Málaga reabre sus museos sin colas y con control termográfico
Las instituciones artísticas de la ciudad andaluza estrenan su nueva normalidad como símbolo de optimismo
“Todos a una”, como en la Fuenteovejuna de Lope de Vega. Así han querido debutar los museos de Málaga en la nueva normalidad con la que este martes han abierto al público con la ciudad aún en la fase 1 de desescalada de la pandemia. El Museo Picasso, el Centre Pompidou, el Thyssen, el Museo Ruso, la Casa Natal de Picasso y el Centro de Arte Contemporáneo (CAC), entre otros, han querido unificar criterios y han programado su reapertura conjunta para dinamizar un destino eminentemente turístico que, junto con Granada, va una semana por detrás del resto de Andalucía en las medidas de alivio del estado de alarma. Durante esta primera semana todos los museos, que han abierto con menos de un tercio de su aforo, son gratuitos. Los espacios municipales han ampliado la gratuidad todo el año para los sanitarios y miembros de los cuerpos de seguridad del Estado. La excepción es el Palacio de la Aduana, el Museo de Bellas Artes y Arqueología que gestiona la Junta de Andalucía, cuya reapertura se hará a principios de junio, como la del resto de espacios gestionados por la comunidad en solitario.
En la Colección del Museo Ruso, ubicada en la antigua Tabacalera, los periodistas, sobre una veintena, han sido más numerosos que el público; al igual que ha ocurrido en el CAC Málaga. Ambos han reabierto con cuatro nuevas exposiciones (dos en cada centro); mientras que el resto de los museos lo ha hecho con las muestras que ya habían inaugurado antes de que el 14 de marzo la covid-19 pusiera en cuarentena a todo el país. Este martes no ha habido inauguraciones, los museos han abierto en sus horarios habituales y la escasa afluencia de público les ha permitido testar cómo funcionan las medidas de seguridad. Sus responsables están satisfechos con los resultados.
El Picasso, que a finales de febrero inauguró Genealogías del arte o la historia del arte como arte visual, ha abierto solo esta muestra temporal que termina el 31 de mayo y no ha sido posible prorrogar. “Lamentablemente no hemos podido alargarla porque las obras son de más de 60 prestadores de Europa y Estados Unidos”, ha explicado José Lebrero, director del Picasso, inmerso ahora en la renovación de la colección permanente del museo, algo que se hace cada tres años. “La nueva colección tenía que haberse abierto el 30 de marzo, pero lo haremos finalmente el 1 de junio. Es otra lectura con 120 obras del museo Picasso y préstamos de la Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso para el Arte (FABA), algunas de las cuales no se han visto nunca en Málaga. Ahora nos toca recuperar al visitante. Hemos creado un espacio seguro y confortable y tenemos que pelearnos con el miedo que produce la sociabilidad”, ha reflexionado Lebrero, quien ha tenido que aplazar una exposición de Miquel Barceló, Metamorfósis, para el primer trimestre de 2021, y ofrecer online Arlequín, una muestra organizada con el Teatro Soho Málaga de Antonio Banderas y el Piccolo Teatro de Milán que indaga sobre los motivos por los que Picasso recreó en tantas ocasiones al bufón por excelencia de la Commedia dell’Arte.
En lugar de la cola que suele haber en la puerta del Picasso, la llegada esta mañana de visitantes ha sido muy escalonada (las entradas se han ofrecido por Internet para distintas franjas horarias). David Cedeño, gestor de vivienda turística e historiador del arte, ha suspirado con alivio al comprobar que podía admirar el centenar de obras de los grandes de las vanguardias históricas que reúne Genealogías… “sin límite de tiempo”.
“Está todo muy tranquilo y hay poquita gente. En un museo apenas hay interacción con otros visitantes, es un lugar de recogimiento, casi como un templo. Hemos querido venir el primer día porque no pude verla en marzo y es una maravilla”, apunta Cedeño, mientras contempla una obra de Mondrian junto a su amigo Antonio Ríos. A su lado pasea Luisa, de nueve años y visitante asidua del Picasso, prendada de Tres gatos, de Franz Marc; mientras que su hermana Alicia, de siete años, no sabe con cuál quedarse porque le gustan “todas las pinturas”, dice e intenta esconderse tras su madre.
Una cámara de control termográfico recibe al visitante en la recepción del Museo Ruso para controlar que nadie pase con fiebre, casi un guiño al tema que centra las dos exposiciones que inaugura: el cine. “La reapertura de los museos es todo un símbolo. Es el primer paso hacia adelante en la recuperación no solo de la cultura, sino también de la reactivación económica”, ha afirmado el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, que se reincorporó la pasada semana tras sufrir en abril una lesión cerebral. De la Torre, quien ha convertido la capital de la Costa del Sol en la ciudad de los museos, ha sido uno de los primeros en entrar esta mañana al Museo Ruso.
Rompiendo el silencio. El cine mudo en Rusia reúne un centenar de carteles de filmes estrenados entre 1915 y 1930, además de latas de películas, trípodes, cámaras y hasta un megáfono de aluminio de los que los directores usaban para gritar: “¡Acción!”. Muchos de estos afiches están firmados por Kalmanson, creador que montó la primera agencia de diseño en Rusia y realizó los de la mayoría de las películas que se produjeron antes de la Revolución. Imágenes publicitarias del cine mudo ruso que se han convertido en iconos universales.
“El montaje ha sido complicado porque lo hemos ido haciendo a través de videoconferencias, del correo electrónico y de whatsapps con las comisarias [Ekaterina Klimova e Irina Zolotinkina] que, claro está, no han podido salir de Rusia”, ha comentado José María Luna, director de la Agencia Pública para la Gestión de la Casa Natal de Picasso, Colección Museo Ruso y Centre Pompidou.
La única película de la que se exhiben dos carteles distintos es El acorazado Potemkin (1925), de Eisenstein. En ambos sus creadores usan por primera vez el fotomontaje en Rusia. El escultor y pintor Ródchenko, fundador del constructivismo, firma uno de ellos.
Otro grande del cine ruso, Andréi Tarkovski (1932-1986) protagoniza la muestra Maestro del espacio, en la que se resumen las siete películas de quien se considera uno de los artistas rusos más influyentes del siglo XX a través de 90 fotografías de sus rodajes, cuatro de sus pinturas de pequeño formato de 1948 y 1949 y 10 carteles de sus filmes, desde La infancia de Iván, con la que ganó el Festival de Venecia de 1962 hasta Sacrificio (1986). La exposición revela cómo sus conocimientos pictóricos le convirtieron en un maestro del espacio. “No copies nunca a la naturaleza. El artista debe ser como el creador mismo. Él mismo debe crearlo todo”, escribió Tarkovski.
También en el Centre Pompidou Málaga la mayoría de los visitantes han sido periodistas. El espacio está casi de estreno, ya que la exposición semipermanente De Miró a Barceló. Un siglo de arte español se inauguró el 12 marzo y se cerró el 14. Se trata de un recorrido cronológico a través de un siglo de arte español con obras de Picasso, Miró, Dalí y Buñuel, precursores de nuevas formas de ver y de crear, cuyo legado ha perdurado en las siguientes generaciones, representadas aquí por Eduardo Arroyo, Jaume Plensa o Cristina Iglesias.
Artistas nacionales
“Nosotros hemos recolocado la programación y para poder seguir trabajando hemos adelantado las muestras de artistas españoles, pero no hemos prescindido de nada. Las exposiciones que teníamos programadas para mayo, con el mexicano Bosco Sodi, que trabaja en Nueva York, y con el francés Philippe Pasqua, con estudio en París, eran imposibles de montar por el cierre de las fronteras; así que las hemos pospuesto para septiembre y ahora hemos apostado por artistas nacionales con los que sí se ha podido organizar el transporte de las piezas como Girbent, un artista con quien tenía en mente trabajar, pero no había fijado una fecha. También hemos adelantado la de Lacomba, que estaba prevista para el final del verano”, ha explicado Helena Juncosa, directora artística del CAC Málaga.
El centro inauguró de forma virtual el pasado viernes Opus nigrum, del mallorquín Pep Girbent (Sóller, 51 años), la más importante hasta la fecha de las exposiciones de este creador, que comenzó en el cómic en los ochenta. Presenta 10 obras de gran formato inspiradas en el mundo del cine, en la tradición pictórica occidental y en la alquimia, tema que centra también una de sus novelas favoritas de Marguerite Yourcenar de la que toma el título. Entre ellas destaca un dibujo a carbón de nueve metros de longitud inspirado en The Grandmaster, de Wong Kar-wai “Todas son obras en blanco y negro realizadas entre 2014 y este año [dos de ellas se muestran ahora por primera vez] en las que sigue la línea de trabajo de sus cineastas favoritos como Truffaut, Kar-wai o Godard. Es un artista que llevo siguiendo mucho tiempo y me interesa su forma de afrontar el tema del original y la copia. Hace una pintura tan realista que es casi fotográfica y tiene una lectura más complicada de lo que puede parecer a primera vista”, explica Juncosa, comisaria de la exposición de Girbent que se abre este martes al público junto a la videocreación The Walking Ceiling de la artista Alicia Framis (Barcelona, 53 años), quien ha grabado una performance sobre el techo de cristal que tienen que soportar las mujeres. Además, el CAC inaugurará en su sala principal el viernes Aquí a lo lejos, que recorre las tres últimas décadas de la carrera de Juan F. Lacomba (Sevilla, 66 años) a través de 180 lienzos, la mitad de ellos se muestran por primera vez, en la que es su exposición más amplia.
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