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El camino hacia los Goya 2020: “Si todo el mundo hace series, ¿quién rodará las películas del año que viene?”

EL PAÍS reúne en un debate a Pedro Almodóvar, Alejandro Amenábar, Jose Mari Goenaga y Oliver Laxe, los cuatro directores candidatos a los premios Goya

En la imagen, de izquierda a derecha, Oliver Laxe, Jose Mari Goenaga, Pedro Almodóvar y Alejandro Amenábar, en diciembre en EL PAÍS. En el vídeo, debate entre los cuatro directores candidatos a los Goya 2020.Vídeo: ÁLVARO GARCÍA / EL PAÍS
Gregorio Belinchón

Madrid. Inicio de las Navidades. En EL PAÍS se reúnen los cuatro directores candidatos al Goya. Durante una hora charlarán sobre galardones, plataformas, realidad y ficción —debate del que nacen sus trabajos—, formas narrativas, festivales y el futuro del cine español. No volverán a juntarse hasta que el próximo sábado 25 se celebre la 34ª edición de los Premios Goya en Málaga. Jose Mari Goenaga (Ordizia, 43 años) representa a sus compañeros de dirección Jon Garaño y Aitor Arregi, los realizadores de La trinchera infinita (15 candidaturas). Pedro Almodóvar (Calzada de Calatrava, 70 años) comenta entre risas que este año el cine español va a casa de Antonio Banderas ("Casi en su salón", bromea); con Dolor y gloria ha logrado 16 nominaciones. Alejandro Amenábar (Santiago de Chile, 47 años) deja un día de lado la preproducción de una serie para defender Mientras dure la guerra, la película con más nominaciones, 17. Y Oliver Laxe (París, 37 años) se aleja de los ensayos de una obra de teatro en la que actúa bajo la dirección de Angélica Liddell para hablar de su primera aparición en los Goya gracias a Lo que arde, con cuatro candidaturas. La conversación arranca con las reflexiones sobre cómo mezclar realidad y ficción. ¿A cuál de las dos hay que someterse para obtener una buena película?

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Jose Mari Goenaga. A mí me preocupa mucho. Tanto en Handia como en La trinchera infinita partimos de historias reales para hacer nuestras películas. Teníamos muy claro que debían funcionar como películas. En los documentales previos todavía nos comimos más el tarro en el montaje, porque estás jugando con elementos de la realidad. Un compañero decía que en el cine hay que ser más fiel a la realidad que a la verdad, porque al final se trata de eso, de hacer cine.

Alejandro Amenábar. Obviamente, Mientras dure la guerra es histórica y siempre hablo de respetar el espíritu de lo que estás haciendo. Es imposible, e incluso aburrido, ser fiel a la letra. Hay veces que la reconstrucción tiene un elemento de morbo, desde luego, pero en general tienes que estar jugando, plegando, moviendo el puzle para que encaje cinematográficamente. Luchas por encontrar el equilibrio para no traicionar lo que pasó. En este filme hubo tentaciones de dinamizar la historia, pero eso suponía traicionar lo ocurrido... y ahí decides envainártela y ser fiel.

Pedro Almodóvar. Es muy distinto si hablamos de la Historia, con mayúsculas, que de una historia. La Historia que ha pasado a los libros no debe ser alterable, aunque tenemos buenos ejemplos de esa traición en, por ejemplo, el cine de Tarantino. En dos ocasiones, al menos, cambia una realidad que conoce todo el mundo. Y lo hace no por mentir o crear algo artificial, sino por su creencia absoluta, y casi demente, de que la ficción mejora la realidad. Yo también he hecho una película sobre mi realidad. Todas mis películas se han basado en algo real: una noticia del periódico, un hecho visto en televisión… y esa realidad siempre me ha proporcionado los primeros minutos del guion. Pero si me interesan suficiente esas primeras páginas, soy yo quien tiene que seguir escribiéndolas. Todo el mundo ve Dolor y gloria como un relato autobiográfico, porque es la primera vez que me tomo a mí mismo como referencia para un personaje principal, y algunas cosas vienen directamente de la realidad, vividas por mí o por mi hermano o por mi hermana… Me apropio de mis recuerdos y de los de mi familia y amigos, los hago míos, para con ello crear la ficción. A mí solo me preocupa que el resultado sea verosímil en cuanto a lo cinematográfico.

A mí me parece terrible que de películas como 'El irlandés' o 'Historias de un matrimonio' te enteres por casualidad que llegan al cine

Pedro Almodóvar

Pedro Almodóvar.
Pedro Almodóvar.A.G.

Oliver Laxe. Los caminos a la verdad son diversos: ficción, documental... Digo verdad no en sentido moral, sino en el de belleza, justicia… Esa emoción que sientes especial ante una obra de arte. En mi caso Lo que arde se ha hecho en el valle en que nació mi madre, un terreno que conozco muy bien, un sitio donde se corta el pan de una determinada manera, donde se habla a los animales de una determinada manera, y a mí esos gestos, ese patrimonio inmaterial, como cineasta me interesan mucho. Me fascinan esas texturas. Y al mismo tiempo que quiero evocar, hay esa dimensión de lo real que me parece muy sabroso.

P. A. Tú hablas de los detalles y en mis películas son todos absolutamente reales. Mis comedias pueden ser exageradas, a veces demasiado, pero la verosimilitud la obtengo usando unas bases reales que son, por ejemplo, el modo de hablar.

O. L. Y por eso llegamos a la conclusión de que todas esas terminologías de documental o ficción son muy generales. Todo son mentiras, pero esperamos que sean bellas mentiras.

El mundo de los festivales

Las cuatro películas presentes en este debate arrancaron su carrera en festivales. Dolor y gloria y Lo que arde se estrenaron en el certamen de Cannes (donde ambas lograron premios), y Mientras dure la guerra y La trinchera infinita lo hicieron en San Sebastián. En un momento en que los festivales se están convirtiendo en el útimo reducto para poder ver algunas películas en pantalla grande, ¿qué opinan los directores?

A. A. Este año ha ocurrido una cosa muy significativa, y es que la película que ganó el León de Oro de Venecia, Joker, se publicitaba en España sin alusión alguna al premio. Alguien ha llegado a la conclusión de que incluir el palmarés de Venecia, nada menos, podía restar. Es una decisión muy consciente. Quizá se hayan distanciado los festivales de lo que entendemos como público, que el paso por los festivales ya no signifique tanto en muchos casos para títulos que solo logran una presencia discreta en la sala. A mí los festivales me encantan.

J. M. G. Supongo que también dependerá del tipo de película. Una de superhéroes va a otra audiencia. Y sí, he oído esa teoría de que a una clase de público un cartel con muchas estrellas de críticos y muchos laureles de festivales les echa para atrás. En el cine que hacemos nosotros, aunque sea tan diferente, sería un plus muy grande ganar premios.

Alejandro Amenabar.
Alejandro Amenabar.A.G.

A. A. Lo mismo también viene determinado por hacia dónde va el cine de las salas, ya que ahí es cada vez más difícil encontrar un cine… llamémosle serio, dramas. Se proyectan películas de arte y ensayo y superproducciones, con lo que el cine de en medio, del que también se nutrían los festivales, se asfixia.

Me niego a pensar que haya que modificar el lenguaje porque haya chavales que lo vayan a ver en un móvil Alejandro Amenábar

O. L. Los festivales son una bendición y también un peligro. A mí me han salvado. Y al mismo tiempo, puede ser una zona de confort… Es maravilloso encontrar un público con el que puedes tener un diálogo muy bonito, muy fértil. Pero al mismo tiempo es una élite autista. A mí eso me preocupa. Lo bello del cine es la mezcla de alta cultura y cultura popular, y a veces eso se olvida en los festivales.

P. A. Las películas tardan tanto en estrenarse o se estrenan de un modo tan irregular que importan los festivales. Sumas, y algún espectador se sentirá atraído por ese reclamo. Todo lo que signifique visibilizar el cine en estos momentos de pleno cambio es bueno.

J. M. G. Yo no soy muy consciente del cambio y lo digo como un error mío. Como espectador soy muy clásico y me gusta vivir la experiencia de que se apaguen las luces y arranque una imagen y un sonido…

P. A. Rodeado de extraños.

J. M. G. Exacto. Fíjate, creo que me gusta más que ver cine ir al cine. Y si eso se pierde sufriré como espectador.

P. A. Pero eres consciente de que en España hay comarcas enteras sin una sola pantalla. Aquí vivimos una realidad —que por ejemplo no ocurre en Francia— en la que la necesidad de vivir la experiencia cinematográfica la sentimos cada vez menos gente.

Las cadenas privadas de televisión apuestan solo por un tipo de película  Jose Mari Goenaga
Jose Mari Goenaga.
Jose Mari Goenaga.A.G.

J. M. G. A cambio es bienvenido que ese público que no puede acceder de otra manera a las películas las pueda ver, que se democratice en cierta forma esa experiencia. Puede que empecemos a pensar en una pantalla más pequeña y modifiquemos la forma en que trabajamos.

A. A. Ahora que voy a hacer una miniserie, me niego a pensar que haya que modificar el lenguaje porque haya chavales que lo vayan a ver en un móvil. Las historias se tienen que contar como se tienen que contar y verse en una pantalla grande. El cine en salas no va a desaparecer, aunque se mantendrán los blockbusters, las películas de acción… Y la sed de dramas, de filmes serios, se va filtrando a través de las plataformas, que permiten que la gente vea más historias que nunca. ¿Qué es lo inquietante de eso? Me siento un poco dinosaurio diciéndolo, pero me gusta contar historias y que me las cuenten. Cuando eres niño y te pones delante de una estantería entera de botes de chocolate, te vuelves loco. Y a la vez acabas harto del chocolate. Ahora mismo hay muchísimo contenido, todo el mundo está contando historias… Pero, ¿adónde nos va a llevar esto? Esa es mi inquietud en el formato. Y otra inquietud tiene que ver con la autoría. Las plataformas sobre todo lo que quieren es un contrato de suscripción, obtener millones de clientes, y para eso necesitan un chorro de contenido. Y ahí el autor queda diluido. Se está hablando de la marca, como en los antiguos estudios de Hollywood, y no de los responsables de los contenidos.

P. A. Lo veremos en los próximos años, Alejandro. Ojalá hagas una película después de las series, porque ahora mismo si uno piensa en un montón de directores españoles de primera línea todos estáis haciendo series. Yo me pregunto: ¿cuál va a ser la producción española cinematográfica del año que viene? Las plataformas han llegado como un tsunami, con aspectos positivos como que todo el mundo está trabajando, o que haya más oferta de ficción que nunca, pero está cambiando el modelo de ver la ficción. Eso pretendían desde el principio y lo están consiguiendo. A mí me parece terrible que de películas como El irlandés o Historias de un matrimonio te enteres por casualidad que llegan al cine, porque no hay interés en que sepas que puedes verlas en una pantalla. La sala es un bien cultural esencial, porque el cine se inventó para ser proyectado en un lugar mucho mayor que el individuo. Yo soy muy catastrófico en estos momentos, porque el cambio nos pilla en España sin presupuestos. Esto necesitaría un análisis de la situación, que a las plataformas se les exija que parte de sus ganancias se inviertan en España.

O. L. En la pantalla grande hay una relación misteriosa con el cine. Salimos embriagados, transformados, levitando… Por la relación con la película y con los espectadores. Es un misterio.

Oliver Laxe.
Oliver Laxe.

A. A. La comunión que se da en una sala no pasa en otros sitios.

Los cineastas somos, como poco, animales en extinción. Y estamos en un zoo

Oliver Laxe

O. L. Los cineastas somos, como poco, animales en extinción. Y estamos en un zoo donde nos dicen que pongamos al lado de los guardias de seguridad a estos cazadores, las plataformas, sobre todo las que vienen de fuera, para que convivamos juntos. Pues no, no se puede. Y hablamos de plataformas que ni pagan impuestos. Más allá de todos estos debates, hay una pregunta sustancial: ¿son mejores las películas desde que hay plataformas? Y la respuesta es no, radicalmente no. Los defensores de las plataformas son los primeros que te lo dicen. Y prueba de ello es que siempre que se habla de este debate y de Netflix, solo se habla de Roma. Cuando, ¿cuántas películas ha hecho Netflix en 10 años? Cientos y solo se habla de esa.

P. A. Es que a lo mejor hay que crear una reserva cultural para proteger el ecosistema cinematográfico. Porque las plataformas apuestan por el mainstream local, y no contemplan a nuevos creadores. Desde el Ministerio deberían vigilar y ayudar a quien empieza. Nosotros cuatro lo tenemos más fácil, pero los debutantes son el futuro.

O. L. Y la plataforma es un caramelito envenenado para algunos jóvenes. Porque es un dinero fácil, que no hay que pelear mucho…

J. M. G. Eso no solo pasa con las plataformas, sino con las cadenas privadas de televisión, que apuestan solo por un tipo de película. Habría que impulsar que parte de esas ganancias se deriven en un cine distinto.

O. L. Al menos las plataformas han demostrado que el público no es algo pétreo. En muchas televisiones se decía: "Es que el espectador quiere esto". Pues no: el nivel creciente de las series extranjeras ha empujado a aumentar la calidad de las españolas. Dejemos de hablar del espectador como algo que no es orgánico. Al espectador lo creamos entre todos, y tenemos que elevar el nivel.

A. A. Lo que me preocupa que saques un guion de un cajón y pienses: “Esto no lo voy a levantar porque como no es una serie…”. Y que cambies para adaptarte al formato, a una temporada, a dos temporadas. Ahí es cuando te asustas.

Acabada la charla, llega el momento de las fotografías. Goenaga comenta su nerviosismo. Laxe charla sobre detalles de Dolor y gloria, y Almodóvar coge del brazo a Amenábar y confiesa: "Mira, Alejandro, mi próximo proyecto es...". El sonido se diluye mientras el cuarteto se aleja.

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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