Cómo ha llegado ese cuadro de Barceló a La Moncloa
El artista y el ministro Rodríguez Uribes mantienen un contacto después de que el mallorquín se quejara en una entrevista en EL PAÍS del uso político de uno de sus cuadros
Cuando Pedro Sánchez recibe una visita oficial en la sala Tàpies —destinada a este uso— de La Moncloa, una tela pintada y cosida de la artista barcelonesa Teresa Lanceta, situada en lugar estratégico, justo detrás de los protagonistas —a tiro de todas las cámaras—, se convierte en testigo mudo de la conversación. Ese lugar lo ocupaba antes un cuadro de Antoni Tàpies, de ahí que conserve el nombre la dependencia. El intercambio de obras es rutina habitual en Moncloa. Cada presidente del Gobierno puede decorar el complejo arquitectónico según sus preferencias artísticas a través de convenios con instituciones de titularidad estatal, siempre que la obra elegida no altere la narración de las colecciones permanentes de los museos. A los autores no se les suele consultar, aunque provoque su enfado. Como ha sucedido con Miquel Barceló y una de sus obras que enmarca los Consejos de Ministros en tiempos de pandemia.
El artista mallorquín se mostraba muy molesto en una entrevista con EL PAÍS porque su obra L’atelier aux escultures aparezca en todos los informativos detrás de Sánchez y su gabinete cada vez que se celebra un Consejo de Ministros. Este martes, Barceló y el ministro de Cultura José Manuel Rodríguez Uribes tuvieron “una conversación cordial” al respecto, confirman fuentes del ministerio. Antes de la charla, el autor aseguraba estar “enfadado”. “No es su lugar adecuado. Me gustaría que estuviera en el museo [Reina Sofía]. Mi cuadro no está hecho para estar de fondo de un señor que le da la espalda ni para pasarlo por la tele. Está hecho para vivirlo, para estar ante él, mirándolo”.
El cuadro de Barceló cuelga en el antiguo Salón de Tapices, también conocido con el nombre del artista mallorquín. “Una sala noble, de gran tamaño, dedicada a recepciones y ruedas de prensa”, explica Dolores Jiménez Blanco, directora general de Bellas Artes, del Ministerio de Cultura. Este espacio ha sido habilitado como sede de las reuniones del Gobierno para garantizar las medidas de seguridad y distancia que impone la nueva normalidad del covid-19. Es decir, la obra del artista mallorquín se ha convertido de manera coyuntural en una imagen recurrente de la toma de decisiones del Ejecutivo.
“Es casi un trozo de pared, como en Altamira, con relieves, salientes y abultamientos, no es digitalizable. Visto así se transforma en un decorado”, defendía el autor. “Entendemos que la obra no está hecha como un telón, pero es que esa sala estaba destinada a actos de representación hasta que llegó la pandemia”, explican fuentes del Reina Sofía.
Las preferencias de los presidentes
Antiguamente el Salón de Tapices estaba decorado con tapices clásicos, muebles de estilo imperio y una gran alfombra de la Real Fábrica de Tapices, una de las instituciones públicas que presta obra a La Moncloa. Fue Felipe González, entre mediados de los ochenta y principios de los noventa, quien cambió esta estética a una más minimalista que se conserva hasta ahora. Desde mayo de 2019, tras la primera victoria electoral de Sánchez, la sala cuenta con tres barcelós: dos cuadros y una escultura de bronce. En el espacio hay también una obra de Soledad Sevilla; la pieza de piedra caliza Mujer tumbada de Andreu Alfaro; obras de José María Sicilia y Miguel Ángel Campano; a la que se ha sumado Fondo submarino de Juana Francés.
“Es la sala que más ha cambiado”, reconocen fuentes de Moncloa. La mayoría de las incorporaciones se produjeron durante el tiempo que José Guirao estuve al frente del Ministerio de Cultura. Entonces, en coordinación con el Reina Sofía, se hizo una selección de artistas españoles pertenecientes a una misma generación. “Debe haber una coherencia”, aseguran fuentes del museo para explicar que, en la mayoría de los casos, desde La Moncloa se hace una petición que la institución artística se encarga de concretar y armonizar.
“No había ningún cuadro de mujeres en todo el edificio del Consejo”, explican fuentes de Presidencia. Este lugar, una de las edificaciones que forman el complejo de La Moncloa, alberga parte de las 141 obras que el Reina Sofía presta en depósito a esta institución, según datos de presidencia, con ejemplos de Joan Miró, Eduardo Chillida, Julio González, Manuel Hernández Mompó, Pablo Palazuelo o Antoni Tàpies. En 2018, tras convertirse Sánchez en presidente en la moción de censura contra Mariano Rajoy, La Moncloa solicitó obra de mujeres y se incluyeron dos cuadros de Teresa Lanceta y Menchu Gal. Sánchez no ha cambiado el cuadro de Miró que Mariano Rajoy tenía en el despacho que ahora ocupa.
La anterior renovación del convenio con el Reina Sofía se había hecho en 2012, durante el Gobierno de Rajoy; entonces, explica Jiménez Blanco, se solicitaron obras de autores de distintas comunidades autónomas y arte abstracto que “se entendiera”. El expresidente cambió varias piezas de Miró, elegidas por el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, por obra, entre otros, del pintor segoviano Esteban Vicente (su trabajo permanece en la sala donde se solía realizar el Consejo de Ministros antes de la pandemia). En el Gobierno de José María Aznar predominaron las sedas adamascadas y alfombras de la Real Fábrica de Tapices. Ana Botella quiso en 1996 que las dependencias familiares se asemejaran a su hogar anterior con una decoración más recargada. Entonces, la que después sería alcaldesa de Madrid, aseguró que La Moncloa era “inhabitable para una familia normal”.
El Museo Reina Sofía, el Museo del Prado y los almacenes de Patrimonio Nacional son las principales instituciones que prestan obra a las estancias presidenciales y otras instituciones como el Congreso, el Senado, ministerios y embajadas con la fórmula del depósito. Un préstamo temporal de tres años renovables. Hay excepciones, como El abrazo de Genovés del Congreso, apunta la responsable de Bellas Artes: “Por su simbolismo esa obra lleva más tiempo en el Parlamento”.
En cualquier caso, si una de las instituciones que presta obra necesita recuperar una de esas piezas para una exposición, no suele haber impedimento por parte de los organismos oficiales y vuelve a sus salas de manera inmediata. Además, todas las piezas que se exponen en estos lugares cumplen con los estrictos protocolos de seguridad del transporte de obras de arte y son supervisados por conservadores para revisar que se cumplan las condiciones de seguridad, humedad e iluminación, entre otros requisitos.
Tanto Presidencia como otras instituciones garantizan que los ciudadanos puedan disfrutar de este patrimonio artístico organizando jornadas de puertas abiertas que, en el caso de la sede presidencial se llaman Moncloa Abierta. A su difusión también contribuye la exposición mediática, como ha sucedido con el cuadro de Miquel Barceló. Aunque al artista parece que esa clase de exposición pública no le termina de convencer.
Babelia
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