La momia parlanchina
Puestos a hacer hablar a un cadáver embalsamado egipcio parecería mejor Anck Su Namun que Nesyamun
La momia ha hablado, y he ahí un prodigio. Pero lo que ha dicho, esa especie de gutural “beeeed”, como si quisiera asustar, tuviera faringitis o le apretaran las vendas, es algo decepcionante. Quizá es que no sabemos cómo interpretarlo. O que poníamos el listón muy alto. He de reconocer que yo esperaba más. Que nos dijera si hay gato encerrado en la tumba de Tutankamón, dónde está Cleopatra, quién era el asesor de imagen de Akenatón y si pasaron a mayores Howard Carter y Lady Evelyn, la hija de Carnarvon. Y nada, después de 3.000 años callada, va la momia y solo suelta: “beeeed”.
En realidad, lo confieso, fue oír que se había reconstruido el tracto vocal de una momia egipcia y ponerme a soñar con la voz aterciopelada de Anck Su Namun, la sensual y peligrosa esposa infiel de Seti I en La momia (1999), de Stephen Sommers, y a la que encarna —y cómo— Patricia Velásquez. La verdad, puestos a hacer hablar a una momia, ¿por qué quedarte como ha hecho la Universidad de Leeds con la de Nesyamun, sacerdote de Tebas y lo más parecido a un monje de Montserrat del tiempo de Ramsés XI, pudiendo tener a Anck Su Namun? Me perdería yo como Sinuhé por oírla declamar en directo la línea más famosa jamás pronunciada en (supuesto) antiguo egipcio en una pantalla. Efectivamente, “mi cuerpo no volverá a ser más su templo”. La frase, en la que rivalizan la ambigüedad y la lujuria, se la suelta la chica a los que van a matarla, los guardaespaldas (fallidos) del faraón, justo antes de propinarse ella misma una puñalada. Luego es resucitada por el malo de la película, la momia propiamente dicha, Imhotep (Arnold Vosgo), pero ya no habla más en egipcio. Igual le resucitan mal el tracto. No es para quejarse porque todo lo otro resucita estupendamente.
La tráquea de Nesyamun se había conservado bien y eso ha servido para que a base de tomografías se haya podido realizar una impresión en 3D del órgano. Me pongo a pensar en la impresión 3D de Patricia Velásquez y es que me pierdo. La tráquea de Nesyamun, decía, ha vuelto a la vida y conectada a una laringe electrónica -aquí ya pasamos de la momia a Frankenstein- ha podido emitir ese gemido, “beeeed”. Por lo que dicen lo autores del experimento, no se descarta que en un futuro Nesyamun pueda cantar en conciertos, e incluso ir a Eurovisión.
Varios estudiosos, imagino que envidiosos, como yo, de no tener una momia parlanchina, han criticado que la iniciativa no tiene gran trascendencia, más allá del morbo, y que hasta es una bobada. Primero, porque la laringe, como todos los órganos, incluido el pene de Tutankamón, cambia de tamaño y forma cuando momificas un cuerpo, así que lo que sale del tracto de Nesyamun no tiene en absoluto porqué parecerse a cómo hablaba en vida. Segundo: aunque le oyéramos hablar de verdad, nunca lo entenderíamos, porque no tenemos ni puñetera idea de cómo hablaban los egipcios, aunque conozcamos su escritura, pues al escribir no ponían las vocales y prueba tú a hablar solo con consonantes. A mí todo esto me es igual si la que resucita es Patricia, uy, Anck Su. Que diga lo que quiera, que yo seré todo oídos.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.