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Carmen Cervera: “Borja será el vicepresidente del Museo Thyssen cuando yo deje el cargo”

La propietaria de ‘Mata Mua’ anuncia que su hijo sustituirá a la infanta Pilar en el patronato de la institución pública y que la sucederá al frente de la fundación en el futuro

Francesca Thyssen, Borja Thyssen y Blanca Cuesta, en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid hace un año.
Francesca Thyssen, Borja Thyssen y Blanca Cuesta, en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid hace un año.Jesus Briones (GTRESONLINE)

El futuro del trono del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza empieza a despejarse. Carmen Cervera, que ostenta el cargo de vicepresidenta vitalicia en el patronato, máximo organismo de dirección de la institución pública, ha decidido que su sucesor al frente del mismo será su hijo Borja. Tal como asegura a EL PAÍS, en plena polémica por la salida de España de Mata Mua, de Paul Gauguin, su hijo accederá en breve al patronato gracias a su invitación. Ella tiene la capacidad de designar libremente a dos de los 12 patronos que deciden el rumbo y la misión del centro. Uno de esos dos puestos lo ocupaba Pilar de Borbón, fallecida el pasado enero. La vacante será para su hijo: “Borja entrará en su lugar. Y, cuando yo deje mi cargo, él será el nuevo vicepresidente. Esto ocurrirá se quede o no se quede mi colección en el museo”, avanza Cervera ante las negociaciones con el Ministerio de Cultura por el alquiler de la colección personal de la baronesa por parte del Estado.

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Borja Thyssen-Bornemisza tiene todavía pendiente problemas con la justicia. La Fiscalía recurrió en diciembre la sentencia del Juzgado de lo Penal 22 de Madrid, que le absolvió de un delito de fraude fiscal por valor de 592.557 euros del IRPF de 2007. Según el juez, no quedó probado que el acusado residiera en España, mientras que el ministerio público —que pedía dos años de prisión y una multa de 595.000 euros, además del reingreso de la deuda tributaria— sostiene que Borja Thyssen aparentaba vivir en Andorra para evitar el pago del impuesto de la renta a la Hacienda española, por los ingresos obtenidos (1,4 millones de euros) con la venta de noticias a una revista. La Fiscalía cree que residió en España más de 183 días de forma ininterrumpida y que existen pruebas, pero “no han sido valoradas”, como tampoco las declaraciones prestadas por los testigos durante la instrucción de la causa.

A Borja Thyssen su primer cuadro se lo regaló el barón Thyssen el día de su bautizo, cinco años después de su nacimiento. Era Mujer con niños en la fuente, de Goya. También era de su propiedad El bautismo de Cristo, de Corrado Giaquinto. En 2009, con 29 años, entró en el museo, acompañado de notario y abogado, y pidió a los operarios que descolgaran las dos pinturas que le pertenecían. La negativa de Carmen Cervera dio paso a una querella por apropiación indebida que ganó la madre. Tiempo después, la baronesa entregó las obras a su primogénito. En 2016 estaba previsto que se subastara el goya en Londres, con un precio de salida de cuatro millones de euros. Una hora antes de la apertura de la puja se retiró del mercado. La obra está en paradero desconocido.

La presencia vitalicia de los Thyssen

Carmen Cervera es la máxima responsable del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, tras el ministro de Cultura, que ostenta el cargo de presidente del patronato de la Fundación Colección Thyssen-Bornemisza. Ni el director artístico, Guillermo Solana, ni el director gerente, Evelio Acevedo, pertenecen al patronato y reportan sus tareas al presidente y a la vicepresidenta. La fundación es una entidad sin ánimo de lucro cuyo objetivo es conservar, estudiar, exponer y difundir la colección de casi 800 obras que el Estado compró al barón Thyssen en 1993 por 350 millones de dólares. El museo había abierto un año antes al público. Esta estructura, con participación vitalicia de la familia Thyssen-Bornemisza, es una excepción en los museos estatales.

También es extraordinaria la figura del “déficit dotable”, que es la cantidad aportada anualmente por el Estado y variable, en función de las pérdidas generadas por el museo cada año. Ningún otro museo público cuenta con esta prebenda que garantiza tapar los agujeros generados el año anterior. Este sistema fue cuestionado duramente por el Tribunal de Cuentas, en el año 2013, cuando su fiscalización concluyó que el Ministerio de Cultura debía “introducir mecanismos de control sobre la cuantía del déficit dotable estimada por la Fundación en sus presupuestos”.

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