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El Festival de Música de Granada saca a la música clásica del confinamiento

El acontecimiento cultural más multitudinario en España tras el fin del estado de alerta reúne a 622 personas en la catedral granadina para escuchar el Réquiem de Mozart

Miembros del coro durante el concierto de inauguración de la 69ª edición del Festival de Granada, en la catedral de la ciudad.
Miembros del coro durante el concierto de inauguración de la 69ª edición del Festival de Granada, en la catedral de la ciudad.Festival de Música de Granada / Fermín Rodríguez
Javier Arroyo

La música clásica ha dado por concluido el confinamiento con la puesta en marcha del primer gran festival en Europa. El Festival Internacional de Música y Danza de Granada ha reunido en la noche del jueves 25 de junio a 622 personas en la catedral de Granada para escuchar el Réquiem en re menor de Mozart en su concierto de inicio. El de Granada es el primer gran festival que reanuda su actividad este verano y ha supuesto un reto musical, sanitario y organizativo que, finalmente, se ha salvado con éxito. Lo vivido ayer en la catedral de esta ciudad andaluza da una pista, además, de cómo será la actividad cultural en los próximos meses.

A las dificultades habituales en la producción cultural se añaden algunas nuevas: severo control de accesos, mantenimiento de distancia entre los propios artistas, también por supuesto entre el público y, como añadido extra, la necesidad de valorar qué actividad realiza cada uno de los intervinientes para poner o quitar medidas de seguridad. En el caso de los instrumentos de viento, por ejemplo, la organización debió instalar mamparas para proteger a los músicos situados delante de ellos. También fue excepcional la localización de los cuatro solistas, situados de dos en dos lejos de la orquesta y en un piso superior, en las balaustradas de los dos órganos de la catedral.

Más incomodidad que otra cosa, cuentan quienes lo han vivido de cerca, la mascarilla no repercutió excesivamente en la calidad del coro

La distancia entre los músicos de la Orquesta Ciudad de Granada (OCG) llamaba la atención, como lo hacía también la mascarilla que una gran mayoría de ellos lucía. Con todo, lo más llamativo fue la entrada a la sala de los miembros del Coro y Joven Coro de la OCG. De negro, como es habitual, y con una mascarilla igualmente negra que, años atrás, hubiera parecido una performance o una reclamación laboral silenciosa o algo por el estilo. Ayer no y probablemente será así durante algunos meses aún. Pero la sorpresa no se quedó en la salida a escena. Las mascarillas del coro parecían tan solo un mensaje de seguridad y se daba por hecho que, al cantar, desaparecerían. No fue así. Los hombres y mujeres de la coral, cada uno a un lado de la orquesta y separados por algo más de una decena de metros, la mantuvieron durante su actuación. Más incomodidad que otra cosa, cuentan quienes lo han vivido de cerca, la mascarilla no repercutió excesivamente en la calidad del coro.

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El Réquiem de Mozart que da inicio a la 69ª edición del festival granadino ha estado interpretado por la Orquesta Ciudad de Granada y dirigido por Andrea Marcon, en la que ha sido su última actuación como director titular de la OCG. La soprano Katharina Konradi, el alto Carlos Mena, el tenor Xabier Anduaga y el bajo barítono Carlos Álvarez, que ha actuado en el festival por primera vez. El del jueves ha sido un concierto extraordinario y benéfico y la organización decidió previamente eliminar todas las invitaciones y acreditaciones y que todos los asistentes abonaran su entrada. La recaudación destinada a Cáritas y al Banco de Alimentos ha sido de 28.700 euros. Esta edición es la primera dirigida por Antonio Moral, que sustituye a Pablo Heras Casado al frente de la organización.

Las dificultades del concierto del jueves en la catedral granadina han sido muchas, admiten quienes han estado cerca de los ensayos. Miguel Ángel Laiz, catedrático de piano del Conservatorio Superior de Música de Granada, considera que, por encima de todo, la celebración en sí del concierto es un éxito. “Si ya habitualmente es difícil celebrar un concierto sinfónico coral en la catedral, los condicionantes sanitarios han redoblado esa dificultad”, explica Laiz.

Un momento del concierto en la catedral.
Un momento del concierto en la catedral.Fermin Rodriguez

Gran parte del éxito, se lo endosa Laiz a Marcon, el director. “La reverberación es un problema serio en estos espacios y puede generar desfases de entre tres y cinco segundos en el sonido”. Eso supone que la música no llega a la vez al oído de los músicos, que al de los asistentes en la primera fila que, por supuesto, a quienes acuden al concierto al final de la catedral a probablemente 60 o 70 metros de distancia. Sin contar el gran volumen espacial que supone la excepcional altura de una catedral. “Pero Marcon ha arreglado eso con mucha solvencia y un esfuerzo notable. Me consta que en los primeros ensayos hubo serios problemas pero, jugando con los tempos, conteniéndolos, ha hecho posible que se pueda digerir la música”, detalla Laiz.

El festival para durante unos días y retoma la actividad presencial el próximo 9 de julio, con una Novena de Beethoven participativa que se celebrará en el Palacio de Carlos V en la Alhambra. A partir de ahí la actividad será diaria, con más de 70 espectáculos, en una edición dedicada al 250 aniversario del nacimiento de Beethoven y caracterizada por una presencia excepcional de pianistas y el añadido ocurrido hace unos días de la presencia del director y también pianista Daniel Baremboin, que debutó en el festival granadino hace 40 años y hace 35 que no ha vuelto como solista a Granada. Baremboin estará en la capital nazarí el 24 de julio, casi 70 años después de su primera actuación en un escenario, que tuvo lugar con siete años, en agosto de 1950 en Buenos Aires (Argentina).

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