‘Siervos’: represión checoslovaca en expresivo blanco y negro
Esta película escueta, vigorosa y compleja, retrata la doble condena que sufrían los jóvenes seminaristas bajo el régimen soviético
Han querido ser siervos de Dios, pero lo son sobre todo del Estado. En los años ochenta, en la Checoslovaquia controlada por la Unión Soviética, los seminarios estaban vigilados por comisarios políticos comunistas. Una represión que mantenía a los mandos de la Iglesia entre una espada y una pared no demasiado acordes con su labor de concordia: debían colaborar con el Estado a cambio del mantenimiento de su actividad. Mientras, los jóvenes seminaristas tenían que lidiar con una doble opresión: una, en cierto modo deliberada; la otra, absolutamente impuesta.
Un periodo que relata con poderoso aspecto visual la producción eslovaca Siervos, tercer largometraje de Ivan Ostrochovsky, en el que destacan su formidable trabajo fotográfico con el blanco y negro, obra de Juraj Chlpik, y una puesta en escena donde los brillantes encuadres, sin gratuidades, ayudan a la narración con belleza y expresividad dramática.
“Trabajo para ustedes”, les dice el funcionario del Gobierno, interpretado por el gran actor rumano Vlad Ivanov (La Gomera). Pero la prohibición de lecturas y las violaciones de los secretos de confesión dan paso a las desapariciones y a los crímenes de Estado. Un clima de terror en el que no solo la fotografía reluce como elemento formal. También un diseño sonoro disfrazado de fantasmal banda sonora que acaba acogiendo a una obra escueta, vigorosa y compleja, ganadora del premio a la mejor dirección en la pasada Seminci de Valladolid.
SIERVOS
Dirección: Ivan Ostrochovsky.
Intérpretes: Samuel Skyva, Samuel Polakovic, Vlad Ivanov, Mila Mikulcík.
Género: drama. Eslovaquia, 2020.
Duración: 79 minutos.
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