Toledo se topa con tres torres de su muralla califal
Unos trabajos de consolidación desentierran 30 metros de amurallamiento construidos por Abderramán III para defender la ciudad
En la segunda década del siglo X, el centro peninsular era una continua lucha entre cristianos y musulmanes, pero también entre las diferentes taifas que pugnaban contra el poder omeya, el que representaba Abderramán III (891-961), el gran emir que construyó Medina Azahara, en Córdoba. Así que este califa pelirrojo arremetió contra la siempre rebelde Toledo, la tomó y la rodeó de defensas y adarves para evitar perderla en una revuelta. Ahora, durante unas obras de emergencia que el Ministerio de Cultura y Deporte ha realizado para consolidar un tramo de los lienzos medievales que rodean la ciudad histórica ha descubierto tres torres y una base de muralla islámica, de unos 30 metros de longitud, que permanecían ocultas.
Las murallas de Toledo que se disfrutan en la actualidad son un auténtico puzle construido por la historia, en el que se entremezclan elementos de todas las culturas que han pasado por la ciudad imperial (romanos, godos, musulmanes y cristianos). De hecho, el monumento dispone, en buen estado, de torres, puertas, corachas, puentes y reductos fortificados, pero partiendo siempre del trazado hispanoárabe que ceñía la alcazaba, la medina y los arrabales musulmanes iniciales. Está construido fundamentalmente con sillares graníticos, muchos de ellos arrancados de construcciones romanas o visigodas.
La Dirección General de Bellas Artes lleva desde noviembre pasado realizando labores de consolidación, que están presupuestadas en 237.000 euros. El ministerio reconoce que los trabajos están aún por terminar, pero ya puede confirmar el descubrimiento de “tres nuevas torres y un tramo de lienzo, que pertenecen a las obras del califa Abderramán III en el primer tercio del siglo X”. El aparejo empleado ―grandes sillares―mostraba el poder del emir-califa a través de estas formas de edificación en sillería.
Los trabajos de rehabilitación se emprendieron de urgencia porque en octubre pasado el servicio de bomberos de esta ciudad Patrimonio de la Humanidad detectó que partes del lienzo paralelo a la calle de los Cabestreros estaba en “situación de extrema precariedad con riesgo de desplome hacia la vía de circunvalación que lo rodea”.
Fue en 1085 cuando el rey de Castilla Alfonso VI conquistó la ciudad, levantó su propia muralla sobre la musulmana y la dotó de bellas entradas, como la Puerta Antigua de Brisaga. Más o menos la que ahora admiran los sorprendidos visitantes, aunque el oculto amurallamiento califal sobre el que se asienta el cristiano haya reclamado su momento de gloria tras una llamada a los bomberos.
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