y la fantasía
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

‘La ruleta de la fortuna y la fantasía’: la erótica de las palabras

Gran Premio del Jurado de la última Berlinale, el drama del japonés Ryûsuke Hamaguchi es una cautivadora inmersión en el teatro de la vida

Imagen de 'La ruleta de la fortuna y la fantasía'. En el vídeo, tráiler de la película.
Elsa Fernández-Santos

En la primera de las tres historias que conforman La ruleta de la fortuna y la fantasía, dos amigas hablan en un taxi sobre erotismo: “Sin hablar sucio, sin contacto físico, nos acariciamos durante la conversación”, dice una de ellas sobre su nuevo ligue, sin saber que se trata del examante de su amiga. De manera algo cruel, el momento confesional entre las dos mujeres despertará un deseo dormido, propiciando la mentira y el reencuentro entre los dos viejos amantes. Tres intérpretes, el asiento trasero de un taxi, el espacio impersonal de una moderna oficina y una coqueta cafetería le sirven al cineasta japonés Ryûsuke Hamaguchi para desplegar una puesta en escena en apariencia fría, pero tórrida a través de la que los fantasmas del pasado y del desamor se abrirán paso entre diálogos de una soterrada violencia y un larvado rencor: “Yo no soy tu consolador”, le dice él a la ex. “Un consolador es mejor, sé humilde”, le responde ella.

Magia (o algo menos certero), La puerta abierta y Una vez más conforman este cautivador tríptico en el que el director de Happy Hour, la película que lo dio a conocer en Occidente en 2015 y en la que retrataba la crisis de cuatro treintañeras, pulsa las teclas emocionales de unos personajes que, movidos por la farsa y el autoengaño, acaban desnudos ante el espectador.

La ruleta de la fortuna y la fantasía obtuvo el Gran Premio del Jurado de la última Berlinale y, apenas unos meses después, el siguiente filme de Hamaguchi, Drive My Car, basado en un relato de Haruki Murakami, se revelaba como uno de los éxitos del festival de Cannes, donde recibió el premio al mejor guion. Confeso admirador de Éric Rohmer, el cine de este japonés de apenas cuarenta años recuerda (aunque no le guste admitirlo) al del maestro coreano Hong Sangsoo. Y no solo por el uso del zoom como un microscopio que busca fundirse con los pensamientos de sus personajes, sino por el papel que desempeña el azar en sus destinos.

De las tres historias de La ruleta de la fortuna y la fantasía quizá la segunda sea la más compleja y osada. La puerta abierta a la que hace referencia el título es la del despacho de un profesor universitario que es víctima de la venganza de un alumno. A través de una compañera de clase casada que se presta a hacer de cebo, el relato se centra en la fascinante lectura en voz alta que la alumna hace de un pasaje erótico escrito por el profesor.

Es imposible describir con palabras cómo Hamaguchi extrae una dolorosa fatalidad de sus actores o cómo logra que un espacio tan aséptico como un despacho color crema se cierre a la intimidad de un juego sexual tan loco, fascinante y perverso como el que describe. En voz baja, con una sensualidad que se escapa de lo obvio, el director es capaz de conectar realidad y fantasía. O, como ocurre en el tercer y último acto, el cine con el teatro de la vida.

LA RULETA DE LA FORTUNA Y LA FANTASÍA

Dirección: Ryûsuke Hamaguchi.

Intérpretes: Kotone Furukawa, Kiyohiko Shibukawa, Katsuki Mori, Ayumu Nakajima, Fusako Urabe, Aoba Kawai, Hyunri, Shouma Kai.

Género: drama. Japón, 2021.

Duración: 121 minutos. 

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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