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Arqueología

El hombre oculto tras la Dama de Cádiz

Arqueólogos de la universidad confirman que el sarcófago fenicio femenino encontrado hace ahora 40 años está ocupado por los restos de un varón

Jesús A. Cañas
Las investigadoras  Ana María Niveau de Villedary, Mila Macías y Natalia López junto al sarcófago de la 'Dama de Cádiz', en el Museo Provincial.
Las investigadoras Ana María Niveau de Villedary, Mila Macías y Natalia López junto al sarcófago de la 'Dama de Cádiz', en el Museo Provincial.Juan Carlos Toro

“Don Ramón, esta sí que era guapa. Ya verá”. El obrero, que en la víspera del fin de semana había encontrado una calavera accidentalmente con la pala de su grúa, esperaba impaciente al arqueólogo Ramón Corzo. El también director del Museo de Cádiz se acercó extrañado: “¿Y usted cómo sabe eso?”. Lo comprendió nada más ver cómo el gruista apartaba la arena con sus manos. De lo que fue una antigua duna asomaba el rostro pétreo de una mujer de nariz afilada, semblante sereno y tocado de pelo ensortijado. Corría el lunes 29 de septiembre de 1980 y la capital se despertaba con uno de sus hallazgos arqueológicos más excepcionales del siglo XX: la Dama de Cádiz. Pero el albañil supuso mal al atribuirle género porque en el interior de ese sarcófago antropomorfo femenino fenicio del siglo V antes de Cristo quien se escondía era un caballero.

Una de las dos piezas arqueológicas —junto a la de la mujer también se conserva uno con rasgos masculinos aparecido a finales del XIX— más sobresalientes e icónicas del pasado gaditano como la colonia fenicia Gadir, cumple los 40 años de su hallazgo con la confirmación de su verdadero sexo. Aunque, al igual que ocurrió en aquella obra del 80, ni siquiera era lo que pretendía el grupo de investigación Phoenix Mediterranea, encabezado por la profesora de Prehistoria de la Universidad de Cádiz Ana María Niveau de Villedary, cuando aceptó participar en un estudio internacional paleogenético de la población mediterránea en 2017.

“¿Seguro que estos son los restos del sarcófago femenino?”, acertó a preguntar la arqueóloga y antropóloga Mila Macías cuando el equipo al fin consiguió los permisos en el verano de 2019 para acceder al esqueleto que apareció en el interior de la Dama para tomarle muestras. Y lo eran, así que algo no encajaba. “Iba abriendo las bolsas y veía huesos robustos”, rememora Macías. “Recuerdo las costillas, eran enormes”, añade Natalia López, otra de las investigadoras del grupo. Cuando llegaron al paquete que contenía los restos de la pelvis confirmaron la sospecha: era un hombre, sin lugar a dudas.

Ana Niveau y los suyos decidieron confirmar lo que, hasta entonces, solo era una hipótesis que, convenientemente, se olvidó. “El primero que se percató de esto fue el arqueólogo Antonio Álvarez [que llegaría a ser director del Museo], encargado de la excavación y estudio, aunque aquel primer trabajo desgraciadamente nunca llegó a publicarse”, apunta Macías. La ilusión con la que Cádiz acogió al sarcófago femenino que venía a completar al masculino —aunque aparecidos en puntos distantes de Extramuros— hizo el resto. Pero el estudio científico que el equipo está a punto de publicar no deja margen a la fantasía. El inquilino de la Dama era un hombre que midió entre 1,68 o 1,72 metros de alto, musculoso, de entre 45 o 55 años, con una lesión articular en su derecha que “le debía causar bastante dolor”, apunta Macías.

Poco más se sabe de la identidad de ese hombre corpulento y alto para su época. Quizás era un guerrero, quizás un hondero, lo que explicaría la representación de un hombre con una honda en el escarabeo signatario que apareció junto al cadáver. Pero Ana Niveau prefiere no elucubrar más allá de la singularidad de que era un varón enterrado en un tipo de sepulcro de mujer “tan exclusivo que está directamente relacionado con la realeza de Sidón”, una de las ciudades principales de Fenicia, en el actual Líbano. En el mundo, apenas se conservan algo más de 120 sarcófagos fenicios-púnicos como los dos gaditanos, pero el estudio del equipo de la Universidad Cádiz es de los pocos que se ha podido centrar en analizar los huesos que contenían en su interior.

Niveau descarta reutilizaciones posteriores del enterramiento por la forma en la que fue hallado. Más bien se inclina a pensar que el inquilino debió ser alguien influyente que aprovechó la oportunidad de enterrarse en un lujoso sarcófago de importación. De hecho, la confirmación del género ha coincidido con la reciente publicación de un estudio científico en la revista especializada Archaeometry que apunta a que el mármol empleado en los sarcófagos de Cádiz proceden de canteras de la isla de Paros (en la actual Grecia), donde se desbastaban para ser acabados de tallar en Fenicia, de donde rara vez salían con destino a Occidente. Que la antigua Gadir esté en la misma liga de las antiguas ciudades fenicias orientales en las que han aparecido la mayoría de este tipo de tumbas habla de la importancia que llegó a tener esta urbe, apreciada por “su comercio de salazones de pescado”, como recuerda Ana María Niveau.

Aún hay muchos que recuerdan en Cádiz la alegría colectiva que supuso encontrar a la Dama de Cádiz en un año, el de 1980, tan glorioso para la arqueología que coincidió con el hallazgo del Teatro Romano. Casualidad o no, justo debajo de la casa que se construyó Pelayo Quintero —que ejerció como arqueólogo en la ciudad en el primer tercio del siglo XX— emergió la tumba femenina que permite a la ciudad fantasear con que quizás aguarden más sorpresas similares en sus entrañas. Mientras ese momento se consuma o no, los dos expuestos en el Museo de Cádiz aún se bastan para dar más sorpresas. “A finales del XIX se estudiaron los huesos que contenía el sarcófago masculino y que hoy no están localizados y, según esa descripción, tengo mis dudas de que fuese realmente un hombre”, remacha Macías enigmática, sin querer —por ahora— desvelar más detalles.

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Sobre la firma

Jesús A. Cañas
Es corresponsal de EL PAÍS en Cádiz desde 2016. Antes trabajó para periódicos del grupo Vocento. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Sevilla y es Máster de Arquitectura y Patrimonio Histórico por la US y el IAPH. En 2019, recibió el premio Cádiz de Periodismo por uno de sus trabajos sobre el narcotráfico en el Estrecho de Gibraltar.

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