Un jardín para repensar nuestra relación con las plantas desde la ciencia, el arte, la filosofía y la moda
El proyecto Raíces y semillas XXI, que celebra un encuentro internacional en la Universidad de Barcelona, propone el diálogo transdisciplinar para abordar la crisis de la biodiversidad
“Es creyendo en las rosas que las haces florecer”, escribió Anatole France. Con la misma confianza, el proyecto internacional Raíces y semillas XXI, crisis de biodiversidad y resistencia de las plantas, auspiciado por la Unión Europea, ha organizado un evento en Barcelona que tiene por centro un jardín. Durante dos días (jueves y viernes) este proyecto de cooperación internacional en el que colaboran el festival Ars Electrónica (Austria), el Observatorio de Arte y Ciencia Leonardo/Olats (Francia) y la Universidad de Barcelona (UB), reúne a una veintena de profesionales de los ámbitos más dispares, pero relacionados de alguna manera con las plantas, para debatir sobre la crisis de la biodiversidad, con la intención de proponer formas sostenibles de relación con la naturaleza y especialmente con el mundo vegetal. Entre los participantes, artistas, filósofos, biólogos, gente del mundo de la moda, paisajistas y hasta un agricultor devoto de la permacultura (que defiende un nuevo sistema agrícola en armonía con la naturaleza), y un especialista en patología forestal y salud de los árboles, disciplina que no solo existe, sino de la que se imparten clases -en la universidad de Padua-: Lucio Montecchio, bautizado por el Financial Times como “el hombre que salva árboles”. Realmente sólo falta Poison Ivy.
El encuentro se desarrolla en torno al jardín del edificio histórico de la UB, un espacio con más de 150 especies de plantas procedentes de todo el mundo y que es escenario de una de las actividades principales que le da título a todo el evento: Cartografía multidisciplinar de un jardín. Dicha actividad consiste en el mapeo conjunto del jardín por los participantes, que recogerán los datos de las plantas, cada uno desde su campo de especialidad. Asimismo, se realizará una performance en el jardín a cargo del colectivo artístico Akyute a partir de una reinterpretación sonora de los datos recolectados. Como dice el proverbio persa, los jardines son aliados de la luz, y jamás un jardín ha salido de las tinieblas.
El proyecto en el que se enmarca el encuentro, liderado por la organización Quo Artis que promueve iniciativas en la intersección de arte y ciencia (como la expedición artística a la Antártida de 2017 y otra similar que prepara a las Galápagos este septiembre), tiene una duración de dos años (octubre 2020-octubre 2021) a lo largo de los cuales se desarrollan actividades culturales que aúnan métodos y enfoques artístico-científicos con la intención de sensibilizar acerca de la crisis de la biodiversidad. El evento de Barcelona tendrá réplicas en París y Linz en septiembre, adaptando el formato a distintos jardines y con otros participantes.
La primera jornada, dedicada a la presentación de comunicaciones y mesas redondas, ha permitido conocer a gente tan interesante como el artista visual e investigador de la geopoética de los procesos medioambientales, Miguel Sbastida, que trabaja, con una perspectiva colonial, sobre especies de plantas invasivas, entre ellas los jacintos de agua, verdaderos trífidos amenazadores capaces de duplicar su población en 12 días y con semillas viables 20 años. En su intervención, Montecchio ha explicado que un árbol es todo un ecosistema, que él como patólogo arbóreo más que curarlos trata de mantenerlos sanos y que una de sus áreas de investigación es tratar de entender el porqué del declive de bosques y selvas. Al igual que otros participantes ha defendido una nueva forma de aproximarse a la naturaleza no solo desde la ciencia, sino desde la poesía, la filosofía y el arte.
El paisajista y técnico verde municipal Gabino Carballo, además de ganar el premio al participante vestido más adecuadamente para la reunión (camisa con motivos vegetales y mascarilla verde a juego), ha abordado la gestión de las ciudades en términos de vegetación, ha abogado por utilizar a los propios insectos en vez de pesticidas para erradicar plagas y ha llamado a “ir con la naturaleza y no contra ella”. Antonio Riello, artista licenciado en Química Farmacéutica que conmovió en 2009 al mundo de los amantes de los libros con su obra Ashes to ashes en la que exhibía en urnas de cristal el resultado de quemar ceremonialmente su biblioteca personal, ha mostrado imágenes de hojas de árboles tatuadas con logos de marcas como Chanel o Louis Vuitton. Ha sostenido que el arte ha de ayudar a hacer los problemas medioambientales visceralmente más interesantes, como forma de influir en el imaginario público.
Paco Calvo, catedrático de lógica y filosofía de la ciencia y director del MINT Lab, especializado en neurobiología vegetal, ha desplegado un contagioso entusiasmo al explicar los experimentos anestesiando plantas y conjeturar sobre la inteligencia de estas, en las que se observa, ha apuntado, comportamiento flexible, anticipatorio y hasta proactivo. Ha coincidido con otros participantes en que tenemos que replantearnos las plantas, y valga el trabalenguas, como sujetos y no objetos. Evgenia Emets ha hablado de su proyecto a (muy) largo plazo Eternal Forest Sanctuary que tiene como objetivo crear mil santuarios y protegerlos mil años a través del arte, la ecología y las comunidades. Este proyecto visionario digno de Naves misteriosas incluye la figura del artista residente del bosque. La también artista Paula Bruna, licenciada en Ciencias Ambientales, ha mostrado un vídeo inquietante de una entidad de césped semoviente y ha invitado a “desantropomorfizar” nuestros conceptos de la vida vegetal para entender la “plurirrealidad” que reina en la naturaleza.
Moda contaminante
Especialmente interesante ha sido, en la sesión sobre repensar nuestro impacto ambiental, la intervención de Marco Agnolin, ex director de Bershka y Diesel y creador de una nueva marca de moda sostenible A Better Mistake que rechaza el modelo de usar y tirar. Agnolin ha abordado el vicious link entre fashion & carbon recalcando cómo la industria textil es la segunda más contaminante después de la de los hidrocarburos. Ha dicho que hacen falta más de tres mil litros de agua para confeccionar unos tejanos y más de dos mil para una camiseta y que el negocio de la moda provoca más emisiones anuales de carbono que los vuelos internacionales y la industria naval juntos. Que el lavado de nuestra ropa arroja al mar medio millón de toneladas al año de microfibras, tan contaminantes como las botellas de plástico. Pero que algo está cambiando, con Levis, por ejemplo, que se ha comprometido a usar algodón sostenible que significa reducción de agua en su cultivo y de pesticidas y fertilizantes. Ha anotado otros casos como los de los zapatos y bolsos reciclados Rothy, la colaboración de Adidas con la start-up Infinite Fiber, que transforma ropa usada en material para reelaborarla o el uso de chitosán o quitosano, sustancia procedente del exoesqueleto de los crustáceos, en agricultura en sustitución de agentes químicos.
Por su parte, la artista Robertina Sebjanic ha desgranado el concepto de Aquatoceno al hablar de su trabajo sobre los entornos acuáticos explorando el impacto humano en otras especies. De especial emotividad ha sido la intervención del agricultor Nacho Peres que ha utilizado criterios morales y no solo medioambientales para pedir, “con la humildad de quien está en contacto permanente con la tierra”, una “agricultura regenerativa” e integradora que permita dejar a los que nos sucedan “una tierra fértil y descontaminada”. Un deseo de esperanza para depositar en el jardín. Como decía Martin Luther King: “Incluso si anunciaran el fin del mundo para mañana, yo plantaría un manzano”.
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