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Las vidas de la Cañada Real salen a escena

El Centro Dramático Nacional estrena una obra sonora escrita por cinco dramaturgos y basada en habitantes reales del mayor asentamiento irregular de España. El proyecto se desarrolla también en Poblenou, en Barcelona, y Vite, en Santiago

Miguel Martín, frente a la réplica del 'Guernica' de Picasso que ha tallado en el jardín de su casa en la Cañada Real. En vídeo, reportaje sobre la grabación de una escena de 'Dramawalker'.Vídeo: DAVID EXPÓSITO / PAULA CASADO
Raquel Vidales

Miguel Martín (Toledo, 68 años) ha trabajado toda su vida como tapicero, pero su sueño siempre fue ser artista. “Si me hubieran dejado estudiar Bellas Artes de pequeño, hoy sería pintor y escultor”, asegura. Para quitarse esa espina, ahora que está jubilado ha montado un taller en su casa donde lo mismo da rienda suelta a su imaginación que construye réplicas de sus obras favoritas, lo que ha convertido su jardín en un peculiar museo en el que llaman la atención dos grandes piezas: una pirámide egipcia de cuatro metros de alto y una reproducción del Guernica de Picasso cincelada en un murete.

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Con esa gran pirámide se topó inesperadamente el autor teatral Jorge Aznar Canet cuando visitó a Martín a principios de este año. Pero no fue a su casa atraído por su faceta artística, de la que de hecho no tuvo conocimiento hasta ese momento, sino porque durante las últimas dos décadas Martín fue portavoz de la asociación de vecinos de la Cañada Real de Madrid, conocido por ser el mayor asentamiento irregular de España y objeto de continuas polémicas sociales, como la que se desató este invierno porque la empresa que le suministra energía eléctrica interrumpió el servicio (lo que persiste en algunas áreas) por supuestos enganches ilegales. El Centro Dramático Nacional había encargado al dramaturgo que creara una pieza basada en personas reales que vivieran ahí y pensó que ese hombre podía ser una buena fuente de inspiración. “Mi idea inicial era escribir sobre la lucha vecinal por la legalización del barrio, pero al entrar en ese jardín me quedé obnubilado. Me di cuenta de que no sabía nada de lo que ocurría aquí ni de la vida tan rica que hay detrás de lo que leemos en la prensa. Y decidí que tenía que escribir sobre eso”, recuerda Aznar Canet.

Así fue como Miguel Martín y sus obras de arte se convirtieron en protagonistas de uno de las cinco escenas que componen la obra Dramawalker Cañada Real, escritas por cinco dramaturgos (Alberto Conejero, María Velasco, Roberto Martín, Cristina Rojas y el mencionado Aznar Canet) que han visitado el barrio durante los últimos meses para conocer de primera mano quién habita realmente ahí y cómo es su vida cotidiana, más allá de su imagen estigmatizada como poblado chabolista o área de venta de drogas. Es una producción del Centro Dramático Nacional (CDN) que además tiene la particularidad de que no está concebida para ser representada en un teatro, sino para ser grabada en formato sonoro. “Los espectadores van a poder escucharla desde sus casas a través de nuestra web, pero invitamos a que lo hagan paseando por los lugares donde suceden las cinco historias. Digamos que es la escenografía ideal para que se cumpla el objetivo último de este proyecto: no solo animar a los autores a que escriban sobre el barrio, sino que el público conozca la realidad de la Cañada por encima del relato oficial”, explica Fernando Sánchez-Cabezudo, coordinador artístico del CDN, que ya llevó a cabo en 2014 una experiencia similar de manera privada en el barrio de Usera de Madrid.

Germán Cuesta posa frente a su casa, una de las primeras que se levantaron en la Cañada Real.
Germán Cuesta posa frente a su casa, una de las primeras que se levantaron en la Cañada Real.David Expósito

Interpretadas por 14 actores, entre los que figuran Carmen Machi, Carolina Yuste, Pepe Viyuela, Francesco Carril o Elena González, las cinco escenas han sido grabadas in situ y a partir del 27 de junio los espectadores podrán descargarse en la web del CDN una aplicación apara escucharlas, junto con un mapa en el que se indican los puntos donde suceden. “Es una serie de ficciones, eso hay que dejarlo claro, pero todas están basadas en vidas reales y el conjunto ofrece una visión bastante amplia de lo que es el barrio. Llevamos meses trabajando con asociaciones de la zona y vecinos para llegar a su esencia”, aclara la directora artística del proyecto, Raquel Alarcón.

El domingo pasado se terminó de registrar la última en el centro sociocomunitario del barrio, que fue donde el dramaturgo Roberto Martín conoció a los jóvenes que la inspiraron. “Está protagonizada por dos chicas que discuten porque una de ellas va a irse a vivir fuera de la Cañada, pero más allá de eso quería que la obra reflejara una cosa importante que descubrí en mis conversaciones con los chicos: su preocupación por que no se les identificara en la obra, pues el hecho de vivir en la Cañada supone para ellos un conflicto permanente. A veces lo defienden a muerte y otras veces lo ocultan porque eso les estigmatiza”, contaba Martín el domingo en un descanso de la grabación.

Miguel Martín, ante la pirámide egipcia que ha construido en el jardín de su casa en la Cañada Real.
Miguel Martín, ante la pirámide egipcia que ha construido en el jardín de su casa en la Cañada Real.David Expósito

El centro sociocomunitario, donde se realizan actividades de integración de todo tipo, está ubicado en el sector cinco de la Cañada, donde se levantaron algunas de las viviendas más antiguas del barrio en los años setenta. Una de ellas es la de Germán Cuesta, extremeño de 80 años, que cuenta personalmente su historia en otra de las escenas de Dramawalker, a modo de entrevista dramatizada por Alberto Conejero. Su relato podría ser el de cualquier español medio de su edad, más que el que se espera escuchar de un habitante de un poblado chabolista. “Cuando era joven me vine a trabajar de Extremadura a Madrid y me instalé en el barrio de Vallecas. Construí esta casa con mis propias manos para venir con mi familia los fines de semana y en los noventa decidí instalarme directamente. Entonces estábamos aquí divinamente. Nos conocíamos todos, nos ayudábamos, éramos como un pueblo. Lo que pasa es que nunca nos han dejado legalizar nuestras casas y eso hizo que empezara a entrar otra gente, drogas, problemas… Yo ahora ya me voy a vivir a una residencia”.

“¡Pues claro que estábamos divinamente!”, corrobora Martín, que también construyó su casa en los setenta. Primero también solo para los fines de semana, hasta que en los noventa decidió convertirla en su vivienda habitual. “Y no me pienso ir de aquí. Basta que te quieran echar, para que no me quiera ir. Nos han querido expulsar con derribos, con cortes de luz, diciendo barbaridades de nosotros… pero resistimos. Claro que hay alguna zona problemática, pero eso no habría ocurrido si nos hubieran dejado legalizar nuestras casas. ¡No queremos solo que nos devuelvan la luz, queremos ser legales!”.

Los actores Francesco Carril, Hajar Brown y Somaya Taoufiki, durante la grabación de la escena de 'Dramawalker Cañada Real' escrita por Roberto Martín, el pasado domingo en el centro sociocomunitario del barrio.
Los actores Francesco Carril, Hajar Brown y Somaya Taoufiki, durante la grabación de la escena de 'Dramawalker Cañada Real' escrita por Roberto Martín, el pasado domingo en el centro sociocomunitario del barrio.David Expósito

Las otras dos escenas que componen Dramawalker se inspiran en mujeres. La de María Velasco, pensada para ser escuchada frente a un poste de luz en la Cañada, está protagonizada por una madre marroquí y su hija afectadas por el corte del suministro eléctrico en pleno invierno. Y Cristina Rojas se basó para la suya en un grupo de pintoras del barrio que mostraron sus obras en una exposición organizada recientemente por el centro sociocomunitario, lo que dejó muy sorprendida a la dramaturga: No solo por la belleza de las piezas, sino también por la personalidad de las artistas. “¡Nunca pensé que hubiera tanta luz en este lugar!”.

Además de la Cañada Real, el proyecto Dramawalker del CDN se está desarrollando en los barrios de Poblenou de Barcelona y Vite de Santiago de Compostela, coordinados respectivamente por la sala Beckett de la capital catalana y por el Centro Dramático Galego en colaboración con la compañía Chévere, ganadora del Premio Nacional de Teatro en 2014. La de Vite se podrá escuchar a partir del 13 de junio y Poblenou desde el 14 de julio.

Los dramaturgos Manuel Cortés, Paula Carballeira, Carlos Santiago, Esther Carrodeguas y Xron, bajo la dirección artística de este último, han sido los encargados de adentrarse en Vite, un barrio poblado mayoritariamente por personas con escasos recursos, la mayoría realojados en pisos de protección oficial tras ser expulsados de las zonas más turísticas de Santiago de Compostela. En los años ochenta fue uno de los puntos negros de la heroína en Galicia, pero las organizaciones vecinales batallaron para sacar a sus jóvenes de la marginalidad y en los noventa inventaron un grito de autodeterminación para reivindicar su identidad frente al centro de la ciudad: ¡Vite Nazón! (¡Vite Nación!).

En Barcelona, los creadores Roc Esquius, Sílvia Navarro, Oriol Puig, Mercè Sarrias y Joan Yago han indagado en la memoria de Poblenou para reconstruir su historia: desde su pasado como área de mayor concentración industrial de Cataluña hasta su reconversión en un barrio multicultural de vanguardia y la lucha de los vecinos para evitar su gentrificación.

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Sobre la firma

Raquel Vidales
Jefa de sección de Cultura de EL PAÍS. Redactora especializada en artes escénicas y crítica de teatro, empezó a trabajar en este periódico en 2007 y pasó por varias secciones del diario hasta incorporarse al área de Cultura. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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