La reinvención del columnismo de Leila Guerriero se convierte en libro
La periodista argentina, reciente Premio Manuel Vázquez Montalbán, presenta en Madrid una recopilación de artículos de opinión publicados desde 2014
A Leila Guerriero le gusta correr. Lo ha hecho en Caracas, en Madrid, en una playa de Portugal, en Buenos Aires. Pero nunca pudo hacerlo en Bogotá o en Ciudad de México, donde la altura la aniquila. Así lo cuenta en Comulgar, una de las columnas que la periodista (Junín, Argentina, 52 años) ha escrito en EL PAÍS desde 2014 y que ahora son reunidas en el libro Teoría de la gravedad (Libros del Asteroide), presentado este jueves en Madrid.
El lugar de la presentación fue la librería Rafael Alberti, en un recinto tapizado del suelo al techo con libros de todo tipo que amenizaron la charla con la periodista española Mercedes Cebrián. Fue allí donde una treintena de personas se refugió del frío de la noche madrileña para escuchar a Guerriero, reciente premio Manuel Vázquez Montalbán de periodismo, que recogerá el lunes 18 de noviembre, como si estuvieran en el salón de su casa. Como aquel en el que ella creó un mar de folios con sus columnas impresas, esparcidas en el suelo, para empezar a ver, de pie y encima de una silla, cuál iba a ser el orden de los textos que recoge el libro que ahora sale a la venta.
Los textos de Guerriero son, ante todo, una reinvención de lo que suele entenderse por columnas de opinión. Son pequeñas piezas literarias que, lejos de dar cobijo a los lectores, buscan golpearles, inquietarles. Y explica: "Decidí no comportarme como se supone que se comporta un columnista". Dice que sus columnas son deudoras de escritores como Lorrie Moore y Georges Perec, y las alimenta tomando prestados versos de poetas, casi siempre latinoamericanos. Acepta que la poesía le es muy útil a la hora de ponerse manos a la obra: "Cuando necesito sacudir la maquinaria, acudo a poetas que sé que me empiezan a resquebrajar".
Las columnas recopiladas son también una exposición del español que la cronista argentina ha ido construyendo a lo largo del tiempo y de los viajes que a menudo hace por América Latina y España. Su idioma lo ha moldeado con las palabras que recoge en cada país que visita y su criterio de elección pasa ante todo por las expresiones que le gustan, más que por la pretensión de hablar y escribir en un español neutro. "Yo creo que esa también es una forma de ser panamericano", dice.
Para escribir estos breves textos, Guerriero a veces se da “un colocón”. Es decir, busca un estímulo para escribir mejor: "Un colocón de escritura, de alguien que me resulte inspirador, o de música". Y pone como ejemplo la canción Atmosphere, del grupo británico Joy Division, con cuyas notas de fondo logró escribir una columna con especial facilidad. Pero eso no sucede siempre: con otras tarda escribiéndolas hasta cinco días y pueden ocupar tres páginas, tan lejos de las 300 palabras que en promedio tiene cada uno de sus textos reunidos.
Al final de la conversación, que duró poco más de una hora, Guerriero leyó, a petición de los presentes, Instrucción 15, una de las últimas de esa serie numerada de pequeñas ficciones secas y rígidas que ella convirtió en columnas y que dejan al lector desarmado. Su marcado acento gaucho le dio un toque más de crueldad a un texto ya de por sí descarnado, en medio de las risas tímidas del público, que se delataba a sí mismo. Y después el final. Al menos hasta el miércoles siguiente, cuando llegue la nueva columna en el periódico.
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